Fernando de los Ríos

"Allá donde las fuerzas económicas son potentes, estructuradas en "trusts", "cartels", "concerns", sindicatos de industrias, etc., no hay posibilidad de garantía para la libertad política. (...) "Economía libre" quiere decir "hombre esclavo" y, en cambio, una economía sojuzgada y sometida es lo único que hace posible una verdadera posición de libertad para el hombre. Y eso es lo que nosotros representamos; vamos hacia una economía planificada, hacia una economía sojuzgada, hacia una economía sometida, hacia una economía disciplinada y subordinada al interés público. (...) La economía tiene que organizarse de un modo público, y los órganos de gestión de esa Economía habrán de ser los Sindicatos; Sindicatos en los que estén verticalmente contenidos todos los elementos que los constituyen, desde el técnico gestor hasta el obrero; pero el Sindicato, en nuestra concepción, es esto, no más, pero tampoco menos: es el órgano de gestión de la economía supeditado a intereses de carácter público. Aquí comienza nuestra discrepancia teórica con el sindicalismo. (...) La República ha venido por un hambre de justicia que existía en España y para satisfacer ese hambre de justicia."

Fernando de los Ríos


"El Estado no puede solicitar del hombre ni emociones, ni sentimientos, ni creencias, y es, sin embargo, en el reino de la emoción, del sentimiento y de la creencia donde viven la fe y la confesión. Por eso, ante el dintel de la fe... el Estado no es que no puede, es que debe mantenerse alejado y neutral; es decir, el Estado tiene que ser aconfesional."

Fernando de los Ríos



"En una autocracia, la desobediencia es un deber; en una democracia, la obediencia es una necesidad."

Fernando de los Ríos



"La situación geográfica de España en el extremo oeste del Mediterráneo y en el extremo sur de Europa ha determinado, al menos en cierta medida, su hado histórico. Fue el último refugio para los grupos migratorios que vinieron del este a través del mar, porque más allá de España comenzaba el mare incognitum, el non plus ultra. Para la migración que procedía del norte, España era el final del Continente, el último paso en el camino o el alto en el cual se reparaban las fuerzas antes de saltar a la misteriosa África. A través de los tiempos antiguos, España recibió y absorbió fenicios, griegos, cartagineses, romanos y visigodos. Y si se acepta la tesis del gran historiador belga, Pirenne, la aurora de la Edad Media apareció en España cuando, con la invasión de los musulmanes en el siglo VIII, se rompió la unidad del mar Mediterráneo. Desde entonces se siguieron nuevas rutas, nuevos métodos comerciales, nuevas maneras de vivir.
Musulmanes y cristianos vivieron en España durante ocho siglos, y no sólo vivieron sino convivieron. Como una consecuencia de esta convivencia apareció la clase social de los mozárabes -cristianos que vivían bajo las leyes musulmanas- y la de los mudéjares -moros que vivían bajo las leyes cristianas-. Durante estos ocho siglos hubo épocas de lucha y de intolerancia y maravillosos períodos de comprensión y cooperación. Para probar esto último, basta recordar cómo, en el siglo VIII, se celebraban tres cultos -el cristiano, el mahometano y el mosaico- en el mismo templo, la mezquita de Santa María la Blanca de Toledo.
Pero políticamente España estaba dividida en muchos Estados, más o menos soberanos, más o menos tributarios unos de otros, conforme al poder militar y social de cada uno de ellos y a las especiales circunstancias. Tres eras de singular relevancia se manifiestan en las luchas entre cristianos y moros en España: la primera de ellas está representada por el siglo XI, en el cual Castilla, la central Castilla, tomó la dirección política de España bajo Alfonso VI, cuando este rey conquistó Toledo y se declaró a sí mismo Imperator Totius Hispaniae, con el beneplácito o con el silencio de los demás reyes y condes."

Fernando de los Ríos
Religión y Estado en la España del siglo XVI




"Nosotros no creemos factible que haya un Gobierno de izquierdas dentro de la monarquía, porque es imposible -y en esto comparto las afirmaciones que hizo ayer Indalecio Prieto en su conferencia del Ateneo de Madrid- la democratización de ésta. Y no lo creo posible, repito, porque en una democracia debe ser consustancial el sentimiento de la responsabilidad de los actos que ejecuten los órganos de Poder.

