Caitlin Thomas

"Dylan dijo que me amaba la primera vez que nos conocimos, y aunque yo había hecho el amor anteriormente, eso era algo que ningún hombre me había dicho."

Caitlin Thomas


"Los celos son la soga de toda la vida."

Caitlin Thomas



"Si hubiera algún escepticismo acerca de mi lealtad al regalo de Dylan, solo puedo agregar que no solo creía devotamente en él, sino que ni siquiera habría considerado aceptar vivir con él sin él. Porque, en mi honesta estimación, sin su don no hubiera sido digno de mí. Debe recordarse que Dylan, en su exterior corporal, no era exactamente un chico glamoroso. Sin la excusa de la poesía que llevaba dentro, hubiera sido una deshonra para mi vanidad andar o convivir con una figura tan bajita (apenas medía un centímetro más que yo) y cómica.
(…)
Sabía quién era, lo que quería, fue directo a por ello y lo consiguió. Puede que no pareciera que Dylan sabía adónde iba, pero lo tenía todo resuelto en algún rincón de su cabeza, justo hasta la muerte. Aunque resultó excesivamente difícil pulir esa constitución "frágil" suya en la época romántica, continuó martillándola con golpes de asfixiantes bebidas espirituosas, y lentamente y de mala gana hicieron el trabajo. Le había dicho a su cuerpo que se detuviera antes de cumplir los cuarenta años, pero su cuerpo no estaba dispuesto a detenerse y apenas lo logró."

Caitlin Thomas
My Life with Dylan Thomas: Double Drink Story



""Yo estoy pendiente de Dylan constantemente . Pienso en su cabeza y en sus manos; esa es la imagen que tengo día tras día. Cada vez que me encuentro deprimida, la tengo más viva. Sus pequeñas y estrechas manos eran blancas y con dedos largos, como las manos de los artistas deben ser, mientras las mías, en constraste, son cuadradas, rojas y toscas, heredadas de mi padre. Las suyas eran blancas, cosas inutiles que nunca hicieron un trabajo que no fuera sostener un lápiz. Eso fue lo que más me golpeó cuando murió . Cuando lo vi en el hospital en Nueva York , esos dos pequeños peces se salieron de las sábanas de su cama. Su cara estaba cubierta con tubos provenientes de la máquina de oxígeno, y todo lo que podía ver eran esas dos pequeñas manos. Cuando lo traje de vuelta a Laugharne y lo vi por ultima vez en su ataúd en el Pelican, allí estaban ellas nuevamente. Esas dos manitas. Eso es lo que más siento dentro de mi piel. Ellas parecen completamente inútiles, y aún así ellas dicen tanto.

Caitlin Thomas












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