Carlos Ruvalcaba

Animo y ánima

Hace ya varios poemas que mi alma está triste.

Carlos Ruvalcaba




"Caminaba por el atardecer de la playa, mirando a donde la línea del horizonte une el cielo con el mar, cuando la brisa me susurró un suspiro inolvidable. Conocí en aquel instante la eternidad. Me supe parte del todo. Fui agua y viento. Exhalé nubes y amaneceres; fui la pluma de gaviota clavada entre los nombres de los adolescentes que a lo lejos caminaban cogidos del corazón. Fui el barco que se alejaba; el viento que me despeinaba. Fui por un instante, los ojos del universo que se miraba a sí mismo en la eternidad.

La mansedad de las olas acarició mis pies desnudos, y al fundirse dedos y agua fueron algas, fueron pulpos y moluscos, fueron aves que cantaban, fueron la consciencia de que somos parte de ese todo que conforma el gran todo. Supe que mi piel está hecha de olmo; que mi olfato es el viento que perfuma el universo que Dios creó.

La tarde se manifestó en colores vivos. Arena y yo caminamos juntos marcando nuestras huellas en la eternidad de aquel instante. Eternos venimos de la eternidad, y a la eternidad vamos eternos, porque nuestra esencia eterna es, aunque la vida sólo sea un instante."

Carlos Ruvalcaba
Un instante de eternidad



Dos preguntas

¿Quién puede desmentir que ahora mismo
tropezamos por las calles con el pueblo maya
que trabaja ante la complacencia de sus dioses
con las espaldas enrojecidas por el peso de las piedras
mientras los arquitectos visualizan y sueñan con sus pirámides
en lo que sólo es una selva todavía
llena de grandes piedras que han acumulado
sin que ellos tampoco puedan ver
que esas piedras son los cimientos de nuestros edificios?

¿Y quién puede desmentir que el futuro no vendrá
sino que ya existe en alguna parte
y que ahora mismo nuestras vidas y rutinas
en este día cualquiera del 98
no son sino el renglón de una página
de un libro carcomido por su propia historia?

Carlos Ruvalcaba



Nocturno

El alma está en el aire subiendo la ruta del azar
y escala el monte de la eternidad
trepa cautelosamente por destinos inciertos
y sube y sube sin temor al atrás
ni al vértigo del infinito.

A su paso vagan con el viento las hojas del otoño
y sube sin descanso por el paseo del olvido
dejando abajo el calabozo de su cuerpo
que la vio escapar sin rumbo fijo
por calles de neblina densa en ultramar.

El alma abre brecha entre la bruma
ojillos celestes contemplan su paso
pero siente nostalgia por su prisión
piensa que si se entrega nuevamente
el mañana podría ser mejor
y los ojillos celestes miran
cómo el alma en picada vuelve
y aquella blanda carne informe
despierta serena de una noche más.

Carlos Ruvalcaba



Raquelita

La inmensidad te llevó muy temprano.

Cabalgando sobre la distancia de tu agonía
te miro aferrada al jinete de la bruma
mientras nosotros aguardamos con mirada sorda
el terror a las visitas de los conocidos
balbuceando pésames llorosos.

Te vas y nos dejas con nuestras ruinas
con los zapatos rotos y gastados
con el cigarro de todas las mañanas
con el pan de la tienda de la señora de la peluca
y con las pulgas de la Minina que tanto te gustaba
y que ahora va a tener gatitos
justo cuando te has marchado Raquelita.

Carlos Ruvalcaba
















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