Christopher Priest

"El glamour usa la invisibilidad como metáfora de la amnesia pero es un caso especial, ya que en esta novela se trata de una invisibilidad psicológica y no real: la gente invisible no es “transparente”, es sólo que los demás nunca la notan. Así que una respuesta más general a tu pregunta sería no, no estoy de acuerdo. Sin embargo, es probable que la invisibilidad sea el próximo gran paso en el desarrollo militar. Los bombarderos furtivos estadounidenses son casi indetectables por el radar y otros dispositivos de localización, y sé que hay proyectos de
investigación que realizan intentos por distorsionar la luz o al menos la luz reflejada, de tal suerte que ciertos objetos puedan ser difíciles o imposibles de ver. Es una idea aterradora: bombarderos invisibles, ejércitos invisibles. También hay barcos furtivos…"

Christopher Priest




“El milagro de la magia no reside en el secreto técnico sino en la habilidad con que se lleva a cabo.”

Christopher Priest




"Enumero mis influencias literarias tal como se fueron dando.

Enid Blyton, autora británica de libros infantiles. Era menospreciada cuando yo era niño, y al paso de los años el odio hacia ella fue creciendo entre académicos, bibliotecarios y otros escritores debido a lo que algunos llaman su lenguaje elemental y sus valores clasemedieros. Lo que estos patanes no entienden es algo que intuían muchos niños como yo: los modales burgueses de Blyton no importaban en lo absoluto porque tenía una imaginación rica y extraordinaria, aunada a una verdadera destreza narrativa. Ya de adulto leí la correspondencia publicada entre la autora y el profesor Peter McKellar, donde este analiza con detalle la excepcional imaginación eidética de Blyton. Otros psicólogos también han estudiado su obra en este sentido. La importancia que ella tiene para mí radica en que, gracias a esos estudios, me di cuenta que poseo una imaginación muy similar.

H.G. Wells. Simplemente el maestro.

George Orwell. Me gusta su periodismo y otros textos de no ficción, y aunque 1984 es una obra maestra estoy pensando en términos de influencia literaria. Me encanta su hermoso manejo de la lengua inglesa: Orwell escribió una prosa clara y descriptiva, magníficamente controlada y modulada. Leerlo es como arrojarse a una piscina de agua limpia y fría: una experiencia tonificante.

John Fowles. Considero que, con todas sus fallas, El mago es la mayor novela inglesa del siglo XX. Su influencia particular en jóvenes inteligentes y otros escritores, cineastas y artistas ubicados en el extremo slipstream del espectro creativo sigue siendo un poderoso trasfondo de la vida intelectual, aunque muy pocos lo acepten.

J.G. Ballard. Por el conjunto de su obra es quizá la figura literaria clave del siglo pasado. Aún no es reconocido como merece, salvo por unos cuantos privilegiados. (Pero llegará su hora, porque al fin su reputación se comienza a extender.) En especial sus cuentos tempranos siguen siendo únicos gracias a varios rasgos: originalidad, riqueza lingüística e imaginación científica.

A menudo los escritores son reacios a admitir “influencias”, ya que se puede interpretar como si hubieran intentado copiarlas. En mi caso siempre he visto esas “influencias” como fuentes de inspiración. No me atrevería a decir que me gustaría ser colocado en el mismo nivel que Borges y Ballard, por ejemplo, pero leerlos me mostró las posibilidades que existían, nuevos modos de ampliar y desarrollar mi propia escritura.

Actualmente paso por un nuevo periodo de “influencia” conforme me dejo maravillar por los libros de Roberto Bolaño, a quien acabo de descubrir. Y sí, siempre me han interesado los autores no anglófonos; por desgracia los leo en traducción, pero eso es mejor que nada. Hace un par de años descubrí la obra temprana de Vladimir Nabokov escrita en ruso, y en 2008 empecé a leer a Iván Bunin. Recientemente he leído a Günter Grass, Carlos Ruiz Zafón y Javier Cercas. Antes de viajar a México leí un par de novelas de Carlos Fuentes, pero no me entusiasmaron demasiado. Y ya que hablamos de autores no británicos, quisiera hacer un comentario malicioso: disfruto incluso libros escritos por estadounidenses. A veces."

