Abdón Ubidia

"Ahora estamos en la cuarta revolución industrial, la de la inteligencia artificial y la robótica, creaciones que, en algún momento, van a ser autónomas. Ahí sí cabría el término de poshumanos: esos poshumanos serán seres no humanos.
Lo mismo sucede con una utopía que ya parece realizable, por el proyecto de Elon Musk: los viajes a Marte, la colonización de Marte. ¿Qué pasará? Si llegan los humanos a ese planeta tendrán que sufrir una gravedad distinta y saben ustedes todos los estragos que eso provoca, incluso en los pocos meses que los astronautas están alejados de la Tierra. Una gravedad distinta, una atmósfera que, al ser menos densa, hará que el influjo de los rayos cósmicos sea inmenso. Quiere decir que esos serán poshumanos, quizá no humanos, quizá muy distintos. La experiencia nos dice, gracias a estas razas de perros y gatos que los humanos hemos inventado, que se necesitan pocas generaciones, tres, cuatro, para que los cambios, las mutaciones sean patentes. Ocurrirá así allá. Pero digamos que, por un defecto de fábrica, esos poshumanos serán más inteligentes que nosotros. Será lógico que ya no tengan una inteligencia humana, como la nuestra, sino poshumana. Será otra especie."

Abdón Ubidia



"En mis cuentos, construyo un armazón con la idea de las cuatro revoluciones industriales que ha habido."

Abdón Ubidia



"Es difícil no ser autobiográfico. Si le agregas una ración de fantasía a las personas y hechos  reales que has vivido o conocido obtendrás relatos fantásticos. En uno de ellos referí, casi con pelos y señales, la primera vez que me enamoré perdidamente cuando tenía diez años. Salvando los cantos telepáticos, todo fue como lo cuento."

Abdón Ubidia



"La tecnología antigua se anticipaba a la ciencia en el descubrimiento y manejo de la naturaleza (el fuego, la electricidad). Hoy es al revés. La tecnología (nuevos materiales, etc.)  es ya un producto de la ciencia. El alejamiento con la naturaleza es evidente. La extrapolación es esa: invertimos la relación, forjamos otra naturaleza, otra ecologíahecha de artilugios electrónicos sin los cuales ya no podemos sobrevivir (computadoras, celulares, satélites). Como escritor, apenas puedo reseñar esa extrapolación y anticipar otras perversiones."

Abdón Ubidia



"Más que enseñar la creatividad, hay que despertarla, pues muchos la tienen adormecida. En tal sentido, el Taller solo será un estímulo adecuado."

Abdón Ubidia




"Protegía la puerta de los abarrotes La Ermelinda, una reja de un metro de altura, hecha de varas de madera terminadas en punta. Era La Ermelinda una de las últimas tiendas que aún Conservaba esa valla. Al lado derecho de la puerta estaba la vitrina repleta de panes, palanquetas, moncaibas, dulces de guayabas y unos cuantos moscos prisioneros que danzaban sobre ellos. Más allá, los tarros verdes y las bateas con plátanos de semaqueños, tomates, cebollas. Detrás de las bateas, el mostrador con los vidrios grasientos y el tablero rayado de profundas cortaduras. Sobre él, en el centro, como un santo en su altar estaba la roja balanza con plato de hojalata, rodeada de los frascos llenos de caramelos y chocolates y chicles. Al fondo, a modo de pared divisoria, se alzaba la estantería de los aceites, licores, conservas, jabones y afines. Y hacia la izquierda, en plena tiniebla, hallábase el rincón dedicado a los quintales de papas, arroz y azúcar.
A las nueve de la mañana, una de las hijas de Don Nacho quitaba la valla para dar paso a la cola de vecinas que venían a hacer las compras del día. A las once, la valla volvía a su sitio y la tienda se quedaba casi solitaria.
[...]
Eso estaba bien para las poesías. En la vida práctica, el Maestro había comprobado que el tiempo tiene sus remansos, sus lentitudes, sus esteros, en los cuales casi nada pasa y, al contrario, tiene también sus remolinos vertiginosos, en donde todo se revuelve y gira y se atornilla, así, como en los remolinos de los ríos.
Bastaba verlo en su taller. Días muy largos, como esos de julio, en los que el tan ansiado verano le trajo el sol, el cielo azul, los alegres ventarrones, pero, además, muy pocos autos que arreglar. Días demasiado cortos, los de enero y los de marzo, por ejemplo, cuando le faltaron operarios, espacio, horas libres, debido a la cantidad de trabajos que tuvo que hacer.
Bastaba verlo en la crónica roja de la ciudad. Prolongados períodos en los que no ocurría nada: una paz, una calma chicha, una modorra digna de una aldea. Y de pronto: la irrupción de crímenes alucinantes: cinco taxistas de Santo Domingo asesinados, o un descuartizado en San Francisco, o el Monstruo de los Andes violando y matando a decenas de niñas muy tiernas.
Bastaba verlo en la política de los últimos días: cuando los ánimos están ya tranquilos los precios de los víveres se elevan, el presidente habla, los sindicatos protestan, los choferes se declaran en paro para que les suban los pasajes.
Pero en aquellos remolinos del tiempo había algo más que ver: las coincidencias. Las coincidencias y las sorpresas que se producían, entonces, acaso como un pretexto para que el destino anudase los extremos más dispares. Y de esos revoltijos siempre salían acontecimientos nuevos."

Abdón Ubidia
Sueño de lobos


"Si no fueras mi amigo, no te contestaría esa pregunta. ¿Y por qué no? ¿No tenemos grandes científicos? ¿No somos los consumidores contumaces de las más nuevas tecnologías? ¿No tenemos las más grandes reservas de los materiales que precisa la tecnología de hoy, tierras raras y demás? ¿No somos las víctimas más obvias de la imposición de  transgénicos y fármacos de última generación, aún no bien probados? De otra parte, el doctor Patarroyo y también los cubanos ¿no han hecho grandes aportes a la medicina actual? Sin la ciencia y la tecnología, el mundo actual es impensable. ¿Cómo no nos va a interesar la ciencia y su metáfora obligada: la ciencia ficción?"

Abdón Ubidia



"Todas las sociedades actuales están no solo influenciadas por la tecnología sino esclavizadas a ella."

Abdón Ubidia




"Uno de los problemas que encontraba la robótica en sus comienzos era que los robots humanoides se tropezaban con cualquier cosa porque les faltaban algunos ingredientes: la capacidad de error que tiene el cerebro humano, pero sobre todo el sistema de emociones y el “sistema ético”. Entonces inventaron softwares que les permitían sentir emociones humanas. Hay algunos robots que ya pueden actuar, más o menos, con comportamientos humanos. Estamos hablando de un cerebro, de una conciencia casi humana. Y, si les creemos a Sartre y demás filósofos, de los cuales soy partidario, la conciencia no es un recipiente vacío. La conciencia es mundo. O sea, es parte del mundo en que está alojada, no termina en los límites de nuestro cerebro, sino que está inserta en el mundo de la realidad que le rodea. La conciencia de los poshumanos, humanoides o nuevos marcianos va a ser una conciencia distinta, que se incorporará a un nuevo hábitat y a una nueva historia."

Abdón Ubidia








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