Max Pohlenz

“El subtítulo del libro indica cómo he concebido mi tarea. La misma Stoa no deseaba presentar un sistema teórico rígido que deslizara en la historia de la filosofía un cuerpo ajeno al mundo; quería ser un arte de vivir que ilustrara al hombre sobre su destino y que debía ponerlo en condiciones de satisfacerlo en cualquier situación. A lo largo de medio milenio acreditó en la práctica su fuerza para los pueblos y los tiempos más diversos y ofreció una actitud ética y paz espiritual a innumerables hombres. Ciertamente, también puede ser instructivo para el presente ver a partir de qué situación espiritual creció este movimiento, en qué creyó y qué hizo a partir de su fundación, cómo se desarrolló y por qué, finalmente, sucumbió bajo el espíritu de una nueva época.”

Max Pohlenz
La Stoa


"Para los estoicos, los juicios disyuntivos y los hipotéticos eran particularmente importantes, porque sobre ellos se construía su teoría de la inferencia y de la demostración. Pues en ellas -sorprendentemente, esto apenas si ha sido apreciado por la historia de la filosofía— debían recorrer caminos completamente diferentes de los de Aristóteles. Para el discípulo de Platón, la intelección de la esencia de las cosas culminaba con la determinación de su concepto, que surge por el hecho de disponer el concepto singular en un sistema adecuado al orden del ser. En consecuencia, los conceptos también debían conformar el andamiaje que soporta la teoría del silogismo. La forma auténtica del silogismo era la inferencia categórica, en la que, a través de un término medio, un concepto más restringido se subordina a otro más amplio. «Sócrates es ateniense; todos los atenienses son griegos; así pues, Sócrates es griego». Sin duda, Aristóteles también conocía las inferencias condicionales, en las que, con ayuda de una proposición hipotética, se utiliza, para llegar a una conclusión, una premisa estipulada subjetivamente o conocida de otra manera. Pero para él solo eran construcciones auxiliares que complementaban al auténtico silogismo. Siguiendo estas sugerencias, algunos de sus discípulos, como Teofrasto y Eudemo, también prestaron atención a la técnica de las inferencias hipotéticas. Sin embargo, según el testimonio explícito de los peripatéticos posteriores, lo hicieron superficialmente y para ellos estas inferencias hipotéticas solo poseían un carácter «dialéctico»; únicamente el silogismo categórico podía proporcionar una demostración científica. En lo fundamental, Teofrasto siguió las huellas del maestro y los conceptos continuaron siendo los miembros portadores del silogismo."

Max Pohlenz
La Stoa










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