Cécile Tormay

"La revolución es la agonía de medianoche de una era pasajera, cuando la visión del futuro aparece solo a través de la sangre y el sudor de los moribundos. La edad senil muere en la revolución. Y cuando ha pasado el desorden del alba y despunta la mañana, el hombre vuelve a ser niño y un poder autocrático lo toma de la mano y lo vuelve a conducir al orden, a la ley, a la iglesia, a la misa temprana, a la presencia de Dios.
(…)
¡Cómo se apresuran a tapar y borrar todo lo que era nuestro! Sin embargo, incluso mientras pintan sus ordenanzas con nuestra sangre, cada latido sucesivo del corazón del país es más y más fuerte, más y más amenazante. ¿Qué has hecho con nuestro país? ¿Con nuestra lengua, nuestro honor, la pureza de nuestros hijos, el recuerdo de nuestra grandeza? El latido de la sangre húngara es un mal presagio, pero no lo escuchan, aunque la ira de una nación profundamente insultada está hirviendo a su alrededor. No oirán; saquean y asesinan como antes y celebran reuniones en la casa robada de nuestro país robado. Sus cronistas periodísticos registran con autoconciencia racial satisfecha la llegada de los delegados: “Entraron sin el menor bochorno, sin emoción, sin aspavientos”."

Cécile Tormay
El diario de un forajido

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