Christopher Priest



"Escribir narrativa es en sí un caso de doble personalidad. La vida del narrador continúa con todos sus asuntos rutinarios, pero a la hora de escribir nada de esto tiene que ver; y en otro nivel, la propia escritura conlleva una duplicidad: toda ficción, como ya dije, es mentira. Investigaciones psicológicas con testigos han demostrado que el grueso de la gente ve las cosas de manera distinta y subjetiva; en un experimento, varios sujetos presenciaron un incidente montado para luego ser interrogados: un supuesto asalto callejero con huida en automóvil. Muy pocos de los sujetos coincidieron después en lo ocurrido: dijeron que había dos, tres, cuatro ladrones. Los delincuentes se escaparon corriendo, caminando. Uno de ellos llevaba pistola, dos portaban armas, ninguno iba armado. El coche era azul, blanco, negro, etcétera. Los testigos que declaran en un tribunal se contradicen a menudo al describir lo que dicen que sucedió. El hecho es que aunque la realidad externa pueda ser objetiva y precisa, la realidad interna o la realidad observada es subjetiva por lo común: todos percibimos y comprendemos de modo diferente. Esto, claro, es mucho más interesante que la realidad exacta, ya que introduce elementos humanos: miedo, sordera, distracción, egoísmo, engaño, etcétera. Y entonces viene el siguiente paso: la realidad reportada se distorsiona todavía más. Quienes describen el incidente que atestiguaron con frecuencia lo “mejoran” en un intento por darle más sentido, o a propósito omiten detalles que no juzgan relevantes, u olvidan otros elementos que sí tienen importancia, o hablan de los hechos en el orden equivocado. Para ir más lejos, los chismes son aún menos confiables: quien lee o escucha la noticia de un suceso tal vez tendrá una visión completamente falsa de lo ocurrido, y si lo comunica a otra persona el proceso de inconfiabilidad se extenderá. Todo esto constituye una rica fuente de material para el novelista: es por ello que mis libros están llenos de relatos escritos por personajes, descripciones de sucesos, diarios, versiones distintas. En medio, en algún sitio, se encuentra la realidad, aunque no siempre."

Christopher Priest



"La inconfiabilidad es la esencia de la narrativa, por las razones que ya expuse y otras más. En cierto sentido, insistir en que un texto de ficción puede ser interpretado de una sola manera es perjudicar al lector. Es por ello que a) algunos libros o géneros se vuelven bestsellers, ya que tranquilizan al público masivo al seguir siendo literales y no molestar, y b) la mayoría de las novelas con gran éxito defraudan al lector serio o inteligente. El mejor lector es aquel que se convierte en cómplice silencioso del escritor, el que participa en el libro no sólo disfrutándolo sino meditándolo. En mi experiencia una de las mejores formas de alentar dicha participación es crear una impresión inicial de familiaridad, conceder un punto de apoyo, para después revertir o subvertir sutilmente esas suposiciones, hacer que el lector pierda un poco el piso, y al fin dar las claves para que llegue el entendimiento. Mis novelas El prestigio, El glamour y sobre todo La afirmación aplican el método de inconfiabilidad: nada de lo descrito es falso, aunque se maneja de tal manera que el lector elabora hipótesis y tiene que repensar todo una vez que esas hipótesis demuestran ser poco confiables."

Christopher Priest



"Nací en un país marítimo, una pequeña isla muy cercana a la costa de la mayor masa continental del planeta. El sitio más alejado del mar al que se puede viajar en Gran Bretaña está a ciento quince kilómetros del litoral, y en cualquier caso hay un lago en los alrededores. Vivo en un pueblo costero que da al Canal de la Mancha. Inglaterra es la única nación europea donde las distancias se miden en pulgadas, pies, yardas y millas, la temperatura se expresa en grados Fahrenheit y conducimos por la izquierda. Aparte de Irlanda, somos el único país europeo donde el inglés se habla como primera lengua. ¿Qué más necesito decir sobre la insularidad?"

Christopher Priest



“Percibir y comprender la memoria es quizá el tema central en la mayoría de mis novelas.”

