Wenceslao Retana

"Lucinda llevaba un mes en La Alegría Universal; el público era cada noche más numeroso y selecto. No faltaba nunca el japonés, siempre en la misma butaca, y siempre en la misma actitud. Llegó a inspirarla piedad; ella se lo daba á entender con la mirada; y él correspondía abriendo los ojos y quedándose extático... Aquella noche, la ovación fue indescriptible: la danza árabe, especie de tango recamado con cuantas audacias coreográficas sugería á La Modelo su fantasía creadora y caprichosa, arrebató al público. El único que permaneció inmóvil, como un ídolo de bronce, con los ojos fijos y las manos quedas, fue el japonés... Ella, al retirarse, retrocediendo y haciendo genuflexiones por vía de saludo, le dirigió una mirada tan sostenida y llena de dulzura é indefinible encanto, que el japonés estuvo á punto de desvanecerse; se limitó a contener un suspiro, y agachó la cabeza...
Al salir del café-concierto recibió Lucinda una sorpresa que la impresionó por modo extraordinario: allí estaba el jerezano, esperándola. En su pueblo se había enterado por los periódicos ingleses del éxito de Lucinda, y en la primera oportunidad que se le presentó, se trasladó á Londres... Y se fue á La Alegría Universal. Emocionado profundamente, vio a Lucinda, escuchó los aplausos que la tributaban, y percibió el vaho de la lujuria, la codicia que de ella experimentaban muchos hombres, más ricos que él, más nobles que él y de seguro más caballerosos que él. Le pareció Lucinda otra mujer, una deidad... ¡Y que aquello, habiendo sido suyo, lo hubiera abandonado!... Quería adquirirlo nuevamente y pavonearse con la propiedad de tan preciada síntesis de la belleza humana."

Wenceslao Retana
La tristeza errante



 "Nosotros (los españoles) hemos contribuido a la pérdida de las Filipinas."

Wenceslao Emilio Retana y Gamboa




"Y lamentando yo -como lo he lamentado repetidas veces en los periódicos- lo mezquinamente pagados que se hallan la mayor parte de los Oficiales de la Administración civil y del Ejército, proclamo en estas páginas que, para un seglar, funcionario del Estado en aquellas Islas, que viva con estrecheces, hay lo menos tres Frailes que viven peor que aquél. Los que conocemos el Archipiélago, sabemos que existen muchos frailes que se pasan años y años viviendo en miserable bahay; y como su pueblo es pobre, y cuasi se halla incomunicado con la cabecera, se mantienen con tapa, huevos, algún que otro verdurajo sin substancia y tal cual pollo tísico é insaboro; todo esto alternando, y con... morisqueta en lugar de pan. ¡Ni pan pueden comer muchos de ellos, porque no les es posible hallar un pedazo en cinco lenguas á la redonda!- Parece lógico que quien se da este trato puramente indio, no tenga mucho dinero de sobra. Y en último caso, ¿de qué le serviría el fruto de su codicia?- Por lo demás, ¡cuántos, cuántos filipinos deben toda su fortuna á la generosidad de los Frailes!- Y como es justo decirlo todo, sépase que el Estado debe desde hace muchos años á varios Frailes, cantidades que éstos le prestaron SIN INTERÉS. El Fraile ha contribuido en más de una ocasión, y en lo que posible le ha sido, á sacar de apuros el casi siempre vacilante Tesoro de Filipinas; y esto es lo que se sabe de esos codiciosos."

Wenceslao Retana
Frailes y clérigos












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