Michèle Skierkowski

El psicoanálisis en riesgo de dilución: «Dilución» no es desaparición. ¿Desaparecerá el psicoanálisis? Quizá. Y no estoy segura de que ello dependa del todo de los psicoanalistas.
En un bello texto titulado «La temporada del psicoanálisis», Jean-Bertrand Pontalis se preguntaba si los días del psicoanálisis están contados, «si la temporada toca a su fin». Pero los ataques y críticas que sufre el psicoanálisis no parecían inquietarle tanto como lo que él llama «una crisis de confianza que se apodera de los psicoanalistas mismos»1.


La expresión «crisis de confianza» no me parece adecuada para describir la amplitud del problema. La confianza se gana deprisa, y esto es lo que le ocurre a Jean-Bernard Pontalis que termina su texto con una nota muy optimista.
Lo que le está ocurriendo en el período actual al psicoanálisis, me inquieta más que su desaparición. Me parece más grave que una simple desaparición.

En el último decenio se han producido modificaciones muy importantes en el campo de la «salud mental», en lo que podríamos llamar «los cuidados psíquicos». Estas modificaciones cambian por completo la situación. La tesis de Samuel Lézé2: «La autoridad de los psicoanalistas» interesa mucho en este sentido. No entraré en los detalles de su demostración, pero la resumiré diciendo que demuestra cómo desde los años 2000, el psicoanálisis no sólo ha sido cuestionado, sino sobre todo, ha perdido su posición hegemónica y el carácter evidente de esta posición. Varios factores simultáneos (económicos, ideológicos, procesos de normalización en el dominio de la salud, introducción de los protocolos y las evaluaciones, la orientación hacia una armonización siempre mayor —OMS3—) permiten dar cuenta de ello.

La psicología cognitiva se ha puesto al frente en la Universidad y el término «clínica» ya no remite inmediatamente a «clínica psicoanalítica». Los cuestionamientos de la teoría y práctica psicoanalíticas por los cognitivistas y los conductuales, han tenido lugar al mismo tiempo que la ofensiva para hacer reconocer la profesión de psicoterapeuta y hacer del psicoanálisis una psicoterapia entre otras. Ya conocen esta historia.

La posición hegemónica del psicoanálisis, al menos en Francia, conllevaba desde luego algunas resistencias fuertes, pero estas resistencias significaban también el lugar importante del Psicoanálisis.

Los tiempos cambian…
Entonces, Dilución…

El término ‘dilución’ nos hace evocar inmediatamente la homeopatía y las críticas sobre la teoría de la ‘memoria del agua’. En homeopatía, la multiplicación de las diluciones conduce a una solución en la cual la molécula original está por completo ausente. Para argumentar sobre sus efectos, sus partidarios recurren a la explicación por «la memoria del agua», es decir que el agua mantendría las propiedades de las sustancias diluidas, incluso en ausencia de dichas sustancias. Esta teoría tan poética no deja de ser también algo enigmática. Entonces de lo que sufriría el psicoanálisis sería de una dilución, por lo que no encontraríamos ya en él lo que hace a la singularidad de la invención freudiana.

Fue durante una reunión en Montpellier, cuando empecé a medir los efectos de esta dilución. La reunión fue convocada por psiquiatras infantiles liberales que deseaban compartir sus inquietudes en relación con las dificultades crecientes que encontraban al demandar a los hospitales que se hicieran cargo de sus pacientes. Antes, esta posibilidad de trabajo y esta apertura existían, pero eso ya no ocurre desde que los servicios hospitalarios de psiquiatría infantil se convirtieron casi en general a las terapias conductuales y cognitivas.

Se reunían allí clínicos en liberal, pero también psicólogos, psiquiatras, logopedas, etc. del sector público que, en desacuerdo con las nuevas orientaciones se encontraban aislados. Varios profesores universitarios se encontraban también presentes, ya que las teorías cognitivas comienzan también a invadir la Universidad.