Christopher Priest




"Toda ficción es mentira: fabricada, inventada. Juzgamos una novela no por lo verdadera o realista que llega a ser, sino por la capacidad del autor para conseguir que parezca real o auténtica. (Hay distintos tipos de novela, así que obviamente esta es una aproximación muy generalizada.) A menudo uno oye, por ejemplo, que hay lectores que se identifican con determinado personaje: sienten que lo conocen, han compartido las mismas experiencias, o creen que reaccionarían de un modo similar ante cierto problema. Pero el escritor creó el personaje y el lector lo sabe, así que entre ambos –autor y lector– se establece un pacto tácito. Ambos aceptan la mentira, la invención: es la “suspensión voluntaria y momentánea de la incredulidad” señalada por Coleridge. De hecho el libro se vuelve una metáfora de la realidad: esto funciona para todas las novelas. La novela fantástica, no obstante, va un paso más allá: la metáfora de la realidad se mantiene porque el lector –al igual que el autor– todavía necesita y desea un nexo identificable con su propia vida; sin embargo, como el escritor sugiere ciertas ideas especulativas o imaginativas, es indispensable un segundo nivel metafórico. Un ejemplo sencillo es una historia ambientada en el futuro; una vez más, autor y lector saben que no es realmente el porvenir: es una conjetura, una extrapolación, una advertencia, un sueño. Y más aún: dado que el escritor no puede ver o predecir el futuro con exactitud, lo único que le queda es usar la esfera real de su propia vida –experiencias, recuerdos, identidad– como base de sus libros. En otras palabras, el futuro que inventa y describe es una metáfora extendida del presente.

Toda la narrativa fantástica funciona de la misma manera: un monstruo alienígena puede expresar un miedo o pavor íntimo, un planeta lejano quizá es la encarnación de un sueño o deseo ampliado. Algunos autores de ciencia ficción lo niegan: dicen que han hecho una investigación acuciosa, consultado mapas estelares, leído revistas científicas, entrevistado a especialistas ilustres, trazado gráficas detalladas, etcétera, y suelen rechazar la idea de que su obra es metafórica. Creo que están profundamente equivocados: deberían centrarse justo en las metáforas. La actividad que todos ejercemos, no obstante, es la literatura: escribir y ordenar palabras. El detalle documentado puede ser útil: proporciona instantes de verosimilitud, evidencia anecdótica, frases extra para alargar el relato, pero todo eso se vuelve rápidamente obsoleto porque lo que las así llamadas ciencias exactas saben o piensan en cierto momento siempre está progresando, cambiando. Las metáforas, por el contrario, no tienen fecha de caducidad: se fundamentan en la experiencia y la identidad humana, en la conciencia social compartida."

Christopher Priest



“Todo gran truco de magia consta de tres partes o actos. la primera parte se llama «la promesa». el mago te muestra algo ordinario: una baraja de cartas, un pájaro o un hombre. él te muestra este objeto. quizás le pida que lo inspeccione para ver si es real, inalterado, normal. pero, por supuesto … probablemente no lo sea. el segundo acto se llama «the turn». el mago toma algo ordinario y lo hace hacer algo extraordinario. ahora estás buscando el secreto … pero no lo encontrarás, porque por supuesto que en realidad no estás buscando. realmente no quieres saberlo. quieres que te tomen el pelo. pero no aplaudirías todavía. porque hacer desaparecer algo no es suficiente; tienes que traerlo de vuelta. por eso cada truco de magia tiene un tercer acto, la parte más difícil, la que llamamos «el prestigio».”

Christopher Priest



"Trato de mantener una mente abierta sobre la mayoría de las cosas, pero en verdad no creo que llegue el momento en que desee abrir un blog. Mi vida exterior es por lo general aburrida: me quedo en casa la mayor parte de la semana, trabajo en el estudio durante horas. Mi vida interior es mucho más interesante, pero esa es la materia prima de mi escritura; en todo caso, no me siento obligado a describirla a todo el mundo.

