Cirilo Villaverde de la Paz

"Cristóbal Colón avistó por vez primera los signos paradisíacos de esta isla desde que tocó tierra en su extremo oriental. Fueron los años del primer descubrimiento. Alejandro de Humboldt mostró al mundo como explorador y naturalista las bellezas de Cuba como su segundo descubridor. Fui yo, Cirilo Villaverde, en Excursión a Vuelta Abajo, quien descubrió para las letras universales vida, paisajes y costumbres de estas regiones de Vuelta Abajo al amparo de la pupila creadora del señor Moreau con sus dibujos y otros amigos que me acompañaron en la más hermosa de mis aventuras."

Cirilo Villaverde



"... el caballo y el machete, además de su moza, son los ídolos del guajiro... ...después de la moza y el machete, no hay objeto, no hay diversión que llame tanto la atención del guajiro, como sus gallos y sus perros. Señaladamente con los primeros delira. ¿Qué gloria mayor para él que la de verlo triunfar de su contrario en medio de la valla y ante un concurso numeroso? ¿Y cuando con tamaño pico abierto, teniendo ya al enemigo a sus pies tendido, sacude las sangrientas alas, y en un sonoro canto anuncia su vencimiento? Si en alguna cosa tiene fe el guajiro es en su gallo... ...por lo común, son alegres, de mansa condición, dados al trabajo, generosos y amigos fieles, apasionados y entusiastas..."

Cirilo Villaverde



"... lejos de inventar o de fingir caracteres y escenas fantasiosas o inverosímiles, he llevado el realismo, según lo entiendo hasta el punto de presentar los principales personajes de la novela con todos sus pelos y señales, como vulgarmente se dice , vestidos con el traje que llevaron en vida, la mayor parte bajo su nombre y apellido verdaderos, hablando el mismo lenguaje que usaron en las escenas históricas en que figuraron, copiando en lo que cabía, d aprés nature, su fisonomía física y moral, a fin de que aquellos que los conocieron de vista o por tradición, los reconozcan sin dificultad y digan cuando menos: el parecido es innegable.
...fuera de Cuba, reformé mi género de vida: troqué mis gustos literarios por más altos pensamientos; pasé del mundo de las ilusiones, al mundo de las realidades..."

Cirilo Villaverde


"Mi segundo apellido: de la Paz. Fui el sexto de los 10 hijos que tuvo don Lucas Villaverde, prestigioso médico que servía en el ingenio Santiago y las propiedades de los Laza en las cercanías del poblado de San Diego de Núñez.
Para la literatura cubana soy el más importante novelista del siglo XIX con una obra que ha bastado para inmortalizarme: Cecilia Valdés. Para los historiadores he sido el hombre síntesis de ese mismo siglo, pues nací en su primera década y morí en las vísperas de la Guerra del 95. Para los pinareños soy el primer descubridor de su riqueza ecológica, de los moradores en ese siglo y de sus paisajes paradisíacos a través de mi Excursión a Vuelta Abajo."

Cirilo Villaverde




"... ningún novelista cubano ha hecho, como yo, una inserción tan honda en la nación criolla y su idiosincrasia para mostrar la realidad. Más rica aún es la caracterización de muchos de sus personajes en franca paradoja con el protagónico femenino que a la postre ha devenido más que eso, en un mito, una leyenda, lo que obviamente me ha hecho exclamar: “Cecilia soy yo”. Cabe señalar, entre tantos, a Cándido Gamboa, desalmado, aristócrata y negrero; Leonardo, de juventud enervada en la opulencia, la holgancia y la abulia, frívolo y envilecido; José Dolores Pimienta. músico-sastre descrito en su condición de mulato. En tanto el coro femenino no es menos acucioso con Adela, Rosa, Señá Josefa, María Regla, doña Rosa Sandoval e Isabel Ilincheta, pues si algo quise enfatizar a plenitud fue el temperamento femenino.
Estos son los hechos y personajes de mi testimonio, sin olvidar a Emilia Casanova, mi esposa y más fiel crítico en la conclusión definitiva de esta obra que escribí con tanta pasión para mis paisanos y más que eso, para el futuro."

Cirilo Villaverde



"Por fin llegó el día fatal, y probablemente, su padre, se pasó la noche como la anterior, formando vaporosos castillos en el aire, proyectos y cálculos lisonjeros, que al compás de las horas se desbarataban lo mismo que las nieblas al compás del calor solar.
Resuelta a no dejar solo a su padre ni un punto en el trance amargo que le preparaba la desgracia aquel día, conoció que necesitaba de toda su astucia, de toda su discreción y de toda la fuerza de su alma apasionada para retenerle en casa y hacerle más llevadero el golpe terrible.
El mercader le había cobrado tal afición a su tienda, estaban de tal modo encarnados en su corazón el oficio y la granjería en que empleó más de un tercio de su vida, que era un sacrificio inmenso, superior a sus fuerzas, el que exigían de él el honor y la necesidad de consumo."

Cirilo Villaverde
Dos amores



"Sin más se desprendió él de sus brazos y salió a la calle. Cecilia, a poco, con el pelo desmadejado y el traje suelto, corrió a la puerta y gritó de nuevo: -¡José! ¡José Dolores! ¡A ella, a él no!
Inútil advertencia. El músico ya había doblado la esquina de la calle de las Damas.
Ardían numerosos cirios y bujías en el altar mayor de la Iglesia del Santo Ángel Custodio. Algunas personas se veían de pie, apoyadas en el pretil de la ancha meseta en que terminan las dos escalinatas de piedra. Por la mira de la calle Compostela subía un grupo numeroso de señoras y caballeros cuyos carruajes quedaban abajo. Ponían lo novios el pie en el último escalón, cuando un hombre que venía por la parte contraria, con el sombrero calado hasta las orejas, cruzó la meseta en sentido diagonal y tropezó con Leonardo, en el esfuerzo de ganar antes que este el costado sur de la Iglesia, por donde al fin desapareció. Llevóse el joven la mano al lado izquierdo, dio un gemido sordo, quiso apoyarse en el brazo de Isabel, rodó y cayó a sus pies, salpicándole de sangre el brillante traje de seda blanco. Rozándole el brazo a la altura de la tetilla, le entró la punta del cuchillo camino derecho al corazón."

Cirilo Villaverde de la Paz
Cecilia Valdés


"...  vi que el látigo estaba siempre suspendido sobre la cabeza de este, como el solo argumento y el solo estímulo para hacerle trabajar y someterle a los horrores de la esclavitud. Vi que se aplicaban castigos injustos y atroces por toda cosa y a todas horas; que jamás la averiguación del tanto de la culpa precedía a la aplicación de la pena; y que a menudo se aplicaban dos o tres penas diferentes por una misma falta o delito; que el trato era inicuo, sin motivo que le aplacara, ni freno que le moderase; que apelaba el esclavo a la fuga o al suicidio en horca, como el único medio para liberarse de ese mal que no tenía cura, ni intermitencia..."

Cirilo Villaverde






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