Una democracia que naciera rehuyendo el enjuiciamiento de los actos del monarca, contribuiría al advenimiento de un régimen de dictadura. Es decir, que la posición de Martos, Castelar y Melquiades Álvarez, pudo ser un interrogante; pero después del 13 de septiembre de 1923, ha tenido una respuesta categórica que elimina la justificación de esa actitud.

Democracia significa hoy en España República, y no hay más remedio que procurar que las conciencias liberales del país concentren en ese deseo su esfuerzo. Y a este fin creo apremiante el intentar la formación de un órgano complejo y adecuado para el logro de tal propósito. Este órgano deberá estar constituido por las las organizaciones políticas que, propugnen este ideal."

Fernando de los Ríos



“¡Si nos hubieran dejado diez años más!”

Fernando de los Ríos



"Sintetizar una filosofía sin restarle comprensión, ni mermar, por la eliminación de razonamientos, la justificación de sus conclusiones, es de extraordinaria dificultad, porque el filósofo no suele ser retórico y sólo dice, por tanto, lo que ha menester para esclarecer sus afirmaciones. Esta dificultad es mayor a medida que es más sutil y fino el tejido ideológico y obra de sagacidad y análisis de la filosofía que se trata de exponer; porque no basta entonces la comprensión acababa de la posición en que se sitúa el filósofo, sino que se precisa, además, una exquisitez extremada en la elección de vocablos; éstos han de ser tan sugerentes que puedan hacer posible al lector darse cuenta de la intención que palpita en sus entrañas, del ansia ideal que los creara.
Exponer sobria y bellamente la Filosofía de Bergson era labor ardua, porque en ningún otro pensador moderno descuella tanto la cualidad de sutileza como en él, pues no hay tampoco quien como él luche y se afane por hacer inasible a los conceptos la esencia del espíritu; es preciso, pues, recurrir las más veces a la imagen y la metáfora para dar a entender lo que aspira Bergson a evocar. Todo ello lo ha logrado de un modo que no vaciló en calificar de admirable el profesor señor G. Morente. Sus excepcionales cualidades de expositor y de pensador, tan públicamente reveladas en sus lecciones sobre Kant en el Ateneo de Madrid, logran hoy con este libro encantador una consagración manifiesta; he aquí, sin duda alguna, un historiador futuro de la Filosofía.
[...]
Su crítica del método matemático, llamémosle así, no le lleva, como a veces tiende a afirmarse, a ser adversario de la ciencia, no; el peligro primero de esta Filosofía, primer momento peligroso de todos los sistemas, se encuentra en la incomprensión de ella. Bergson pone de relieve la capacidad explicativa de los métodos científicos, o, lo que es lo mismo, de la conciencia, y su agudeza y extraordinario vigor analítico lo encamina a revelar la zona espiritual, que ni es ni puede ser explicada jamás, porque toda explicación es una labor discursiva y a fuer de tal una obra de reflexión, de conciencia, de conceptos. En la Crítica de la razón pura la frase crítica consistía en mostrar lo que no puede ser conocido por no caer dentro de la experiencia posible; mas al analizar Kant el intelecto y explicar por la cópula de la intuición sensible con los conceptos universales la "determinación" de la cosa, quedábamos satisfechos, pues lo ya "determinado" era totalmente conocido; restaba, sí, aquel ser trascendente con que entrábamos en relación y del que íbamos como arrancando predicados, la "cosa en sí", que se transformaba en nóumeno al ser considerada como concepto límite de lo conocido; la X nos inquietaba, no así lo que habíamos logrado que se desprendiese de la X, las determinaciones particulares."

Fernando de los Ríos Urruti
La filosofía de Bergson en España



"Voy, pues, a pediros -os lo ruego- que tengáis mucho cuidado con las palabras que pronunciéis: no renovéis nuestro dolor, no toquéis tambores de guerra, porque en la guerra fuisteis y sereis siempre vencidos en nombre de la emoción liberal española. Y a nosotros, señores Diputados, que el limo del dolor que en el fondo de nuestra alma sea un limo que no nos inspire resentimiento, que es ponzoña e incapacidad para elaborar una norma de respeto, como exige el principio de la libertad; seamos sentidos, no resentidos. Hemos, desgraciadamente, carecido de nuestro edicto de Nantes, de nuestro edicto de paz religiosa. Siempre es hora. ¡Ojalá que esta hora se aproveche, en nombre de los intereses históricos permanentes de nuestra República y de esta nuestra Patria española, tierra profundamente dramática y que hoy vive angustiada por la esperanza!"

Fernando de los Ríos

















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