Pablo Rojas Guardia

Amanecimos sobre la palabra
ANGUSTIA.
Por eso las otras palabras,
las que alrededorizan los sueños,
tienen un temblor lelo en los labios.

Pablo Rojas Guardia



Elegía a un sueño

Era el sueño más puro.
—Stadium de realidades
lo han visto violar las metas dolorosas
para condecorarse de sonrisas.

¡Era campeón de sueños!

Ahora, en el aire está el sueño temblando.
Lo dejaron solo como un pájaro ciego.
Ya no sabe alegrarse
ni batir records
de mis soledades;
ya no juega a tumbar ambiciones
de los equipos de los otros sueños.

Está ahí: Avión sin rumbo
capturado por el cristal del aire.

Pablo Rojas Guardia




ESTAMPAS DE UN AMOR PARALITICO

IV

¿Qué hago contigo ahora?

Entro. Salgo. Sueño.
Tropiezo con tu voz
y me sonríe tu imagen.

Todas las fotografías
anuncian algún detalle tuyo,
y todas las calles
conducen a tu calle.

Entro. Salgo. Sueño.
No te vas. DEJAMA.

En todos los sitios esperanzados
he colgado este cartel subversivo:
NO TE QUIERE. NO TE QUIERE.

Pero TU, siempre sonriendo,
y lo que es peor, mirándome.

¿QUÉ HAGO CONTIGO, AHORA?

Pablo Rojas Guardia




Ha llovido

Ha llovido en la tarde.

Unas tras otras, las gotas
suicidaron su pureza en el patio.

Ahora, una sola aferrada a la reja
luce su equilibrio blanco.
¡Qué destino tan grande,
nos sostiene la Tarde!

Y se ha rogado con todas las fuerzas
que no haga viento.
¡Pobre la tarde blanca
se va a romper!

Pablo Rojas Guardia




Joven asesinado

Cuando dicen
en las entrañas médicas y en algunos rincones obscuros
y en donde todo está podrido
podrido sin sepultura,
inevitablemente,
que este atleta de sonrisa de agua fresca
como de chorro borboteante sorprendiéndonos
el calor de la almohada que nos ata,
no debía morirse voluntariosamente,
sin chistar
grave
exacto
pensativo
y en su poquito misterioso que es del gusto de Dios.
Cuando dicen que en los hospitales aun pueden soplarse
las barajitas de los hombres,
barajas de románticas venas
cantando hacia el boquete negro,
y preguntando ¿puedo salir al sol?
¿estoy bien?
¿me muero hoy?
Cuando dicen los médicos podridos
podridos sin sepultura,
inevitablemente,
yo me pregunto
y me digo, así, sencillamente:
que la espuma pérfida,
blanca
bramando
de las olas más altas,
aquellas que se lo tragaban para los ojos de la playa
mientras él las repasaba con su domado pecho
asustándonos,
saben como era sexo puro
ojos de azúcar
esa cabeza de perfecto delfín.
Y me entusiasmo luego:
hacia el amanecer su gesto ya estaba tallado
en la perfecta piedra de la perfecta muerte
y solamente se atrevían rojos pájaros violentos
con su cuello, sus brazos, sus pies y su costado…

(Cuando sobrevenga el ancho silencio más allá de los sueños

podrá oírse el ruido de sus brazos nadadores
y de su pecho honrado que me nutre).

Pablo Rojas Guardia



La multitud es un templo

Sangra mi corazón en la piscina del cine.
Soy ese hombre arrollado en la calle
por el viento a mil kilómetros de la prisa
cuando iba a salvar la pelota de un niño;
y el músico que arranca a las atropelladas disonancias
el grito de los hombres que caen en la noche
más allá de los vientos desatados de Occidente.
Soy el anciano sostenido en el parque del día
por el frasco de ron y el juego de los niños
y la niña acodada en el estanque
con su frío de fiebre cuando jugaba con los peces
a sembrarse en el cielo del agua.
Soy el niño que ha encendido su sonrisa junto a la mariposa
para que detenga la tarde entre sus manos
y soy el policía saludable en cuya sangre
late todo este mundo con ritmo fidedigno
mientras sueña en la hija tullida en el zaquizamí.

