Pilar Pallarés

1

Aquí el no-tiempo (para la no-vida).
Egresados de la infancia,
sin relatos.
Torpe aprendiz de adulto,
entierras para mí un fragmento de loza
donde un cazador persigue a una gacela,
pero no sé jugar sola,
no sé soldar los días. 

2

Aquí echas raíces,
¿junto a las plantas más duras?
Solo la punta de la azada que se quebró
en el arca del tesoro
que no guarda la tierra. 

3

Sueñan con fundar los padres,
obrar con la casa
otra forma de vida
—nosotros vamos ya cavando
hasta depositar
en la ruina del pasado
el desfuturo.

Pilar Pallarés




Aquí estoy, como fruta caída, abismándose.
Se cerró sobre mí el párpado de la tierra
pero aún los siento caminar con inquietud,
sin saber que yo soy el estrato más profundo de aquello que dejan

Pilar Pallarés




Como un cuerpo que tarda en ser consciente
de un vacío en el abdomen,
el cerebro insistiendo en mandar órdenes
a los órganos extirpados.

Esta luz de verano,
su belleza inútil

Pilar Pallarés




Dormirme en la noche de tu pelo

Dormirme en la noche de tu pelo
en el filo de tu labio desvanecerme
ser tan sólo pigmento de tu piel
fósforo encendido en la médula de tu hueso
desposeerme
serte
en el músculo que tensa tus muslos
en la vena que azulea en tu muñeca

Pilar Pallarés




Hay una ciudad que me espera en el sur

Hay una ciudad que me espera en el sur
y es extraño que no tenga tu nombre grabado en las paredes

(necesito emborracharme
cerrar todas las ventanas que dan a esta tarde
necesito saber la cantidad exacta de deseperación que anida en
esta hora)

en el sur sé que hay una ciudad que me espera
es extraño nunca he vivido allí la tristeza de noviembre
no sé cómo será el rumor de los magnolios golpeados por la lluvia
cuando noviembre invada las avenidas
y sobrevivan las cúpulas solitarias sencillamente solas
bajo un cielo de invierno sin pájaros

no sé qué vibración de muerte se esparcerá sobre el río

en el sur

no sé si tus pasos sonaron alguna vez en las losas de la ciudad
(es extraño que no tenga tu nombre grabado en las paredes)
tendré que enseñar a sus habitantes
el perfil asombrado de tu rostro
tendré que asesinar sus tardes de tranvías y río
con la furia que he aprendido de tu mirada

pero en el sur

qué extraño será atravesar parques y plazas
masticar el viento enervado de noviembre
descender a los muelles
sabiendo que siempre hay una ciudad que me espera
y que no tiene tu nombre grabado en las paredes. 

Pilar Pallarés



La puntera de una bota de gigante.
Hebillas y correas
y debajo, alentando, los huesos.
Perdona, papá, que aún no me detenga:
sigo sin mirar atrás.
Una fuerza antihumana
aprieta, distiende, abate,
se rompe contra los cartílagos,
me cambia y me desnuda.
¿Sientes en ti el frío de la escarcha?
¿O cómo se retira, a zancadas, la humedad de marzo?
Este es un falso cielo.
El de antes se derrumbó cuando fallaron las vigas.
Hace ruido entre el escombro,
gime como un espejo en añicos que ha perdido el azul.
Río Chan, río Chan
—como una pequeña serpiente bajo las losas,
como una arteria que cava en lo profundo
hasta ti
y colma la sangre de la boca. 

Pilar Pallarás
Tiempo fósil



Mirando desde fuera
cómo se precipitan el tiempo
y el hacha

Pilar Pallarés




Vamos inventariando lo que ya no existe.
Hasta el cuarenta y tres
desde el uno,
como si la palabra acarreara simientes»

Pilar Pallarés








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