Antonio Tavira

-Oración fúnebre por el duque de Osuna-

Y aun si miramos al mundo por donde parece mejor: por sus recreaciones y deleites, juegos, banquetes, bailes y toda suerte de entretenimientos y gustos, con que el alma, como absorta y embebecida, ó se ocupa, ó se distrae, ó se engaña: ¿qué hay en todo esto sino dolor y aflicción de espíritu, como decía el Sabio Salomón, después que había entregado á estas cosas su corazón y sus sentidos. A mí me parece ver en estas fiestas y regocijos aquella misma plaga con que se inficionaron y convirtieron en sangre las aguas de los egipcios. Dios usa ahora del mismo castigo en los pasatiempos de los mundanos, y estos imitan á los Egipcios, que cavaban y abrían nuevos pozos para buscar agua limpia y clara que poder beber, pero en vano. Ellos varían las diversiones, y van corriendo de una en otra, sin poder hallar más que sangre, porque cada uno lleva una espina que le atraviesa y llaga el corazón. ¡Ó si se pudieran ver los pechos de todos! ¡Como me excusaría yo de hacer estas pinturas!
Pero en fin, en un alto estado habrá alguna exención de las penas que trae consigo aquel pesado yugo, que se impuso á todos los hijos de Adán. ¡Ó admirable y sabia providencia, que así pones á un nivel bajo de tu poderosa mano todas las condiciones y estados de los hombres! Este continuo pensamiento era el que fomentaba más la humildad del DUQUE. Él veía que por grandes y señaladas que sean las distinciones en la vida civil, al fin, como dice el Sabio: dives et pauper sibi obviaverunt: el rico y el pobre se vienen a encontrar, conviniendo en todas las miserias de la mortalidad. Él consideraba, que cuando no hay en el mundo, quien pueda refrenar á los poderosos ni quien ose reprehenderlos, ni quien resista á sus voluntades, ni vaya á la mano á sus antojos, Dios desde el alto trono de su gloria les quita los bríos con una enfermedad, los humilla, los enseña, los allana, los iguala con los demás, les hace temblar de la justicia del cielo, y desestimar todo lo que hay en la tierra. ¡Y qué consideración esta para nosotros!
Ciegos mortales, decidme si lo sabéis, y lo habéis probado, decidme, ¿si afligen y angustian menos las dolencias en los palacios de los ricos, que en la cabaña humilde del pobre: ¿no son por el contrario mas varias que en los demás, y menos entendidas de los Médicos? ¿Son menos agudos sus dolores, menos terribles sus tormentos, menos penosos y tristes sus remedios?"

Antonio Tavira
Oración fúnebre...


-Sermón por el nacimiento de los infantes Carlos y Felipe-

No se anuncian estas cosas en Geth, parecía decir todos en tanta angustia, ni lleguen estas tristes nuevas á las plazas de Ascalon, porque no se alegren y salten de gozo las hijas de nuestros enemigos, viendo que Dios está con nosotros, pues que han muerto en nuestros collados los dos que eran la confianza, la alegría, y la gloria de Israel. Rara vez se habrá visto en la Casa Real de España un tan abundante fruto de bendición como el que después de la última pérdida nos quedaba, cercando y coronando la mesa de nuestro amado Rey tantos hijos y nietos como los fértiles y hermosos renuevos de la oliva; pero nada podía templar el dolor.
El melancólico recuerdo de tantos males como había ocasionado siempre en estos Reinos la falta de sucesión varonil, que parece fue el azote que sucedió luego al de la bárbara y tirana opresión de los Infieles: de las crueles guerras, que el ansia de reinar y de mandarnos había solido causar en estos casos, quebrantando todas leyes y fueros, atropellando por lo humano y lo divino, despreciando todos los respetos, sin tener alguno á los derechos incontestable de la naturaleza: tantas mudanzas de gobierno, que nunca suceden sin notable detrimento de la pública utilidad y bien del Estado: tantas dominaciones extrañas, que no hay otra nación en el mundo, que haya tenido tantas desde los tiempos más remotos: todo esto hacia exclamar y decir al Señor: Vanean de Egipto transtulisti... Ut quid destruxisti maceriem ejus?
¿Fue para esto, Señor, el sacar esta hacienda vuestra de las manos de los Sarracenos, el plantarla y arrancar sus malezas, echando fuera de sus confines los pueblos bárbaros, que no os adoraban, ni conocían? ¿Fue para esto el haber plantado esta viña, y dándole raíces tan hondas, que sus sarmientos crecieron y subieron sobre los montes, haciendo sombra en ellos, y obscureciendo los valles, encumbrándose sobre los cedros más altos, y extendiéndose hasta los mares más apartados y distantes? ¿Así la quitáis tantas veces la cerca y el vallado, para que entren á hollarla y destrozarla los extraños que pasan por el camino?
Tales y tan bien sentidas eran las quejas que parecían dar toda esta Nación al Señor. Ellas y sus ardientes oraciones fueron al fin las que le desenojaron, y le quitaron la vara de hierro de las manos; y las que, como él mismo dice por sus Protestas, le hicieron hacer penitencia del mal que tenía pensado ejecutar en su pueblo. ¿Qué no haría el que por sola la oración de un hombre, y por las lágrimas de otro ha solido trastornar el cielo, detener el sol, parar su curso, torcer sus rayos, y enviar, ó suspender sus influencias: ¿Qué no haría por los ruegos de tantos justos como habrá todavía entre nosotros, sin los cuales ya este Reino se hubiera asolado de todo punto, y por ellos se sustenta, vive y florece? ¿Qué no haría por la mediación de su gloriosa Madre, bajo de cuyo especialísimo patrocinio están estos Reinos? ¿Qué no haría por la de tantos Santos, nuestros naturales y compatriotas, en que ha sido España más rica que en sus preciadas minas y tesoros? Los Santos, con la grande perfección y fineza de caridad á que han llegado, no olvidan, antes miran con mejores ojos, la tierra donde nacieron, y toman á su cargo su protección y defensa. Son los Padres de la Patria, nuestros amigos, que toman como suyos y de su propio interés nuestros negocios."

Antonio Tavira
Sermón por el nacimiento...






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