Ana Ibáñez González

"A veces confundimos ansiedad y estrés. Es lógico, ambos nos hacen sentir mal, nos aceleran y nos invaden de miedo. Sin embargo, hay una gran diferencia.

"Te pongo un ejemplo. Antes de un examen sientes estrés: te transpiran las manos y se te cierra el estómago. Sin embargo, ansiedad es estar en tu casa, en un ambiente tranquilo y en teoría seguro, y tener tu cabeza llena de preocupaciones con pensamientos negativos que te acechan constantemente", aclara la experta en cerebro. 

Mientras que el estrés ocurre en un tiempo limitado, cuando estamos frente a algo que nos estresa, la ansiedad no necesita que esté presente en ese momento ningún elemento estresante.

Cuando hablamos de ansiedad, es como si nuestro cerebro estuviera viendo "visiones" de una situación estresante, aunque ahora no exista ningún estrés o peligro real. Es decir, es un producto de nuestra mente, de nuestra imaginación, y puede durar mucho tiempo, años, incluso."

Ana Ibáñez González




"Agendarse entre 20 minutos y media hora al día de placer autoculpable es una gran herramienta para nuestra salud mental , pero también para la salud cerebral."

Ana Ibáñez González



"Ante una situación nueva, siempre vamos a sentir miedo, es algo biológico porque nuestro cerebro tiene como objetivo mantenernos a salvo. No podemos evitar sentir una cuota de miedo ante algo nuevo. Es sano y es lo que tiene que ser, pero podemos darle distinta intensidad a ese miedo. Se puede calmar al cerebro si somos capaces de convencer al cerebro de que va a terminar bien. Visualízate con la acción terminada, o busca el refuerzo positivo a través de personas que te alienten de que esa situación va a tener un final feliz. Busca memorias pasadas, recuerda que ya has pasado por situaciones parecidas y lo conseguiste. Haz ese ejercicio y busca razones para tranquilizar a tu cerebro es el camino."

Ana Ibáñez González




"Creo que se ha convertido en una frase hecha. Lo cierto es que el cerebro sigue siendo aún un gran desconocido. Por mucho que sepamos cada día más de él, aún es mucho más lo que desconocemos que lo que conocemos. Sería imposible decir si utilizamos un 10 o un 30%…", señala Ana Ibáñez. 

La experta, sin embargo, señala que debemos darle la vuelta y verlo como algo positivo: esta infrautilización no nos debe caer como una losa, sino como la esperanza de que tenemos muchas capacidades cerebrales aún por descubrir y es el momento de lanzarnos a ello.

Para ello, la neurociencia y la neurociencia aplicada está haciendo grandes avances en investigar cómo sacarle más partido a nuestro cerebro, no solo en términos de eficiencia, sino de bienestar y felicidad. "Es lo que yo llamo la conquista de la riqueza cerebral o riqueza mental. Seguir descubriendo cómo activar más áreas y potencial cerebral."

Ana Ibáñez González




"¡Depende tanto de cada persona! Hay personas que tienen la facilidad de cambiar y eso es una facilidad que tienen unos respecto a otros. Una persona puede ser a nivel cerebral muy flexible y si además lo trabaja y tiene la facilidad para luchar contra esta impronta que es el temperamento, en esta persona puede ser que todo sea cambiable. Mientras que, para otra persona, ese temperamento o esa carga que lleva genética puede ser muy fuerte y la tiene muy arraigada y por su flexibilidad cerebral le cuesta más, porque todos somos cerebralmente distintos. Para esa persona la posibilidad de cambio -que por supuesto existe- igual se queda en un 40 por ciento de posibilidad de cambio porque es que para ella cambiar es como subir el Everest. Creo que de verdad depende de cada persona y de cómo es el ambiente, porque hay ambientes que son muy propicios para el cambio y hay personas que, cuando el ambiente es propicio para el cambio, lo usan al máximo. Pero es que hay ambientes que son nefastos para el cambio. Al cerebro yo lo veo tremendamente cambiable, pero tienen que darse muy buenas condiciones para el cambio; tienes que tener un ambiente que te permita cambiar."

Ana Ibáñez González



"El amor reduce mucho el miedo que siente nuestro cerebro. Cuando sentimos amor nuestro cerebro reduce mucho la necesidad de trabajar para defenderse de peligros, se siente más seguro y analiza el mundo como un lugar más amable. Es capaz de reducir la activación del circuito cerebral del miedo y activar más el circuito de la motivación. De nuevo poniendo en funcionamiento áreas cerebrales que nos hacen sentir bien, con buena energía, buen ánimo, pudiendo descansar, etc.

Hay numerosos estudios donde se aprecia por resonancia magnética funcional (IRMf) cómo el cerebro funciona de una manera mucho más eficiente cuando se le pide a la persona conectar con emoción de amor pensando en seres queridos o en sus mascotas."

