Ruth Prawer Jhabvala

"A veces miraba por la ventanilla y pensaba que, realmente, no estaba tan mal: veía incluso cómo podía aprender a encontrarlo interesante —de hecho, ella estaba aprendiendo—: las vastas distancias, el ancho cielo, el polvo y el sol y, de cuando en cuando, algún fortín, una mezquita o un grupo de tumbas. Era tan distinto de lo conocido que no parecía una parte del mundo, sino otro mundo completamente distinto, otra realidad."

Ruth Prawer Jhabvala
Calor y polvo




"La señora Crawford y la señora Minnies se habían marchado a Simla. Aunque Douglas hizo todo lo posible por convencer a su mujer de que se fuera con ellas, ahora que Olivia había decidido quedarse estaba feliz y contento. Pasaban tardes y noches estupendas juntos. Olivia trataba de estar animada y alegre con él. Consideraba que cuando Douglas estaba en casa, simplemente quería estar en casa, con ella, en su elegante bungalow inglés, dejando fuera todo el calor y los problemas que tenía que afrontar a lo largo del día. Por ello nunca sacaba a colación ningún tema que pudiera preocuparle lo más mínimo -como, por ejemplo, lo del Nabab-, y se limitaba a charlar con él de cualquier cosa que se le ocurría y que no tuviera relación alguna con la India. En estos días, Douglas la quiso todavía más, si esto era posible. Incapaz de expresarse por naturaleza, se emocionaba a veces hasta tal extremo que consideraba necesario expresarlo; pero sus sentimientos eran tan intensos que le hacían tartamudear.
Harry venía por la mañana muy temprano, justo cuando Douglas acababa de marcharse, y siempre en uno de los coches del Nabab. Olivia subía al automóvil y se iban a Jatm. Aunque el camino era caluroso y polvoriento y el paisaje completamente plano y monótono, Olivia aprendió a disfrutar de estos paseos matinales. A veces miraba por la ventanilla y pensaba que, realmente, no estaba tan mal: veía incluso cómo podía aprender a encontrarlo interesante -de hecho, ella estaba aprendiendo-: las vastas distancias, el ancho cielo, el polvo y el sol y, de cuando en cuando, algún fortín, una mezquita o un grupo de tumbas. Era tan distinto de lo conocido que no parecía una parte del mundo, sino otro mundo completamente distinto, otra realidad.
Pasaban normalmente el día en el gran salón del palacio. En él sobresalía una galería con cortinajes desde la cual a veces las mujeres les miraban; pero Olivia nunca miraba hacia arriba. Aparte del Nabab y de Henry, le acompañaban los jóvenes de siempre que se tendían por aquí y por allá en posturas elegantes. Bebían, fumaban, jugaban a las cartas y ello les satisfacía del todo, hasta que el Nabab les decía que hiciesen otra cosa."

Ruth Prawer Jhabvala
Calor y polvo


"La soledad no es una novedad para mí: desde que era niña la he preferido siempre, excepto si se trataba de estar con Nina, mi madre, y con Otto, mi padre. Los únicos años que recuerdo como de verdadera soledad o ausencia de amigos —es verdad que no los tenía— son los de mi adolescencia, de los dieciséis a los veinte; y entonces no era tanto porque mis expectativas y deseos fueran otros, sino por su discrepancia con las aspiraciones de mis padres respecto a mí. Mi padre se había vuelto a casar, pero ocupaba un apartamento a la vuelta de la esquina de donde vivíamos mi madre y yo. Los sábados por la noche Nina salía, mientras que yo no tenía nunca adónde ir. «¿Estarás bien?», me preguntaba; se sentía culpable por abandonarme y eso era lo que hacía que se me llenaran los ojos de lágrimas. Para ocultarlas, bajaba la cabeza sobre el libro que estaba leyendo. «Sí, claro», decía. «Esto es fascinante »; tan pronto como se marchaba, las lágrimas caían sobre el libro fascinante y tenía que secarlas. Pero cuando profundicé más en mis estudios —estaba matriculada en el Departamento de Lenguas Orientales de la Universidad de Columbia—, los libros me parecieron de verdad más interesantes que cualquier otra cosa; y mis padres, aunque todavía preocupados por mí, se tranquilizaban el uno al otro diciendo: Rosemary es una intelectual."

Ruth Prawer Jhabvala
Mis nueve vidas



"Lo que ella quiere es un gurú vivo, alguien que la inspire... que la arrebate y que de sí."

Ruth Prawer Jhabvala