Internet ha democratizado el acceso a la expresión, la comunicación y el entendimiento. Hasta ahora no está regulado por quienes, históricamente, han desconfiado de tales libertades en forma instintiva: gobernantes, funcionarios, policías, déspotas, grandes hombres de negocios, fanáticos religiosos y de otro tipo. Sé que hay ciertas partes del mundo a las que internet aún no llega y otras donde es controlado, pero por ahora el grueso de los países tiene acceso ilimitado. Ese es el lado positivo; el negativo es que dicha “libertad” implica que todas las opiniones, declaraciones y afirmaciones tienen el mismo peso: cualquiera puede decir lo que le venga en gana y espera la misma atención. El resultado es la proliferación demencial de blogs: hay millones que se abren día a día, desatando una tormenta cruel e infinita de palabras. Facebook y Twitter sólo contribuyen a la tempestad de disparates.

Sé que no sigo el paso a los demás: no me importa. Mi actitud hacia la literatura es que no escribo una sola palabra hasta que creo que puede decir algo valioso. La escribo con cuidado y la moldeo con la intención de volverla legible, interesante y original; la firmo con mi nombre. Casi nada de esto se aplica en la blogosfera, donde muchos colaboradores son anónimos o usan seudónimo, las opiniones parecen ser instantáneas o a lo sumo precipitadas, el estilo es inexistente o desaliñado en el mejor de los casos y las discusiones son superficiales. Y, para terminar, realmente me da pánico que la gente tenga “derecho de réplica”: pienso que ese derecho se debe ganar. No quiero pasar el día entero trabajando en un texto sólo para toparme minutos después con una lluvia de reacciones llenas de errores ortográficos y escritas por personas que no conozco, que se esconden tras nicknames y pueden llamarme nazi. "

Christopher Priest




"Un cambio. Mi esposa (hace bastante tiempo que no escribo en este diario, pero Julia y yo nos casamos el 11 de mayo, y ahora vivimos felizmente juntos en mi habitación de alquiler en Idmiston Villas) está pensando que deberíamos ampliar horizontes una vez más. Estoy de acuerdo. Nuestro número, a pesar de ser impresionante para aquellos que no lo han visto antes, es repetitivo y agotador, y el comportamiento del público es impredecible. Estoy con los ojos vendados durante la mayor parte del número, por lo tanto, Julia está, en gran medida, sola en medio de una multitud generalmente borracha y pendenciera; una vez, al sentarme en la silla con los ojos vendados, me robaron lo que tenía en el bolsillo.
Ambos sentimos que ya es tiempo de cambiar, a pesar de que hemos estado ganando dinero regularmente. Sin embargo, todavía no puedo mantenerme con lo que ganamos sobre el escenario, y en tan sólo dos meses recibiré la última de mis asignaciones mensuales.
Los números teatrales de hecho han mostrado una tendencia a mejorar, y tengo seis contratos entre ahora y Navidad. Por ahora, y mientras sea relativamente solvente, he estado invirtiendo en algunos trucos a gran escala. Mi taller (el cual adquirí el mes pasado) está abastecido con dispositivos de magia, con los cuales podré, casi sin previo aviso, crear un número nuevo y estimulante.
El verdadero problema de las actuaciones teatrales es que a pesar de estar bastante bien pagadas, no existe continuidad. Al final de cada una hay un callejón oscuro. Ejecuto mi actuación, agradezco mi aplauso, recojo mis honorarios, pero nada de esto me asegura un nuevo contrato, e incluso las reseñas de la prensa son pequeñas y tacañas. Por ejemplo, después de una actuación en el Clapham Empire, una de mis mejores hasta ahora, el Evening Star comentó: «... y un mago llamado Dartford actuó después del soubrette». ¿Con semejantes migajas formales de aliento, es de suponer que me abriré camino en mi carrera?
La idea de un nuevo cambio se me ocurrió (o debería en realidad decir que se le ocurrió a Julia) mientras estaba hojeando un periódico. Vi un reportaje que trataba de la reciente aparición de nuevas evidencias que demuestran que la vida, o una forma de ella, continúa después de la muerte. Ciertos expertos psíquicos fueron capaces de establecer contacto con personas recientemente fallecidas, y comunicarse nuevamente desde el más allá con sus familiares más allegados. Le leí en voz alta una parte del reportaje a Julia. Me miró fijamente durante un segundo, y pude ver que su mente estaba pensando en ello."

Christopher Priest
El prestigio














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