Ana Ibáñez González




"El entrenamiento cerebral te conecta tanto con tu intuición y con esta sabiduría interna, que tú mismo empiezas a encontrar soluciones a algo a lo que antes no le veías la solución."

Ana Ibáñez González




"El miedo en nuestro cerebro se activa sobre el eje de los núcleos amigdalinos, el hipocampo y los lóbulos prefrontales. Cuando tenemos miedo, nuestro funcionamiento normal se altera: los núcleos amigdalinos bloquean el hipocampo y los lóbulos prefrontales. "De alguna manera, podríamos decir que se 'olvida' de ellos. Y esto es terrible porque son precisamente estas estructuras las que nos pueden sacar de la parálisis del miedo", explica la neurocientífica.  

Continúa explicando que el hipocampo podría combatir esa sensación de miedo dotándonos de recuerdos y emociones guardadas que nos pueden dar seguridad; los lóbulos prefrontales, entregándonos la sabiduría necesaria para la reflexión, el análisis de la situación y las acciones a realizar para hacerle frente. Pero no siempre ocurre así. 

Esto acelera nuestro corazón y el flujo sanguíneo que riega algunas áreas de nuestro cuerpo (las más necesarias para la supervivencia), lo que, inevitablemente, ralentiza el riego de otros órganos que el cerebro considera "menos esenciales".

Esto afecta, por ejemplo, a nuestro tubo digestivo. La conexión del cerebro con el intestino a través del nervio vago se ve claramente afectada en situaciones de miedo. Es por eso que las personas que sufren miedo de manera sostenida presentan a menudo alteraciones en sus funciones digestivas, que se materializan en forma de alergias, intolerancias, malas digestiones, inflamación, colon irritable, etcétera. 

El miedo hace también que la neuroquímica que libera nuestro sistema esté dominada por el estrés; el cortisol es la hormona que predomina en situaciones de estrés y que sus niveles sean altos y se mantengan en el tiempo nos perjudica mucho a nivel físico."

Ana Ibáñez González





"El miedo no hay que afrontarlo, sino atravesarlo e imaginar un final feliz."

Ana Ibáñez González




"El placer culpable se logra con actividades que nos apetecen y que no tienen más objetivo en sí mismas que el de hacernos disfrutar."

Ana Ibáñez González




"Emociones y estados de ánimo no son lo mismo y tendemos a confundirlos. No podemos evitar que nos  invadan distintas emociones, de hecho, a lo largo del día somos una verdadera “montaña rusa” de emociones y podemos sentir alegría, tristeza, rabia y asco en el transcurso de muy pocas horas. Sin embargo los estados emocionales son emociones que “anidan” en nosotros durante un tiempo y sobre ellos sí que podemos influir.

Es decir, no podemos controlar sentir tristeza o angustia, pero sí podemos evitar que se alojen en nosotros y se conviertan en un estado emocional que nos conduzca a la depresión o a la desesperanza. Por eso, es muy importante hacer la distinción. 

Podemos utilizar nuestros pensamientos y cuerpo para cambiar nuestros estados de ánimo. Podemos “engañar” una vez más a nuestro cerebro para que no deje que determinadas emociones hagan “cuerpo” en nosotros para evitar sumergirnos en estados de ánimo que no queramos. Y por supuesto, funciona también en el otro sentido. Podemos utilizar nuestros pensamientos y cuerpo para conseguir estados de ánimo mejores."

Ana Ibáñez González




"En la actualidad ya se sabe que la conexión entre lo físico y lo mental se asemeja a una vía de doble sentido. "Si quieres sentirte mejor mentalmente puedes utilizar tu cuerpo para lograrlo y también al revés, puedes estar mejor físicamente si tu mente lo está".

Existe una influencia directa de uno sobre el otro. Y todos lo hemos vivido: si estás muy preocupado por algo, notas tensión en las cervicales, por ejemplo, o te duele el estómago (tu mente está influyendo en tu salud física), y después de bailar o hacer yoga es muy posible que tengas pensamientos más positivos (tu cuerpo está influyendo en tu salud mental).

En mis entrenamientos cerebrales hacemos consciente a la persona de cómo atraer mejores estados mentales a través del cuerpo y cómo beneficiar al cuerpo a través de pensamientos dirigidos. Están absolutamente relacionados."

Ana Ibáñez González



"En realidad lo que nuestro cerebro puede lograr es no malgastar energía y, por tanto, hacernos ahorrar energía y hacernos sentir con más energía por la activación de áreas más sofisticadas de nuestro cerebro. Lo logramos cuando conseguimos bajar la activación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (HPA), es decir cuando reducimos el estrés cerebral y provocamos más activación de nuestro córtex prefrontal. Explicado de manera simple, logramos reservar y vivir con más energía cuando nuestro cerebro no siente que estamos amenazados, con lo cual no activa sus circuitos de estrés sino que activa áreas cerebrales más sofisticadas que nos permiten vivir con más serenidad, perspectiva y capacidad de reflexión."

