Dragutin Tadijanović

La tierra me llama

La tierra me llama, la tierra me llama: mi madre.
Abre cordialmente la puerta, negra y enorme,
Y espera que entre en su sencilla recámara,
En su recámara silenciosa y sin sol.

Mi madre me llama: ¡Ven, acuéstate, duerme!
Te cubriré con un cobertor ligero,
¡Te cubriré con el follaje amarillo, con el follaje marchito!

Los gusanos de la tierra, de mi madre,
Por largo tiempo gozarán de mí:
¡Habrá un rico festín en mi ataúd!

Teje para mí, tierra, teje una blanda alfombra de hierba
Y cúbreme con ella, a mí, cansado,
Cuando sueñe entre los gusanos.
Sobre mí, por siglos, temblará una estrella melancólica. 

Dragutin Tadijanović



Los lirios en el campo

Con paso silencioso me acerco a los lirios
En el campo; quebrado...Acaricio sus cabezas.
Ellos se mecen al viento, lentamente, lentamente.
Como si rogaran al Dios de los cielos:
Se inclinan y golpean con la mano sus verdes pechos.

Mis ovejas pastan en el campo. Mansas.
Entre las plantas jóvenes...El cordero se extraña con el lirio:
¿Tan blanco que es?
Las blancas nubes viajan por el cielo.

Mis ovejas están tristes. Y con tristeza pastan.
¿Dónde está ella, la que les musitaba melodiosamente?
Blanca, tierna, cariñosa...
Ah, ella ya no está...No está Lelia.

Dragutin Tadijanović




Luz de luna

Mira, detrás del bosque de robles, en el oscuro brillo y el silencio,
Se entrevió la luna. Roja. Y redonda.

El verano pasado, del banco al pie del castaño,
Miraba contigo, entusiasmado,
La salida de la luna llena detrás del bosque de robles,
En la blancuzca luz y en la risa.

¡Oh, qué frágiles juguetes somos
en las duras manos de los verdugos!

Estoy triste, y estoy completamente solo:
La luz de la luna esta noche riega tu tumba.
La luz de la luna esta noche sólo a mí me susurra
Que tú no estás, y no estás para siempre.

Oh, mucho, mucho, mucho después de nosotros
Otros ojos mirarán como miramos nosotros:

El día soleado se inclinó,
Las sombras de la noche se prolongaron;
Aparece la luna
Tras el bosque de roble, en el brillo oscuro y el silencio.

Dragutin Tadijanović



Perfume de lirios 

El crepúsculo pálido en el cuarto sin voces.
Las cortinas están cerradas.
¡Mis párpados cansados están cerrados! 

Yo veo dos velas de cera. Encendidas
al lado de su féretro. 

Ella duerme tan tranquila. Inmóvil.
Y sonríe. Los lirios alrededor del féretro
están paralizados. 

Sólo su fragancia flota alrededor del féretro.
Ella duerme. Y sonríe.
¡Se cumplió el deseo tuyo, Lelia, corazón!
El bosque de los lirios blancos alrededor de tu féretro. 

Perfuman.

Dragutin Tadijanović


Tiro el corazón bajo pies ajenos


Tú yaces, padre, en el cementerio de Rastusje,
sobre ti la noche desplegó sus alas,
oscura noche en la que descansan tus huesos;
no te levantas temprano, antes del amanecer no vas al establo
a echarles pienso a los caballos del pesebre.
Lentamente se pudre la cruz de roble
y el viento vuela sobre el cementerio
sin tocarte la cara como lo hacía cuando estabas vivo.
El rocío cae sobre el trébol al lado del arroyo;
en la casa la pobreza, la paz y el moho.
No me preocupo de formar familia
ni de que me brille en la cara la dicha hogareña:
la casa paterna, lejos de mí, se convierte en ruinas.

Dragutin Tadijanović






















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