Leslie Thomas

"Ella tomó el tren en Paddington, una hora tarde, y se sentó en el caliente compartimento mientras divisaba los grises edificios del oeste londinense. La tapicería estaba tan desgastada que carecía de ningún estampado. El barniz de la madera estaba marcado con rayas. La malla de los bastidores estaba rota. En los largos viajes, a menudo los militares dormían en ellas. Justo por debajo de los bastidores aparecía lo que parecían ser antiguas imágenes doradas de cómo había sido la vida antes de la guerra. La regata Henley, los botees y los remeros y las sombrillas. El camposanto donde Gray había escrito su elegía. El bastión del Castillo de Windsor, con su bandera izada.
Kate llevaba su mejor vestido y esperaba la reacción de sus padres. Hacía siete días que se había marchado y William había prometido -insistido- que se encontraría con ella en la estación.
Cuando el tren se movió más allá de las calles dañadas del extrarradio de Londres, el sereno verde de la campiña pudo ser divisado gradualmente a través de la ventana. Sauces y campos, granjas y graneros, el lento discurrir del Támesis y la pálida hierba bajo los puentes. Todos pensaron en lo hermoso que sería el final de la guerra. En el este, los rusos estaban cercando al enemigo. Italia se había rendido, pero los alemanes lucharon tenazmente a lo largo del país. Pronto Francia sería invadida, la resistencia había sido fulminada, la guerra terminaría y no habría más bombardeos. La vida fluiría pacíficamente sobre el Támesis. Eran esperanzas fundadas."

Leslie Thomas
Soldados y amantes



"En los días intermedios del mes de febrero, en el oeste de Inglaterra pudo disfrutarse de una breve primavera.
-Puedes ver la distante ciudad de Bristol en un día como éste- señaló Miller desde la ventana de su oficina. Sonaba como algún tipo de orgullo local. Su sustituto, el capitán Brand, dijo:
-¿Cuánto tiempo dijiste que has estado aquí?
Miller se dio cuenta de lo que había querido decir.
-Ocho semanas, dijo. Ocho frías y húmedas semanas. Para alguien como yo, se parece a Dakota. Para los británicos es algo normal.
Brand, con su rostro curtido con una distinción en combate, dijo: -Bueno, es un día agradable, sin duda. En esta época del año Seattle no es como Honolulu.
-Mira los globos de protección sobre Bristol, dijo Miller. De pronto comprendió que lamentaba tener que irse. Los globos flotaban en el cielo azul primaveral como pequeños pescados en una piscina. Los británicos tienen un chiste, se lo escuché a un chico en un show. Lo ponen en Taunton para todo el mundo, los GIs, los servicios británicos, las fuerzas aéreas, el personal hospitalario, todos. El comediante dijo que hay mucho material bélico norteamericano aquí ahora, son los globos que detienen el hundimiento del país. Brand dijo:
-Escuché en la radio que un divertido chico dijo que los elásticos que las mujeres llevan en sus bragas son demasiado débiles, basta un tirón para descolgarlos."

Leslie Thomas
Esperando el día












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