Eduardo Protto

"Sin humanas poblaciones a la vista, el silencio del paisaje era apenas alterado por el sonido del viento, el graznido de las aves o el nocturno aullido de las fieras. Su marcha se tornó más lenta cuando le escaseó la comida y finalmente el agua. La frágil humanidad que pacientemente había tejido durante su vida, se desgarraba en medio de tan hostil naturaleza, tal como lo hacían sus ropas al ser rasguñadas por las matas de espinillos. Era un animal exhausto y solo el soplo de su quimera lo mandaba continuar. A esas alturas, amenazada su cordura por la fiebre que lo abrasaba, halló alivio en el sueño. Bajo un cielo nublado, precipitóse en abismal delirio."

Eduardo Protto
Las tres cuerdas de la lira

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