Soy la mujer que ha vendido su alma a las vitrinas
y la que entregó su cuerpo en un gesto amistoso
y alzó su despedida con sonrisa satisfecha,
y soy también el carrero con su carga de campo
y su peso de mujer adúltera y la duda del hijo…

Le voy dando sentido a un mundo sin sentido
y sueño la vida como totalidad planetaria.
El Universo es mío; yo soy el Universo
y en cada Hombre miro una aspiración a Dios.

Cuando salgo del cine
entro en la Multitud
como en un Templo.

Pablo Rojas Guardia




Moneda falsa

Vengo de vender mis sueños
los Buenos como los Malos,
y todos mis locos deseos.

Tuve voz de mercader
que estrena sus sederías:
¡me crecieron las palabras!

Nunca vendí a Ternuras
pájaros enlutados
con plumajes de cenizas;

ni encendedores de estrellas
para noches olvidadas
de las lámparas de Dios;

ni ángeles de alas blancas
que encienden sueños pueriles
en los patios de las siestas…

Nunca vendí a Ternuras.
Pero se morirán solos
de tanto usarlos mi voz.

Sueños de mi soledad.
Sueños de mis ambiciones.
Sueñitos de mis deseos.

Envueltos en mis palabras,
—mirar hondo era la cinta—
los entregué sin reservas.

Yo esperaba unas monedas
—monedas de buena ley—
hechas de ternura y carne.

La niña que los compraba
me pagó en monedas falsas
que suenan como las buenas.

De su garganta salieron
tres «no» redondos
limpios, brillantes, redondos.

¡Moneda falsa! ¡Y mis sueños
en el aire sin mi voz!
¡Malhaya la compradora!

Pablo Rojas Guardia




Nada

a Aquiles Nazoa

Un mundo estremecido de palomas
Cruza siempre la tarde de mis sueños.
No sé si vuelan las espumas del alma.
O si son plumas que aventó mi anhelo.

Es invierno en volandas me aseguro.
Es una dicha helada que no acierta
a encontrar en el alma su aposento…

Es una idea joven que está muerta.

Pablo Rojas Guardia



Paréntesis

Sobre el cielo más puro, el de sus ojos,
avión sin rumbo el corazón girando.

Calles llegan. Y árboles: se presienten pájaros,
y la frescor del día deja su mano en mi mano.

No se camina. No se habla ni se piensa:
¡cuento de claridades que desliza el día!

Se ve el aire. Agua olorosa. Árboles cantan.
Recuerdos malos se ausentan y es de cera el futuro.

Lejana va a mi lado. Su sombra sola mía
y el ensueño dialoga optimismo con el cielo.

Pero «te quiero», ¡NADIE, dijo, NADIE paró el tiempo!
Otro día, FRACASO, hay que cantarte.

Pablo Rojas Guardia



Presagio

Grave de nubes,
la Tarde
arrastra collares de agua.

Grave de sueños,
el Alma
se ve en la Tarde.

Se ponen serios los árboles.
Con tiento corren los sueños,
y los pájaros cruzan como presentimientos.

Por las rendijas del cielo
—azules que están naciendo—
¡cuelgan anuncios los días nuevos!

¡Corazón caliente,
ya te vendrán claridades!

Pablo Rojas Guardia



Romance de los pinos

De pie dormido. Clavados
y mudos. Cantando sones
suaves y vagabundos
con sus mil labios verdes.

Firmes. Verdes. Firmes.
Soldados vegetales
tiernos, quebrando luces
tenues de la Tarde.

Sueñan campo despejado
y fuente, arroyo, río.
Narcisos de los boscajes
verdes, como sus rumores.

Sueñan campo despejado
y una conquista de pájaros.
Sueñan los cielos lejanos
con el plumaje aterido.

(Cielo de esmalte: Tirano
que nunca pobló de cantos
los pinos de mis poemas.)

Pero les daré mis pájaros:
Sueños míos; pájaros lelos
que en la ternura pinar
anidan su soledad. 

Pablo Rojas Guardia



Signo

No sentirla, soñarla.
Resignar la mano
a no palpar su sueño.

Y que esté en las palabras
ALTA, por lejana.
Y que esté en el ensueño
ALTA, a mi lado.

Pablo Rojas Guardia


















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