En el texto de la convocatoria y durante la reunión, el psicoanálisis era convocado sin cesar como ‘referencia’. La manera tan extremadamente presente en que el psicoanálisis se encontraba en los discursos, no podía sino plantear interrogantes. Les cito algunas formulaciones: «La metodología de inspiración psicoanalítica que utilizo», «Mi saber hacer se construyó tomando como referente la teoría psicoanalítica», «Yo trabajo con el psicoanálisis, me refiero al psicoanálisis…». Los enseñantes afirmaron en un momento de la discusión que «La transmisión de los conocimientos psicoanalíticos se hace muy bien en la universidad…». Detengo ahí la lista de estas frases provenientes de practicantes que no se presentarán como analistas, sino como psiquiatras, psicólogos, logopedas, etc… Sólo tres o cuatro personas de las que yo formaba parte, nos presentamos diciendo nuestro nombre y «psicoanalista». Me pregunté entonces por qué nos habíamos empeñado en hacer oír «psicoanalista» en esta reunión en que el término «psicoanálisis» circulaba pero sin mucha consistencia. Après-coup, me pareció que había ahí algo del orden de una afirmación y de un posicionamiento político.

Esta posición no se contradice con la tesis del modo de impostura que hay en el llamarse “psicoanalista”. Jean Allouch toma la precaución de presentarse así: ‘yo ejerzo el psicoanálisis’ y recuerdo que durante un seminario de La IAEP, uno de nuestros colegas decía : « Aquí, en esta sala y en este momento no hay ningún psicoanalista » Era cierto para lo que quería demostrar así, pero puede ser que en el momento actual, el abuso de este tipo de afirmaciones dañe gravemente al psicoanálisis.

Creo que la necesidad de hacer existir al ‘psicoanalista’, en los discursos que circulaban en esta reunión, venía del hecho de que el modo de referirse al psicoanálisis lo rebajaban al rango de una psicología. Desde luego, era una teoría que se podía oponer a las terapias conductuales y cognitivas, pero también una teoría que se convertía en el referencial del acto. El psicoanálisis es una práctica subversiva que no puede ser del orden de una herramienta o habilidad, ni de una técnica más. Por ejemplo, en Montpellier siempre se puede encontrar este anuncio (¿que no será en París?): La señora X, que trabaja en el CHU4, se presenta así : especialidad en psicoanálisis, pedo-psicoanálisis, transferencia cuántica, programación por movimientos oculares » Eso te deja pensativo…..
Hacer una especialidad, es diluirla en el gran florero de las psicoterapias. Ahora bien, el psicoanálisis no es solo una psicoterapia5

Necesidad de asociaciones

Volvamos a esta reunión y a estos 4 psicoanalistas. Su punto en común es ser o haber sido miembro de una asociación de psicoanálisis, diferente en cada caso. Pienso que actualmente, ser o no miembro de una asociación no es indiferente en absoluto.
Me parece que, actualmente, la necesidad de asociaciones de psicoanalistas es casi absoluta y ha de ser reafirmada. Desde el principio del movimiento psicoanalítico, la creación de asociaciones ha respondido al hecho de que la invención freudiana, el psicoanálisis, no podía contemplarse sin la existencia de una comunidad de experiencia, sin lugares en los que las cuestiones de la transmisión, de la formación encontraran un espacio. Pero la creación de asociaciones ha tenido también, desde el origen, el objetivo de la defensa del psicoanálisis. M. Safouan en su último libro despliega la paradoja que deriva de ahí : las asociaciones de psicoanálisis creadas al principio del movimiento freudiano para defender al psicoanálisis no han tenido más opciones que la institucionalización. Por eso mismo, no sol
o no cumplieron el objetivo que se habían fijado sino que produjeron dogmatismo. Las crisis y las escisiones pueden ser, pues, comprendidas como movimientos necesarios para des-institucionalizar cada vez el psicoanálisis. Este movimiento paradójico atraviesa tanto el movimiento freudiano como la saga lacaniana, retomando la expresión de Safouan.

