Renato Prada Oropeza

"La identidad de un "yo" se afirma en la relación dialéctica con un "otro" (un tú, en el diálogo del lenguaje común, o un él, que sea virtualmente un "tú" en la perspectiva o en la proyección del "yo"; es decir, un él que entra en la posibilidad de una confrontación "pragmática" con un yo posible). Por ello, creemos que la configuración que un "yo" hace de su relación con el "tú" -que es una especie de confrontación que, en realidad, lo constituye dialécticamente en cuanto "yo"-, rebasa el campo de una representación simbólica en el discurso verbal escrito y se apoya fundamentalmente en la macrosemiótica de la lengua natural. Sin embargo, dentro de la configuración semiótica de ésta, la constitución, sólo podemos partir de lo que el discurso nos dice, es decir, de los valores, de sus elementos inmanentes: sólo el discurso, lo que el discurso señala o marca, será la base, "el material explicativo", para una interpretación de esos elementos o, mejor, de la configuración semántica de esos elementos. La cuestión está, entonces, en lo que para nosotros es el discurso, y en los mecanismos semióticos de su constitución, esto por una parte y, por otra, en nuestra hipótesis que precisaremos en el siguiente párrafo."

Renato Prada Oropeza
El discurso-testimonio y otros ensayos



Las yemas de mis dedos
pupilas sedientas en la noche
posan súplicas temblorosas
en la tersura más suave,
más tierna y más blanca,
que los nardos del paraíso

Renato Prada Oropeza



"Luego, habitó el silencio; posó simplemente su planta, su vientre, y enmudeció todo movimiento posible, todo respiro. No se movía nada. Era la Pausa, el paréntesis que deja la vida para encogerse en sí misma y tener así un instante de freno, de ahorro de fuerzas, que le permitirá surgir con una riqueza nueva o sufrir una anulación de sí para siempre: un hueco profundo en realidad, sin fondo, en el alma del hombre. No estaban ni siquiera las preguntas que hubiera deseado que aparecieran. Era algo previo a todo ello, a toda intención humana. El hombre se dejó caer en el tronco cortado que hacía de asiento cavernario en el cuarto, y permitió (aunque no se puede decir siquiera "permitió" porque no tenía la alternativa de ofrecer resistencia) que Eso fundara sus raíces en toda su alma. Después de un momento se sorprendió al escuchar que hablaba su voz, que decía frases arrancadas del pozo que era él adentro, de la caverna que lo habitaba y envolvía. "Se saldó la cuenta. Ya está concluido el asunto", dijo el sonido bronco que raspaba su garganta con limaduras incontenibles; las palabras salieron empujándose unas a otras en apretado desbande como una desorientada algazara de buitres.
El otro yacía en el suelo, de bruces, frío. Mostraba la aplastante presencia que manifiesta la imposibilidad de todo acto, de toda pasión, de todo miedo. Las suelas de sus botines estaban completamente destrozadas por el trajín desesperado. La barba desgreñada se hundía en un charco de sangre, su propia sangre."

Renato Prada Oropeza
Al borde del silencio



Permitiré al deseo que me clave las manos,
los pies, todo –mi pasión y futuro–
en los brazos abiertos de tu piel infinita

Renato Prada Oropeza



¡Qué oscuro el silencio que te oculta!
Niebla densa, espesa como duda,
áspera como la desconfianza,
espina,
garra
y colmillo al mismo tiempo.

Renato Prada Oropeza



Y uno, se retuerce en agonía de olvido
de sueño y espinas robados al reposo

Renato Prada Oropeza








No hay comentarios: