Enzo Traverso

"El arte en toda época es un vector privilegiado en la conformación de un imaginario. Los sueños inconscientes de la sociedad muchas veces se expresan en la creación artística. Pero ahora la reificación del arte en el mercado es tan fuerte que esas posibilidades son ocultadas. En mi libro escribo sobre la bohemia del siglo XIX, que creo es actual. Hoy muchos artistas son bohemios, crean en condiciones de marginalidad, pero con mucha potencia. En movimientos como Ocuppy Wall Street había muchos artistas involucrados en esos movimientos. Hoy se puede ver eso en revistas como Jacobin en los Estados Unidos, cuya contribución es significativa."

Enzo Traverso




“En el siglo XX no sólo hubo totalitarismos y genocidios, sino también revoluciones.”

Enzo Traverso


"Las revoluciones son la irrupción de un nuevo sujeto histórico en la escena de la historia. Son realización de proyectos, proyecciones utópicas hacia el futuro pero también una movilización extraordinaria de sentimientos, de pasiones, de ideas que son encarnadas por cuerpos que actúan colectivamente. Para dar cuenta de esa característica de los procesos revolucionarios las ideas no son suficientes, es necesario tomar en cuenta otras dimensiones. Y creo que la iconografía, desde la fotografía y el cine hasta la pintura o los afiches, expresan esa dimensión emocional de la revolución mucho mejor que los textos teóricos en los cuales las ideas revolucionarias son codificadas, elaboradas. Hay toda una literatura sobre las revoluciones que restituye esa dimensión, pero considero que es importante no interpretar las revoluciones simplemente por medio de las fuentes convencionales, como son los archivos y los textos. Además, la historia de las revoluciones ya está hecha, hay muy buenos historiadores que escribieron sobre la Revolución Francesa, la Rusa, la Mexicana, la China, la Cubana. Entonces, mi proyecto era escribir un ensayo histórico sobre las revoluciones capaz de reflexionar críticamente sobre la experiencia revolucionaria, que tiene múltiples formas, variantes y expresiones según las épocas, los continentes, las culturas..."

Enzo Traverso



"El problema hoy es una ausencia de futuridad. En el libro, pero también en trabajos anteriores, problematizo la noción de presentismo, es decir el régimen de historicidad del siglo XXI como un tiempo sin futuro, que está comprimido en el presente. Eso es un problema para todos, porque creo que la derecha radical también está caracterizada por una incapacidad de proyección utópica hacia el futuro. El fascismo clásico tenía una idea de futuro, con mitos del hombre nuevo, la dominación racial, la regeneración de la nación... Un conjunto de mitos que eran una manera de pensar y de soñar el futuro. Y la izquierda, por supuesto tenía la ilusión de poseerlo. La idea era que la historia estaba marchando hacia el socialismo, entonces la clave para el futuro le pertenecía. Esas ideas se derrumbaron. Hoy tanto la izquierda como la derecha no tienen un proyecto de futuro. Las nuevas derechas son neoconservadoras. Su idea es que el futuro nos amenaza y entonces hay que volver a las soberanías nacionales, a la defensa de los valores tradicionales, de la familia, de las identidades étnicas amenazadas, y van contra la inmigración, el Islam y todo lo que puede poner en cuestión una idea tradicional de nación."

Enzo Traverso


"Ni la izquierda ni la derecha tienen hoy un proyecto de futuro." 

Enzo Traverso



"Pienso que es crucial a pesar de los cambios históricos que ocurrieron y del cambio de la naturaleza misma del intelectual en las sociedades. Hasta la posguerra el intelectual revolucionario tenía un perfil social bastante definido. Los intelectuales revolucionarios del siglo XIX y de larga parte del XX eran intelectuales marginales, bohemios, que tenían una posición social muy frágil. Actuaban, pensaban y vivían en una relación orgánica con los movimientos y los partidos revolucionarios pero fuera de las instituciones. En su mayoría fuera de las universidades, por ejemplo. Hoy, la gran parte de lo que podríamos llamar intelectuales son académicos de diferentes niveles, algunos muy precarios que pertenecen a lo que podríamos llamar una especie de “proletariado intelectual” del capitalismo tardío, y otros académicos bien instalados en las instituciones de investigación en las grandes universidades. Pero digamos que su posición social es muy diferente respecto a Karl Marx, Bakunin, León Trotski, Lenin, Walter Benjamin o José Carlos Mariátegui, todo un conjunto de figuras que dibujan esa constelación, esa trayectoria del intelectual revolucionario del mundo moderno. Hoy hay intelectuales que juegan un papel fundamental en la elaboración de un pensamiento crítico pero su rol es diferente que hace unos años."