Para generaciones de analistas y para la nuestra (que es también la mía) formar parte de una asociación de psicoanálisis era algo importante, esencial en el trabajo del psicoanálisis, como mínimo una cuestión inevitable. Algunos podían decidir no formar parte pero era forzosamente a partir de un debate, de un cuestionamiento. Era decir que no, pero un no argumentado. En estos momentos eso me parece menos verdad. Formar parte de una asociación parece una cuestión secundaria para un gran número de jóvenes analistas mucho más atraídos por lugares que se quieren « de formación », que distribuyen saber teórico, cuando no diplomas que certifican el título de psicoterapeuta.

Ahora bien, las asociaciones de psicoanálisis me parecen aún más necesarias en cuanto ellas son los únicos lugares donde se puede plantear la pregunta « que es un psicoanalista », o más bien como lo expresaba O. Grignon : « En que hay psicoanalista en una cura, una sesión, etc. » Retomar la orientación que dio Lacan a esta cuestión, me parece esencial hoy en día, para no dejar que las cosas se diluyan aún más. Me parece que los psicoanalista tienen necesidad de asociaciones para poner a trabajar estas cuestiones cruciales.

En el momento en que prácticas cuando menos extrañas, son llamadas « psicoanálisis », cuando éste se encuentra situado bajo el gran paraguas de las psicoterapias, borrando así el hecho de que el psicoanálisis no es una psicoterapia, retomar las cuestiones del lado « del psicoanalista » me parece necesario. Y eso solo puede hacerse en las asociaciones de psicoanálisis. No recular ante el término ‘psicoanalista’, sin ser por ello víctima de la impostura, permitirá quizás continuar haciendo existir el psicoanálisis. La dilución actual del psicoanálisis en el campo de las psicoterapias lleva a las personas en fin de análisis a cortocircuitar la cuestión del pasaje al analista y a volverse hacia “psicoterapeuta”

Pierre-Henri Castel en uno de sus textos hace esta observación : hay psicoanalistas jóvenes que dicen no haber recibido nunca a nadie que les demande un psicoanálisis. Nos podemos reír de esta novedad o decirles que antiguamente teníamos alguna sospecha cuando recibíamos « demandas de análisis », aún más si se trataba de demandas de análisis didácticos. Entonces, Pierre-Henri Castel pregunta : ¿Que es el psicoanálisis si nadie, nunca, viene a demandar un psicoanálisis? ¿Le responderemos con una pirueta? Lacan se pregunta, lo cito : «¿Que es lo que define al psicoanálisis? »Y responde : « Lo he dicho…..El análisis es lo que se espera de un psicoanalista… » (Lección del 16 enero 70 – El reverso del psicoanálisis) Pero no olvidemos citar la siguiente frase : « es preciso, evidentemente, tratar de comprender lo que eso quiere decir ».

Montpellier, 15 de septiembre de 2014

Notas:

1- Pontalis Jean-Bertrand ; « La saison de la psychanalyse » – in revue Trans – N° 4 Suivre – Montréal – 1994

2- LéZé Samuel ; L’autorité des psychanalystes » – PuF – 2010 ; Cette thèse d’anthropologie, est le résultat d’une enquête de terrain dans les milieux psychanalytiques parisiens.(Esta tesis de antropología es el resultado de una encuesta en los medios psicoanalíticos parisinos)

3- OMS : organisation mondiale de la santé.

4- NT : Centro Hospitalario Universitario

5- J. Lacan : «lo que tenemos que decir sobrepasa con mucho su aplicación terapeutica, el estatuto del sujeto está ahí interesado”  ce que nous avons à dire dépasse de beaucoup son application thérapeutique, le statut du sujet y est intéressé  Problèmes cruciaux pour la psychanalyse – page 158.

Michèle Skierkowski










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