Henri Roorda

"Cuando me hablan de los Intereses Superiores de la Humanidad, no comprendo de qué me hablan. Pero me gusta el solomillo de corzo y el borgoña viejo. Y sé lo adorable que puede ser la poesía, la música y la sonrisa de una mujer. (...) Tras haber trabajado arduamente durante treinta y tres años, me siento cansado. Pero todavía tengo un apetito magnífico. Y es este apetito el que me ha hecho cometer muchas estupideces. Felices sean aquellos que tienen un mal estómago, pues siempre serán virtuosos.
Tal vez no seguí bien las reglas de la higiene. Parece ser que los que viven de manera higiénica pueden llegar a una edad avanzada. Pero ésta es una tentación que nunca he sentido. En adelante quisiera llevar una existencia cómoda y, especialmente, contemplativa. Con la embriaguez de espíritu, con fugaces emociones, desearía, de la mañana a la noche, admirar la belleza del mundo y saborear algunos de los "alimentos terrestres".
Pero, si permaneciera en la tierra, no tendría la vida fácil que tanto me tienta. Y es que todavía debería realizar, durante mucho tiempo, tareas monótonas y soportar penosas privaciones para reparar las faltas que he cometido. Prefiero desaparecer."

Henri Roorda
Mi suicidio



"El hombre está condenado a la tristeza porque tiene imaginación, porque piensa, porque salió de la animalidad."

Henri Roorda
Mi suicidio


"En suma, la sociedad pide al individuo que sea lo que fisiológicamente no es. No debe extrañarnos que la acción que el educador ejerce sobre la juventud produzca gran cantidad de hipócritas y algunos rebeldes."

Henri Roorda
Mi suicidio



"Hace días que no siento ya interés por ciertas cosas. Todo lo que es literatura me parece verdaderamente vano, y me resultaría difícil tomar parte en las discusiones que enardecen a los hombres. Las conversaciones me parecen más insípidas que nunca.
Pero sí me hago una idea acertada de las cosas infinitamente preciosas que voy a perder. Me parece que ahora distingo mejor lo que posee valor en la vida. Soy feliz viendo el cielo, los árboles, las flores, los animales, los hombres. VER me hace feliz. Soy feliz por estar vivo todavía. Quisiera acariciar una vez más los senos de Alicia para no estar solo."

Henri Roorda
Mi suicidio


"Hasta tal punto estoy vivo que no siento la proximidad de la muerte."

Henri Roorda



"Las gentes muy pobres y muy honestas son seres que han sido alimentados de manera insuficiente. Obsérvelos: ningún calor irradia de su alma. Han recibido la alimentación justa para poder continuar. Por otro lado, eso es todo lo que les pide la Sociedad, que los necesita para pervivir.
Me figuro la cara que pondrían los ricos si los pobres adoptaran la costumbre de suicidarse para abreviar su triste y gris existencia. Con toda seguridad dirían que es inmoral. ¡Y qué medios no emplearían para impedir la evasión de sus prisioneros!"

Henri Roorda
Mi suicidio



"Me gusta muchísimo el vino. Rejuvenece momentáneamente mi alma gastada. El vicio consiste en que algo nos guste en demasía.
Hay dos clases de gentes virtuosas: unas cuyos deseos son débiles y que resisten con facilidad a las tentaciones. Y otras que, voluntariamente, van en contra de su verdadera naturaleza. Estas son raras. Entre ellas hay locos que se torturan a sí mismos para agradar a Dios. Y hay también seres excepcionalmente buenos que se sacrifican por amor o por piedad. Son los únicos que pueden hacer que me sienta inferior.
Los otros no valen más que yo. Son sólo seres prudentes que no aman nada con pasión. Avanzan en la vida durante mucho tiempo sin caer, pues no se inclinan ni a izquierda ni a derecha. Los hábiles y los triunfadores son equilibristas.
¿Por qué hay que ser virtuoso? Para que la vida prosiga. ¿Y por qué es necesario que la vida prosiga? Dios no podría contestar a todos los por qué del hombre. Si contestara seguramente diría que creó el mundo porque no podía hacer otra cosa. Y declinaría toda responsabilidad. Así somos todos."

Henri Roorda
Mi suicidio




"No tengo ningún miedo del porvenir desde que oculté un revólver cargado entre los muelles de mi cama."

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Mi suicidio



"Para que la vida prosiga es preciso que los hombres consientan, todos los días, durante largas horas, en convertirse en verdaderas máquinas. Pero la máquina no lo es todo. Convierte en autómatas y maniáticos a aquellos que tienen como tarea enriquecer la vida interior de los seres jóvenes. Desde hace treinta y tres años enseño a mis alumnos matemáticas elementales. Todos los años, todos los días, recito reglas y fórmulas inmutables. (No hace falta que diga que mis digresiones son contrarias al Reglamento.) Hay frases que tuve que pronunciar tantas veces que el hastío que siento las retiene a menudo en mis labios."

Henri Roorda
Mi suicidio



"Pero no comprendo a esos seres envejecidos, pobres y desdichados que desean por encima de todo durar. ¿Qué esperan? Entre ellos hay solitarios que no quieren a nadie y enfermos que hacen más pesado el fardo que sus parientes llevan en su lugar.
Necesito vivir con embriaguez. Muchas veces, por la mañana, cuando iba a la escuela, me sentía deprimido porque iniciaba una jornada en la que no habría nada, nada más que el cumplimiento del deber profesional. No soy un hombre virtuoso, ya que consideraba insuficiente dicha perspectiva. Necesito percibir, en el futuro inmediato, momentos de exaltación y de alegría. Sólo soy feliz cuando adoro algo."

Henri Roorda
Mi suicidio



"Un profesor que cobra su paga al final de cada mes es con frecuencia un ingenuo que posee una idea absurda de la vida, pues tiene de masiado tiempo para consagrarse a especulaciones gratuitas. En nuestro mundo de negociantes y de financieros, el hombre normal es aquel que, de día y de noche, no piensa en otra cosa que en el dinero. Ese sabe que la vida es un combate que hay que dar de nuevo todos los días. Comprende la necesidad de estar atento y ser prudente."

Henri Roorda
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