Ana Ibáñez González



"Es importante saber que somos seres energéticos y que la energía no se crea ni se destruye es la que hay, pero podemos transformarla. Cuando estás con energía baja, lo de alrededor te influye mucho más porque no llegas a los niveles necesarios para cambiarla por algo positivo. Es esencial tener un buen estado energético para poder lidiar con lo exterior. Creo que cuando nos centramos en el amor, teniendo una mirada amable hacia nosotros y hacia los demás, conectamos con la mejor de las energías. Cuando hacemos esto, nuestro corazón tiene tal electromagnetismo que nos lleva a un lugar mejor. 

Tenemos que ser conscientes de que a veces vamos a recibir energía muy dura y tenemos que transformarla. ¿Cómo? Hay que conectar con el amor, el agradecimiento y con cosas físicas como un rato de música y el movimiento del cuerpo, con ejercicio, caminando o con algún deporte."

Ana Ibáñez González




"La ansiedad es la forma que tiene tu cerebro de decirte que está muerto de miedo."

Ana Ibáñez González




"Lo que necesitamos es "quitarle miedo" a nuestro cerebro y mostrarle que no tiene por qué sentirse tan amenazado. Por supuesto, la ayuda desde lo corporal, ya sea con deporte, estiramientos, baile o cualquier tipo de movimiento, ayuda mucho, porque al hacerlo nuestro cerebro produce unas ondas cerebrales que se llaman alpha y nos producen calma y relajación. Pero también podemos hacerlo desde procesos mentales, calmando a nuestro cerebro mediante visualizaciones donde podemos imaginar que esa situación estresante tiene un final feliz o traer a nuestra memoria situaciones ya vividas donde también estuvimos estresados y las superamos con éxito.

La neurocientífica señala que para tratar la ansiedad necesitamos pautas concretas para calmar a "este niño asustado que hace una rabieta" en el que se convierte nuestro cerebro cuando tenemos ansiedad."

Ana Ibáñez González


"Nuestro rendimiento mental y cognitivo aumenta cuando nuestro cerebro se siente seguro, sin amenazas ni alertas que pongan en peligro nuestra supervivencia. Si estamos pasando por una etapa emocional complicada, notamos cómo nuestro rendimiento mental y nuestra concentración disminuyen. Esto ocurre porque nuestro cerebro se pone en modo alerta, funciona desde la supervivencia activando mucho unas áreas cerebrales muy concretas, como son los núcleos amigdalinos (o conocidos como amígdala), y retira riego y activación de otras áreas más sofisticadas del cortex prefrontal, que son las encargadas del pensamiento reflexivo, la concentración o la memoria, entre otras muchas habilidades cognitivas.

Por eso, "para aumentar nuestras habilidades cognitivas, debemos buscar "encerrarnos" en burbujas que creamos para nosotros de confort emocional, incluso cuando estemos en una etapa donde no exista ese confort, pero podemos llevar a nuestro cerebro a que cree esta "isla de confort" dentro de un océano que puede que esté muy removido a nivel emocional."

Ana Ibáñez González



"Si nosotros despistamos o engañamos de alguna manera a nuestro cerebro para romperle un patrón que tiene automático, ese impasse es muy interesante desde el punto de vista de la neurociencia porque es ahí donde se queda como perplejo y permite que entren conexiones neuronales nuevas. Y ahí entra esa simpleza del cerebro, es decir: como sabemos que nuestro cerebro tiende a las dos grandes fuerzas cerebrales, que son el miedo y el amor -que son las dos grandes fuerzas cerebrales y fisiológicas-, si somos capaces de sorprenderle para que cuando vaya a sentir miedo sorprenderle con algo y sacarle de ahí para que vaya a otro lugar; sorprenderle para que pase del miedo al otro circuito, que es el de la motivación y el del amor, el de funcionar desde otro lugar cerebral mucho más abierto y sofisticado…si conseguimos eso, se soluciona casi todo, casi todo."

Ana Ibáñez González



"Tenemos que buscar siempre las situaciones de equilibrio sabiendo que la vida nos desequilibra. Debemos llegar a estar cómodos en el desequilibrio sabiendo que volveremos a encontrar el equilibrio. Hay épocas de demasiado esfuerzo, es normal y no pasa nada… Hay que identificarlo y poner la mirada en la búsqueda de mayores ratos de placer, para hacer balanza. Hay que ser consciente de ello y poner de lo que falte en cada momento. El ser humano buscamos la homeostasis, el equilibrio. En la mente nos ocurre lo mismo, tenemos que jugar entre los extremos."

Ana Ibáñez González



"Un cerebro que confía es un cerebro que está mucho más flexible, abierto y receptivo. Cuando nos llega una persona con confianza, sabemos que vamos a hacer todo el proceso mucho mejor."

Ana Ibáñez González









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