Lyudmila Petrushevskaya

"Erase una vez vivía una princesa muy joven, querida por todos. Sus pequeñas manos semejaban pétalos de rosa y sus pies eran diminutos, como blancos pétalos de lirio. Era muy delicada y sensible-lloraba a la menor provocación. Ciertamente no era reprendida por ello, pero su familia no aprobaba tal conducta tampoco. Has de comportarte como una mujer, le decían su madre, padre y abuela. Esta actitud sólo conseguía herir los sentimientos de la princesa aún más y hacer que llorara de nuevo. Sin embargo, llegó un momento en que el príncipe llegó a conquistar a la princesa, tal como el destino prevé que haya de ser. El príncipe era alto, guapo y amable. Todos en el reino estaban de acuerdo. Ambos dieron muchos paseos, bailaron juntos y la princesa-algo que para ella era desconocido-tejía guirnaldas de flores en el prado para el príncipe y para sí misma, guirnaldas de color azul como los ojos del príncipe. El príncipe y la princesa se desposaron, tal como el destino establece que haya de suceder, y tras ser declarado el noviazgo, el príncipe regresó a su propio reino. La princesa se quedó en casa y comenzó a llorar. Todo el mundo desaprobaba este comportamiento, incluso fue llamado un doctor. El médico habló con la princesa e inesperadamente no le prescribió sedantes sino pastillas para el dolor. Porque, a causa de los frecuentes bailes y paseos, sus tiernas manos y sus pequeños pies se habían irritado sobremanera, llegando a sangrar dolorosamente. Pasó el tiempo, el día de la boda se acercaba, pero la novia seguía llorando, sentada en la cama, con sus pies y manos vendados. No podía caminar ni sostener una simple taza de té: era alimentada por su vieja nodriza. El médico, sin embargo, predijo con optimismo que iba a sanar antes de la boda y dijo que la princesa era extremadamente delicada y sensible, tal vez como fruto de una crianza inadecuada, pero que tan pronto como el príncipe volviera, ella se levantaría y danzaría, tal como solía hacerlo. Todo es psicológico, dijo el doctor y pidió que se le administraran de momento las mismas pastillas. Entonces la vieja nodriza reunió unas fotos de la princesa y fue a ver a un hechicero. Éste le dio una respuesta enigmática: El que ama, lleva el amor en sus brazos. Esta frase se convirtió pronto en leyenda. Desde que era un bebé, todo el mundo había amado a la princesa."

Lyudmila Petrushevskaya o Liudmila Petrushévskaia. Ludmilla Petrushevskaya
La princesa y el lirio blanco



"Escribo cuando algo me conmueve hasta las lágrimas, pero lo disimulo tanto como puedo."

Lyudmila Petrushevskaya



"La voz del narrador en mis cuentos es a menudo la de la multitud, que todo lo sabe, todo lo critica. Pero a veces, entre esa multitud, surge mi voz."

Lyudmila Petrushevskaya



"Los críticos me han acusado de calumniar al pueblo ruso."

Lyudmila Petrushevskaya



"Quien escribe no debe repetir nunca lo que ya se ha escrito antes."

Lyudmila Petrushevskaya


"Soy una persona alegre. Intento que quienes me rodean estén a gusto. Pero, como ustedes, sólo me dejo conmover por las historias tristes: ¿quién ha matado a quién?, ¿dónde ha habido un incendio?, ¿dónde se ha hundido un barco? Yo soy como todo el mundo. Para las alegrías ya tenemos esos programas televisivos de la tarde y la noche, en los que te divertirán esas personas que han visto los mismos horrores que tú, porque es su trabajo. A nadie le interesa la vida plana, normal. A la gente sólo le interesa el amor y la muerte. Y también los payasos."

Lyudmila Petrushevskaya



"Tengo 77 años. Nací en Moscú y allí vivo: de niña tuve que mendigar por su parques... Soy viuda, tengo tres hijos, tres nietos y tres bisnietos. ¿Política? No opino desde que Gorbachov quiso encarcelarme por opinar. ¿Creencias? Hay algo ahí arriba. Cantar en público me da vida."

Lyudmila Petrushevskaya



“Una nube ha pasado, ha brotado una hoja y ha caído y se ha inclinado la hierba, un tren lejano ha entonado un canto. Todo esto existía y ha desaparecido, yo soy único testigo.”

Lyudmila Petrushevskaya






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