Olivier Rolin

"De una manera u otra, si ella se fue, fue porque yo lo permití: cuando el dolor entra en nuestra casa, casi siempre es con nuestra propia llave."

Olivier Rolin



"La literatura, me parece, se orienta hacia lo que ha desaparecido, o bien lo que habría podido ocurrir y no ocurrió."

Olivier Rolin



 “Oh, ya no sé… si el mundo está fuera de mí o dentro de mí o bien soy yo incluso quien está fuera de sí (…). Una esfera de Moebius, podríamos decir, cuyo punto de paso entre ‘dentro’ y ‘fuera’ fuese yo (…). ¡Yo, todo el mundo, cualquiera, nadie! ¡Ulises, Utis!”. Y así es, pues la procesión de personas que intervienen en el relato, su voz coral, acaba componiendo un difuso nosotros, mientras que, a su vez, el narrador se funde en un rimbaudiano “yo en el otro”. Incluso, en esa disolución simbólica del sujeto que tiene efecto en las postrimerías del texto (hasta ese momento el narrador mantiene un Yo mayúsculo), la existencia del mundo se pone en cuestión y todo lo escrito se presenta como una impostura destinada a timar la inocencia del lector: “Os he ofrecido un relato que trataba de una multitud de hombres y mujeres esparcidos por la superficie de la Tierra, encerrados en el paréntesis de un día: ¡Y me habéis creído! (…) ¡Niños! ¡Eran cuentos para niños! Nada de todo eso, en lo que estáis acostumbrados a creer, existe.”

Olivier Rolin




"Todos mis pensamientos son para vosotras, escribe. He conseguido ver al comandante del tercer sector del BBK unos minutos antes de su partida y entregarle una carta para el camarada Stalin; me ha prometido mandarla por correo urgente y comunicarme la fecha del envío. Te lo ruego, infórmate en la secretaría sobre si ha recibido mi solicitud: es importante sobre todo para el Partido, no se trata de poner por delante mi destino personal. He pronunciado una conferencia sobre la posibilidad de un vuelo a la Luna o Marte con un motor de reacción, escribe, solo había unos treinta oyentes, pero hicieron muchas preguntas. Solo había una treintena de oyentes, todos sueñan con un improbable viaje de regreso a Moscú, Leningrado o Kiev, con su familia, su profesión, la vida que han dejado, pero se interesan, de todos modos, por el viaje a la Luna... «Numerosos son los prodigios, pero ninguno lo es tanto como el hombre», dijo Sófocles. El mar lucha contra el invierno, se hiela, pero aún no hasta el punto de impedir la navegación, llegan barcos, aunque bastante escasos.
Un viaje a la Luna o a Marte. Una carta para el camarada Stalin. El mundo en el que este vivía está más alejado del deportado Vangengheim que la Luna o Marte. El primero de enero de 1935, termina un retrato en vidrio del camarada Kírov, asesinado un mes antes en Leningrado. Es un artículo que funciona, el cuarto que le habían encargado. Al atardecer, ha previsto pronunciar una conferencia sobre un tema que le parece bastante original: «Panorama de las conquistas de la Humanidad, gracias al saber, desde la creación del mundo hasta la construcción del socialismo y el advenimiento de la sociedad sin clases». Es, en efecto, un tema que no carece de ambición. No sé cuál será el resultado, dice. No me hablas de la situación material, escribe a Varvara, ¿o es que las cartas en las que lo haces desaparecen? En todo caso, la falta de informaciones me angustia. Desde hace tres días, hace mucho frío, pero no te preocupes demasiado: encienden la estufa una vez a la semana y hace calor todo el tiempo. La biblioteca está caldeada y trabajamos en buenas condiciones, con la luz eléctrica permanentemente encendida, pues el día es muy corto. He tenido que cambiar de celda, ahora somos cuatro bastante apretujados, pero apacibles. Tenemos que trabajar mucho y no he tenido tiempo de dibujar nada para mi estrellita."

Olivier Rolin
El meteorólogo










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