Mariano Roldán

Broma para alegrar a una vieja

No te entristezcas porque alcances
a oír, cercanos de tu cuerpo,
borrosos pasos: ya ves, todos
nos moriremos... No estés triste.
Olvida. Olvida...
Tú recoge
tu desdentado sonreír,
ponte a la hora en el recuerdo,
sal a vivir, pero al contrario:

¡qué sonrosadas tus mejillas!
¡cómo te miran hoy los hombres!
¡tu hombre, hoy, cómo te mira!
Su hermoso impulso por tu vientre.

O bien el pueblo:
"¡qué bien huele
el campo ya; cuántos colores!".
O bien los hijos:
"el Antonio
va debilucho; ay, Felipe,
¿otra vez andas sin las suelas?".

Pero tus canas, tu reúma,
no existen. (Dalos al olvido.)
Anda, prepara el cucurucho.
Que estén calientes. Como estas
palabras mías.
(Olvida. Olvida...)
¡Dios, qué sabrosas tus castañas!
No me des cambio. Ilusionados
caramelillos de los nietos.
Adiós. Sonríe. Así.
Recuerda,
cuando me vaya.
¡Tú también
puedes ser joven todavía…! 

Mariano Roldán



Daban las seis contra el asfalto,
cuando empezaba a desnudarme:
desenlaceme la corbata,
me despojé del pantalón,
(me desprendí de la tristeza).
[…]
Tiré, por fin, los calcetines,
me abrigué bien entre la piel
de mi hombre nuevo;
recogí mi montoncito de prejuicios,
(abrí el balcón y lo arrojé)
y, ya desnudo y bien vestido,
abrí la puerta y me salí
a descubrir mi nuevo mundo.

Mariano Roldán



Lo que escribí,
eso os dejo

Mariano Roldán



Venga, lector, tú y yo,
vamos a escribir juntos un poema
[…]
que yo me escapo ya de aquí
y te quedas, lector,
solo
con el poema que has compuesto conmigo.

Mariano Roldán
Compañeros de viaje, en Inútil crimen













No hay comentarios: