Arqueles Vela

Ancestral peregrino. Sigue el blanco camino
del olvido. No auscultes los abismos
que tienen extraños simbolismos
de paz... No es de esta vida nuestro fatal destino:
es de más allá... Hay algo luminoso que guía nuestro sino
y no comprenden los demás: el alma
que anhela ascender, la quietud y la calma
de los paisajes que ostentará el camino.
Corta las rosas de tu huerto. Bebe el agua de tu fuente
y mira constantemente
a tu interior...
donde brilla escondido fulgor.

Arqueles Vela



La Canción del Otoño

Al pasar
y aromar en el erial,
la primaveral
estación; sin pensar
en mi amargo despertar
llamó a mi vida otoñal.
Y de la fugaz primavera
me alejé, pobre árbol de la era,
al ensueño de letales congojas.
Y el viento desgarró mis sutiles canciones;
huyendo de mi corazón las ilusiones,
al ver el huracán bambolear todas mis hojas.

Arqueles Vela



"La puerta del Café se abre hacia la avenida más tumultuosa del sol. Sin embargo, trasponiendo sus umbrales, que están como en el último peldaño de la realidad, parece que se entra al "subway" de los ensueños, de las ideaciones."

Arqueles Vela


"Las tendencias antiguas sujetaron la emoción a un esquema, a un itinerario para presentarla como una obra de equilibrio arquitectónico, de orfebrería y no como una obra imaginal y emocional. Toda esa literatura está basada en una ecuanimidad que no tiene vida. Lo real y lo natural en la vida es lo absurdo. Lo inconexo. Nadie siente ni piensa con una perfecta continuidad. Nadie vive una vida como la de los personajes de las novelas románticas. Nuestra vida es arbitraria y los cerebros están llenos de pensamientos incongruentes. El ensueño no tiene la plasticidad, la claridad de los poemas novecentistas."

Arqueles Vela solía usar el seudónimo Silvestre Paradox
El Café de Nadie


"No tenía la seguridad de que fuese ella, pero su figura descolgada de mis recuerdos se estatizaba en la penumbra de un daguerrotipo.
Caminé tras ella con la paradoja de que era Ella, de que su voz submarina volvería a colorear la esponja de mi corazón que se llenaba continuamente de remembranzas de ellas.
Su andar ligero impulsaba mi astenia. Casi me arrepentía de haberla dejado instintivamente a la orilla del mar o en la habitación oscura de un café.
El contacto inesperado con la multitud hacía balbucientes mis ideas, mientras ella se alejaba con mayor rapidez de mi memoria.
Cuando casi me decidía a confesarla mis presentimientos, se perdió al través del cristal de la vitrina de un almacén.
La contemplaba imaginariamente. Quería retener sus contornos, sus miradas, sus sonrisas.
Adivinaba sus movimientos para desasirse de mí, para librarse de mí...
Se quedaba para siempre entre perfumes, embalsamada de alucinaciones, de esperanzas.
Se quedaba allí, eternizada. Se esfumaba...
No me quedaría de ella sino la sensación de un retrato cubista.
Una pierna a la moda con medias de seda, ruborizada de espejos... La otra en actitud de hinojosa... La insinceridad de sus guantes crema... Su mirar impasible... Su ropa interior melancólica... Su recuerdo con pliegues... Se disociaba en la vitrina de un almacén lujoso, infranqueable."

Arqueles Vela
La señorita Etcétera



Y con un poco de dolor y sonriente;
deshojé mi corazón indiferentemente,
como las hojas muertas del viejo exfoliador...

Arqueles Vela



“Yo, en verdad, no soy un hombre de multitudes ni de manifestaciones. No me gusta mucho la ostentación pública, de manera que yo no participé en ningún manifiesto. Yo más bien hice una propaganda desde el periódico y en las entrevistas que me hacían.”

Arqueles Vela








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