Felipe Polleri

"Hay cosas que no me gustan; sin embargo, son las que me hacen escribir, y escribir es lo que siempre quise hacer..."

Felipe Polleri



"Me dijo que nunca trancaba la puerta. Había perdido la llave. Me ofrecí a volver con un cerrajero. Me dijo, como si no me hubiera oído, que antes había utilizado toda clase de cerraduras de seguridad y que, muchas veces, había levantado barricadas en distintos «puntos estratégicos» del apartamento. Pero, ahora, ya sólo confiaba en el azar. Hasta ese instante, dijo, los había eludido gracias al azar. ¿Acaso no habían abierto todas las puertas de todos los apartamentos, cientos y miles de veces, excepto la suya? No sólo tenía al azar de su parte, dijo; la verdadera razón de que no lo hubieran encontrado era que se movían con demasiada lentitud. Caracoles, dijo. Es verdad, le dije. Los vi arrastrando esas valijas con miles de llaves que los agotan enseguida; más de una vez, al entrar o salir del apartamento, porque él jamás sale, vi a uno de los «perseguidores» sentado en una escalera o en un corredor del edificio, descansando, limpiándose la frente con una manga, tratando de recuperar el aliento, a la sombra de una de esas valijas deformes. Eso lo había llevado a creer, dijo, que eran sólo vendedores ambulantes o empleados de una empresa de mudanzas. Se rió, moviendo la cabeza. ¿Podía él confundir a una valija con un sillón? Eran valijas enormes, gigantescas, monstruosas. Le dije que yo también las había visto. Le pedí que me explicara todo punto por punto; le dije que, como él, yo creía que nadie podía confundir a una valija con un sillón, o a un vendedor ambulante (o a un empleado de una empresa de mudanzas) con uno de los perseguidores y sus valijas.
A menudo, le dije, veía a uno de sus perseguidores y enemigos, llave en alto, la cara transfigurada por los ascensos y demás premios que recibiría, corriendo hacia el edificio de enfrente. O hasta perderse de vista, me dijo.
Le dije que, a veces, llevaban en alto llaves enormes y muy trabajadas, llaves antiguas y muy valiosas, llaves de oro, llaves de cuentos de hadas, pero claro: incapaces de abrir una cerradura moderna. Esos desgraciados no lo asustaban, me dijo. Se habían vuelto locos y los habían despedido muchos años antes; iban de un lado a otro con sus zapatos agujereados y sus corbatas raídas y, a veces, sus llaves imaginarias."

Felipe Polleri
Gran ensayo sobre Baudelaire



"Montevideo es una ciudad gris, ventosa, con unos inviernos terroríficos, y los uruguayos somos tristes, melancólicos como el tango. Además, todo el mundo dice: “Esta ciudad gris...”. Llevo treinta años escuchando eso de “la ciudad gris”, y yo digo: “¡Vamos a darle color! Estamos todos de acuerdo, ¿no?”. Pero Montevideo sigue igual, incluso más gris aún. Eso sí, hay gente maravillosa, como en todos lados."

Felipe Polleri



"Todos odiamos, como todos amamos. Todos tenemos derecho a odiar, y a veces tenemos buenas razones para odiar. Eso de que todos debemos amarnos sería lo ideal, pero... no es así: a veces somos muy mal amados, incluso odiados. Por decirlo de algún modo, somos castigados simplemente por el hecho de haber nacido. Para mí, el odio no es algo negativo; es una emoción más. Una emoción poderosa. Una energía importante. Yo siento que realmente estoy escribiendo cuando noto que todo lo que reprimí dentro de mí está saliendo, que está saliendo esa voz que tengo negada. Todos tenemos experiencias muy negativas, que negamos para sobrevivir... Sin embargo, quizá para sobrevivir, lo que debemos hacer es no negarlas y hacer catarsis (siempre que esta sea hermosa, estética). Para mí, eso es sumamente positivo."

Felipe Polleri



"Todos tenemos un dios oscuro que nos da fuerza para sobrevivir y para conservar la dignidad."

Felipe Polleri



“Un libro es una enfermedad de la que uno se cura escribiéndola.”

Felipe Polleri








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