Frederick Rolfe

“Del todo abierto era su corazón, y extendidos los brazos, y desnudo el pecho, mientras con cada fibra del cuerpo y del alma bramaba, inflamado del ávido deseo de unirse al compañero que junto a él habría formado el Uno, al fundirse y disolverse en él.”

Frederick Rolfe



"Describiendo de nuevo la batalla, he de decir que después de unos pocos minutos de lucha cruel contra el enemigo, fuimos completamente derrotados y nos vimos obligados a huir rápidamente de la escena del encuentro -tras aquel tumulto y escarnio sangriento- donde sólo quedaban tres de sus guerreros, malheridos. Los tres negros postrados fueron rápidamente rematados por el líder de mi tribu y dispuestos en literas hechas de lanzas y hierba con vistas a trasladarlos a nuestro propio campamento. Muchos eran los presagios de que iba a celebrarse una fiesta caníbal; pero por razones obvias no emití protesta alguna. Las mujeres hacían todo el trabajo, arrodillándose y preparando en la arena filas de aproximadamente siete pies de largo y tres de ancho. Dentro de uno de esos hornos fue depositado Loub De Rougemgnl, uno de los tres guerreros caídos, y la zanja restante se llenó primero con piedras y posteriormente con arena. Se dispuso todo para que ardiera un gran fuego y se mantuviera al menos unas dos horas. Hubo gritos de enorme júbilo y regocijo ante el placer venidero. A su debido tiempo fue dada a señal y los hornos se calentaron aún más. Miré y vi cómo la piel de los cuerpos se desgarraba emitiendo un fluido graso y viscoso."

Frederick Rolfe
Cómo fui enterrado vivo


"En este momento histórico, Roma era el ojo y el cerebro del mundo y todos los augurios presagiados acerca de ella se habían tornado reales. Durante muchos años, desde los primeros signos de actividad musulmana, los fugitivos de Bizancio descendieron sobre las costas transalpinas. La gloria de Grecia había sido adquirida por la Roma Imperial. La grandeza de Roma había superado el esplendor bizantino, trasladado a la Roma cristiana. Cuando el peligro se hallaba en ciernes, cuando se vislumbraba la tensión incipiente, los académicos y diestros en las diversas ciencias huyeron hacia el oeste con todos los tesoros de su trabajo, dándoles Italia la bienvenida a aquellos genios trascendentes e iluminados, que encontraron un hogar adecuado para continuar con su aprendizaje y sus habilidades culturales. Prevalecía el gusto por lo literario. Era el tiempo de la adquisición. "El toscano apenas era conocido por los italianos, pero el latín se extendía a lo largo y ancho del mundo", decía Filelfo. Saber griego era testimonio de erudición y los sabios helenos más distinguidos fueron invitados a Italia. No plenamente satisfechos con los códices y obras clásicas de la antigüedad que éstos llevaban consigo, los Príncipes y patricios italianos enviaron embajadas a Bizancio, en busca de manuscritos, inscripciones, gemas talladas, bronce y mármol. Las sortijas, engastes, collares y otros boatos adornaban a senadores venecianos, señores florentinos y cardenales de la curia romana. Habían descubierto que el cuerpo de un hombre es un milagro de belleza divina, cada músculo una alegría tan dichosa como la contemplación de las estrellas o las flores. Maese Filippo Brunelleschi, que afirmaba que su figura de Cristo era un crucificado contadino, erigió la maravillosa cúpula de Florencia. Para Eugenio P.P. IV, maese Antonio Filarete talló los raptos de Leda y Ganimedes en las grandes puertas de bronce de San Pedro. Maese Lorenzo Ghiberti modeló las maravillosas puertas del Baptisterio. Maese Simone Fiorentino (llamado Donatello), dispuso en el muro norte de Orsanmichele su soberbio San Jorge en mármol; y los reinos de Aragón, Nápoles, las dos Sicilias y Jerusalén."

Frederick Rolfe también usó los alias de Rose (o Rolfe) - como clérigo tonsurado
Rey Clement (o Barón Corvo) - cuando escribía, pintaba y hacía fotografías
Austin White - como diseñador de decoraciones
Francis Engle - como periodista
Frank English
Frederick Austin
En ocasiones rubricaba sus obras con su nombre auténtico, firmando como Fr. Rolfe
Crónicas de la Casa Borgia



“En verdad, me gustaría amar sin ser amado, pero hasta ahora he estado solo, solitario, y creo que habré de continuar así hasta el fin.”

Frederick Rolfe



"Las palabras no pueden transmitir la impresión exacta de las noches de Venecia, aunque sin duda son un medio más adecuado que la pintura para tal fin. Aquél no era sino uno de los múltiples tipos de noche veneciana; una noche maravillosamente azul, de calma aterciopelada, aroma fresco y una magnífica amplitud, salpicada de un tropel de basílicas, palacios y campanarios, moteada de líneas y puntos luminosos en las plazas y los muelles, alumbrada por antorchas y faroles que se reflejaban en las lóbregas aguas. Lee estas palabras y contempla una noche veneciana -sólo un tipo de noche veneciana, recuerda-; después dirígite al palacio Pesaro y en la Galería de Arte Moderno verás de qué modo se representa en la pintura la noche veneciana. Puede expresar todo excepto la luz de las estrellas, azul y ondulante, la amplitud, la tranquilidad, el efluvio, la profundidad brillante y aterciopelada."

Frederick Rolfe
El deseo y la búsqueda del todo


“Me bañaba tres veces al día comenzando al alba hasta que el crepúsculo envolvía toda la laguna con llamas de amatista y de topacio. Me levantaba muchas veces en plena noche y me deslizaba silenciosamente en el agua para zambullirme por una hora en la reverberación de una gran luna dorada, o al trémulo palpitar de las estrellas. Imagínate un mundo crepuscular de cielo sin nubes y de mar sereno, un mundo todo hecho de heliotropo, de violeta y de lavanda… Había algo de sacro, algo solemnemente sacro en aquel silencio nocturno que hubiera querido no fuese turbado ni aun por el leve ruido de un remo… Tan indeciblemente bella era la paz de la laguna, que nació en mí el deseo de no hacer nada más que estar sentado absorbiendo mis impresiones, inmóvil.”

Frederick Rolfe









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