Enzo Traverso




"Pocos acontecimientos en la historia del mundo moderno han causado un impacto tan profundo como aquel que produjo la Gran Guerra sobre la cultura europea; así como hay pocos puntos de inflexión en la historia tan imprevistos y devastadores como éste. Ya hemos visto que algunos intelectuales habían imaginado la posibilidad de una guerra. Algunos pensadores habían pronosticado incluso el advenimiento de un caos generalizado en todo el continente, recordando el incendio producido a causa de la Revolución francesa y las guerras napoleónicas un siglo antes, que cambiaron la faz de Europa. Las previsiones
no fueron refutadas, pero nadie pudo imaginar que se desataría una guerra total que transformaría al Viejo Continente, modificándolo no sólo en su aspecto político-social, sino también en sus estilos de vida, en sus mentalidades, en sus culturas y en sus modos de percepción.
El pesimismo cultural que se difunde en el seno de la cultura europea a fines del siglo XIX -cuando la idea de progreso es dejada de lado en beneficio de una visión de la modernidad como decadencia- no suscita el temor de una nueva guerra. Las catástrofes del mundo moderno, enemigas del hombre y de la naturaleza, se imputan a otros factores: el advenimiento de la sociedad de masas, la «era de las multitudes» y de la democracia, la degeneración física e intelectual de las naciones ligada a la urbanización y a la rebelión de las «clases peligrosas», la degeneración racial producida por el mestizaje, el crecimiento malthusiano de la población mundial, etc. Se presentan entonces diferentes escenarios de catástrofe inminentes, aunque casi ninguno de ellos hace prever millones de muertes causadas por una guerra total. O bien, el pronóstico era tan abstracto que neutralizaba el horror, como en el caso de los darwinistas sociales y los eugenistas, los cuales festejaban la invención de armas químicas y veían en una nueva guerra la posibilidad de seleccionar a los más aptos y así eliminar el excedente demográfico mundial. Este era el punto de vista de dos sabios británicos, sir Reginald Clare Hart y Karl Pearson. En un ensayo de 1911, el primero anhelaba «una guerra de exterminio implacable contra los individuos y las naciones inferiores», mientras que el segundo daba una justificación  biológica de la guerra en tanto que medio para reforzar la virilidad de las naciones.' Pero, a pesar de que estas teorías aparecieran como legítimas en el debate científico de la época y fueran tremendamente reveladoras de una predisposición intelectual que daría lugar en las décadas siguientes a los peores delirios nacionalistas y racistas, nunca se traducían en un proyecto concreto de exterminio. El optimismo de Comte y de Spencer, que habían visto en la sociedad industrial un vector de paz y de progreso, prevalecía. Fértil en diversos puntos de vista, el imaginario europeo se mostró incapaz de prever la Gran Guerra. Los intelectuales representan la imagen de esta ceguera."

Enzo Traverso
A sangre y fuego. De la guerra civil europea




"Vivimos en un mundo en el cual es capitalismo se naturalizó, aparece no solamente como un modelo económico sino también como un sistema de vida y un modelo de civilización sin ninguna alternativa. Lo que es muy diferente respecto al siglo pasado, en el que había alternativas. Durante décadas en el siglo XX la Unión Soviética no aparecía como un modelo o una alternativa deseable, o un modelo de democracia. Aparecía como un régimen muy autoritario. Pero su existencia misma comprobaba que el capitalismo no era el único modelo de organización del mundo posible. Ahora vivimos en un contexto en el cual ya una generación, la que participa en los movimientos feministas y LGTB, el de Occupy Wall Street, el Black Lives Matters, los indignados españoles u otros movimientos no conocieron otra cosa que el capitalismo. Entonces, uno de los objetivos del libro es mostrar cómo las revoluciones son la respiración de la historia, y cómo marcadamente después del advenimiento de la Modernidad, son uno de los medios de transformación social. La historia avanza por medio de esos saltos al futuro. Quería rehabilitar el concepto de revolución como una clave de interpretación de la Modernidad y de la historia."

Enzo Traverso


















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