Arpád Tóth

Contemplar el encuentro

La juventud se desvaneció
en el melancólico hastío.
¿Aún me amas? La monotonía
de la vida esquiva el corazón
de la mujer en suave sigilo,
las espigas de flores en mayo
envuelven el otoño amargo, el
dolor brota en silencio en el
corazón helado, tus labios son
dignas impregnaciones, tus besos
una bendición que me guía.

Arpád Tóth (költő)




Enmascarado

¿Estoy malhumorado? ¿Soy taciturno, sombrío? ¿Acaso frío?
Perdóname. Si lo pudiera,
querría ofrecer en abundancia
toda la luz, todo el calor del mundo.

Palacios. Palmeras. Danzas.
La Riviera invernal con violetas
o, por lo menos, de vez en cuando, una feliz
hora rica de compañía.

Pero ahora es tan difícil. Ahora no puedo
mentir ni robar rayo alguno.
Sucumbiré
en una lucha convulsa sin gloria.

Este es el tiempo del anticristo.
Brilla la repugnante porquería dorada del mundo.
y entran en el cielo
nadies engolados, canallas sutiles.

Pero yo lucho aquí abajo y nadie se da cuenta
de los tormentos que me queman en las noches de mi silencio.
Ten paciencia. Aún llegarán los días
de música armoniosa.

Ten paciencia. Mientras puedas
sigue siendo el puerto que me espera, mi refugio florido.
Ahora llevo una máscara fría y oscura,
ya me la quitaré.

O bien, empapada de lágrimas,
caerá a trozos en tu seno
y tú me mecerás, me mecerás en tus rodillas
hasta la muerte.

Arpád Tóth


La radiación del crepúsculo

La sombra nos espera en el suave
halo de la penumbra, la imagen
del silencio transfigura el esplendor
de la noche. Quizás el amor es un
rosal divino, cuya alma desciende
hacia la tierra a través del follaje.
Los minutos pasan, los años se hunden
y de repente abro los párpados
ante el terrenal sentimiento de la
conmovedora música que íntimamente
congela la sangre en mis venas.

Arpád Tóth












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