Rafael Alarcón Herrera

"El cabello descubierto, símbolo de fertilidad y fecundidad de la madre Tierra, identificado con la fecundidad femenina a través de la sexualidad, derivó por culpa del integrismo cristiano en símbolo de lujuria, concupiscencia y voluptuosidad. De fuerza positiva, maternal, degeneró en fuerza negativa e instrumento diabólico... No es cierto que todas las figuras eróticas muestren a las «lujuriosas» damas destocadas y con pelo largo, hay muchas presuntas «fornicadoras» con pelo corto, e incluso cubiertas con velo o con tocas de honesta matrona, diríamos que son la mayoría… Las barbas son el equivalente simbólico sexual del hombre, en sentido de fuerza vital, al cabello femenino. Es signo exterior de dignidad, conocimiento, respeto y sabiduría. Sin embargo, los numerosos barbudos románicos no parecen provenir del mundo clásico, sino del céltico. Germanos, galos, nórdicos, irlandeses y celtíberos, han dejado numerosas figuras de «barbudos», unas imágenes que conectan el poder generador sexual con la barba."

Rafael Alarcón Herrera
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 141



"El fabuloso convento templario de Villasirga (Palencia) conserva el recuerdo de un tesoro cuyo secreto solo conoce el animal del pantocrátor, llamado popularmente “cerdito sabio de San Lucas”."

Rafael Alarcón Herrera
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 431



"España fue el único lugar donde los templarios opusieron una resistencia armada, realmente seria, ante los requerimientos de las monarquías a entregar sus posesiones y ponerse bajo la custodia de los funcionarios reales. Lo que es más curioso, el pueblo apoyó la lucha de los caballeros ayudándoles en su resistencia. Y lo que es más grave, a los monarcas les pareció normal esta reacción del Temple, hasta el punto de que una vez detenidos no sufrieron castigo por oponerse a las órdenes reales."

Rafael Alarcón Herrera




LOS AUTÉNTICOS profesionales del espectáculo, la farándula y la canción medieval son los juglares. En sentido estricto, los juglares son “los que producen alegría”. Una alegría cuya manifestación, la risa, ya vimos que actúa como elemento “mágico” que restituye el orden en el universo. Se trata de unos personajes polifacéticos, compositores, cantantes, recitadores, músicos, que viajan solos y más comúnmente formando compañía con otros artistas, bailarinas, cantatrices, acróbatas, contorsionistas, prestímanos, volatineros, etc. Unos bohemios, que han llegado hasta el medievo viajando desde la lejanía de los siglos clásicos.

Se dice que los juglares representaban el pecado, porque los artistas en general estaban mal vistos por el clero del medievo, que los acusaba de llevar una vida disipada, disoluta, corrompida por todos los vicios. Y que por ello tenían prohibido entrar en los templos, actuar a sus puertas, o ser enterrados en sagrado. Pero entonces, ¿qué decir de esa troupe de músicos, bailarinas, cantatrices y contorsionistas que actúan en las arquivoltas de San Pedro, en Miñón de Santibáñez (Burgos); Santa María, en Uncastillo (Zaragoza); Santa María la Mayor, de Escalada (Burgos); o en los tímpanos de San Miguel, en San Miguel do Monte (Chantada, Lugo); y Santa María de Ucelle (Coles, Ourense)? ¿Y qué decir de tantos capiteles interiores, de pequeños templos y grandes catedrales, donde actúan sin rubor estos presuntos “comparsas del Diablo”?

La verdad es que el clero odiaba y amaba, por partes iguales, a dichos comicastros. Detestaba sus excesos, pero necesitaba su arte.

Genéricamente, un juglar es alguien que practicaba la música, el canto, la danza y otras actividades lúdicas, a cambio de dinero, para entretener a las gentes. Los había con medios de fortuna, o pobres de solemnidad; de gran calidad artística, rematadamente malos, y de medio pelo; que componían la música y letra de sus canciones, o que tocaban y cantaban la de otros; que actuaban para la plebe en las plazas o las ferias, para los nobles en sus palacios, para los reyes en sus cortes, y para el clero en sus funciones religiosas de todo tipo: consagración de templos, festividades sacras, tomas de posesión de altos cargos eclesiásticos, etc. Unos eran estables y otros itinerantes, viajando para aprender otras músicas, ampliar repertorio, variar de público, comprar instrumentos, o contratar ministriles afamados para servir en la corte de sus señores.

Había igualmente juglaresas, mujeres también nombradas “soldaderas”, entre ellas algunas que alcanzaron elevada posición social, como la gallega María Pérez, alias “la Balteira”, y otras que según venían dadas alternaban la farándula con la prostitución. En los archivos queda constancia de ellas, y en esculturas de canes románicos, caso de las rabelistas de San Pedro, en Miñón de Santibañez (Burgos), San Pedro, en Cervatos (Cantabria), Santa María, en Sangüesa (Navarra). O aquellas que en diversos templos tocan la barrila, el arpa, las tejoletas, o el pandero, y las que han sido inmortalizadas en piedra cantando o bailando. En 1144, la hija de Alfonso VII de León (1126-1157), doña Urraca, casó con el rey García Ramírez de Navarra, durante las tornabodas hubo espectáculos “con juglares, comediantes, y coros de soldaderas, mujeres honestas, que acompañaban sus cantos con cítaras, órganos y flautas”.

Aunque los juglares y juglaresas representados en los canecillos románicos no son tan honestos, en ocasiones ambos sexos hacen su música con variados instrumentos al tiempo que, con singular desenfado, nos dejan ver bajo sus vestidos el sexo desnudo. Como hacen en Santillana del Mar, Cervatos y Castañeda (Cantabria), en Matalbaniega (Palencia), o en Barahona de Fresno (Segovia). No puede ser simple broma del cantero que los talló, debe haber intencionalidad simbólica por parte del comitente que los encargó para situarlos en un lugar sagrado.

Rafael Alarcón Herrera
Juglares eróticos, la alegría de vivir




"Nada más cruzar el umbral de su puerta norte (de la Colegiata de Santa Juliana, en Santillana del Mar,) , previo pago del «peaje» establecido para acceder a la «casa del Dios», comprobamos asombrados que en el interior del templo reinan la lujuria y la obscenidad. En sus capiteles aparecen hombres y mujeres que muestran impúdicamente la desnudez que el Dios les dio, mientras enseñan o manipulan descaradamente sus órganos sexuales. Incluso en el sanctasanctórum del templo, junto al altar mayor, cierta pareja de piedra escenifica una amorosa escena erótica: sentados, ella, abrazando desde atrás a su compañero, le acaricia el gigantesco falo pétreo. Y los sonrientes rostros de ambos, describen el regocijado gozo que ello les produce."

Rafael Alarcón Herrera
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 141



"No obstante el colmo del “erotismo bautismal” está en la pila de Rebanal de las Llantas (Palencia), donde una pareja desnuda, que parece sacada del capitel de Ochánduri, permanece en pie, abrazada, uniendo sus descarados sexos mientras tras ellos otra pareja, vestida, parece fomentar su acción. Esta pila se completa con una Madre Tierra amamantando serpientes, y con un músico acompañado de bailarina."

Rafael Alarcón Herrera
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 142





















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