Antonio de Undurraga

ELEGIA AL PIE DE LA GÁRGOLA

Golondrinas náufragas, viscosas
golondrinas cayendo
en el más puro vacío.

Hay un maniquí morado
para uso de frías lágrimas

Y hubo una gota que resbalaba
por una lengua de mármol.
Mi infancia ya era:

Terciopelo herido que cubre una gárgola
Y yo era aún la estatua de un niño,
cuando en mi taza de musgo
recogí las lágrimas de un dios adulto.

Y aunque podría hablaros de la herida,
de la herida sin lengua, ni raíces
que llagó y llaga sin tregua mis arbustos íntimos,
decidlo gritadlo también sin tregua:

Antonio de Undurraga,
fue herido al pie de una gárgola y sus palabras
flotaron en sangre. Su retórica fue hecho y fabula de pelícanos.

Antonio de Undurraga



"En efecto, abrí los evangelios con fines exegéticos en 1962 (26 años después de haberlos leído, acuciosamente, cuando era un joven), para ver hasta donde era efectivo que las ideas colectivistas de los siglos XIX y XX habían tenido a Jesús por progenitor remoto en Occidente. Realicé la lectura y vi que ello no es cierto. Entonces, como era lo natural, me movió la inquietud de dar a conocer un Jesús que lindara con el auténtico.
[...]
¿Pero cómo salir a la búsqueda del Jesús más auténtico? Cuando era muchacho y leí la Biblia me di cuenta de que la poesía lírica podía ser prueba histórica. Al leer los Salmos de David me percaté de que en ellos estaba un trasunto, quintaesenciado, de lo que afirmaban las crónicas sobre este impostor genial que se hizo coronar rey. En los salmos escuché su dolor recóndito, su gran tristeza, sólo confiada en Dios. Sentí su dolor ante la envidia, el vituperio y la bajeza humana. Nunca lo reconocieron del todo. Nunca."

Antonio de Undurraga
Jesús el desconocido



PORTACELI

Llagas, si muchas llagas
que en el vacío, mudas se prolongan.

Creedme: Soy sólo un costado de barco
sanguilonento, húmedo
y estoy sujeto a la eternidad
como un buzo cargado de relojes.

Cargado de sangre, de desdicha
y una gelatinosa demencia de ostras.

Mi lecho es de agujas
Empero, como un murciélago clavado en el muro
mi corazón aún yace.
Y en medio de una umbría de gargantas sordas
Hoy grito en la soledad
como una isla cubierta de designios.

Pero la soledad y el vacío me roen los labios.

¡Oh tú maniquí o huésped que moras en la niebla,
dadme la orilla y la luz oculta para elevar
mi oscuro globo de golondrinas!

¡ Oh tú distante huésped, reduce mi vacío,
tú sabes que he puesto pez de castilla a mi lengua
y que va pegada a mis llagas
como los pies de la domadora a su caballo.

¡Portaceli, bóveda y luz, cúpula y sangre
para tan largo viaje!

¡Oh huésped inconsútil, creedme:
El corazón me pesa demasiado
Y he resuelto: abandonarlo a una tribu de babosas.

Antonio de Undurraga



TIEMPO SUMERGIDO

Voy hacia tu espíritu y gravito
en las columnas de tu cuerpo desnudo.

Pero el tiempo cae en negros pedazos
Y tú lo extiendes como al puente cortado en un abismo.

Yen los muros del llanto vacío
en el centro de un océano de agujas
o en el lomo de un glauco horizonte muerto,
me palpo como un jinete que perdió los muslos
o como el marino que al pronunciar el nombre de su nave,
pájaros suicidas le devoran los labios.

Voy hacia tu espíritu, habito en tu piel
y me anuda la sombra de tu cuerpo precioso
como la goma, el llanto y los ciervos heridos.

Pero en cada velamen naufragan miríadas de plumas
Y hay péndulos enajenados que miden la agonía
de un hombre desnudo y devorado por su sangre
El hombre que pretendió ahorcarse en tu cintura.

Liquidas puertas girando
en inmensos bloques oceánicos
me amputaron los ojos y las manos
cuando sólo un suspiro era la distancia
que me separaba de ti.

He aquí por qué en los muros del llanto vacío
he aquí por qué en el centro de un océano de agujas,
aun te espero, y muerdo fríamente:
el diabólico muro que te cubre y oculta,
el pájaro litúrgico que te cierra los labios,
la gangrenada lengua que te aparta de mi.

Antonio de Undurraga










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