Alexéi Nikoláievich Tolstói

"Al igual que muchos niños rusos en ese momento, el pequeño Alexei recibió su primera educación en casa. Había lecciones con su tutor no demasiado estricto, su madre le enseñaba a leer y escribir, y su padrastro les leía en voz alta por las noches los escritos de Leo Tolstoy e Ivan Turgenev ( a ambos de los cuales Alexei estaba relacionado a través de sus padres). Su atención era superficial, y en sus primeros años fueron su imaginación y sus sueños los que absorbieron su energía. Su madre era una escritora y poetisa aficionada de modestas habilidades pero contagioso entusiasmo. Cuando tenía diez años, instó a Alexei a escribir historias. Así lo hizo, y ambos quedaron encantados de ver con qué facilidad fluía la prosa de su pluma, a pesar de su falta de atención a las instrucciones formales. El estímulo de su madre dio frutos rápidos, y con cada año su talento se hizo más evidente."

Alexéi Nikoláievich Tolstói




"El arte ejerce la función de la memoria: él selecciona en el fluir del tiempo lo que brilla con mayor fuerza, lo más inquietante, lo más significativo y lo deja grabado en los cristales de los libros. Pero el arte va más allá. Él aspira a desenvolver no sólo la retrospectiva sino la perspectiva de la vida, hace todo lo posible por arrastrarnos al futuro. Es algo especialmente propio de nuestro tiempo. Todo el énfasis está en el futuro. Ante el arte se presentan tareas muy difíciles: ir penetrando en el velo del futuro y, descorriéndolo un poco, mostrar lo probable, indudable, inquietante con la misma fuerza que el pasado o el presente. (...) Los se sentó junto al radiorreceptor, se puso los auriculares. Las agujas del reloj se movían lentamente.
¡Oh tiempo, los latidos impacientes del corazón, el espacio glacial del universo!...
Un lento murmullo resonó en sus oídos. Los cerró los ojos. De nuevo surgió ese murmullo remoto, inquietante, lento. Una palabra extraña se repetía una y otra vez. Los era todo oídos. La voz lejana, cual un relámpago sutil, traspasó su corazón repitiendo con tristeza en una lengua celeste:
–¿Dónde estás, dónde, dónde, Hijo del Cielo?
La voz se apagó. Los tenía los ojos blancos, dilatados, con la mirada anclada en el vacío... La voz de Aelita, del amor, de la eternidad, la voz de la nostalgia sobrevuela el universo y clama, invoca, grita, – ¿dónde, dónde estás, amor?"

Alexéi Nikoláievich Tolstói o Alekséi Nikoláyevich Tolstói
Aelita










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