Fernando Corradi

"En nuestro artículo de ayer juzgamos al Gobierno de Espartero: en el de hoy dejaremos sucintamente consignada nuestra opinión sobre el que presidió el general O'Donnell. Seremos breves, porque la conciencia pública ha pronunciado ya la sentencia que condena al conde de Lucena y le señala a todos los partidos como uno de aquellos espíritus a quienes en el infierno del Dante rechazaban de consuno los ángeles fieles y rebeldes a Dios. […] Oculto detrás de Espartero durante dos años y cubierto con el manto de la inmerecida popularidad de su colega, preparaba con sus hechuras y parciales el cambio de 1856. Fantasma que se interponía entre Espartero y los verdaderos progresistas, […] Quería gobernar solo, y repetir en la Península, como presidente del Consejo de ministros, la dominación opresora que había ejercicio en la isla de Cuba como capitán general. Tenía una ambición de gigante con la capacidad política de un pigmeo. […] La conducta de O'Donnell después de su triunfo, preparado muy de antemano, no tiene ejemplo en los anales de las revoluciones. […] Armado de la piqueta y del martillo demolió con frenética complacencia todas las obras que se habían construido durante dos años. Anuló la Constitución de 1856, disolvió las Cortes constituyentes, extinguió la Milicia, atacó la desamortización, suspendió la venta de bienes del clero, atropello todos los derechos y todas las garantías. […] Pero ni las mismas instituciones que salían de su cabeza calenturienta llegaban a ponerse en ejecución. Quedaban solo escritas sobre el papel como notas de música: eran una letra muerta que no podían vivificar, aunque hubieran querido, O'Donnell y sus parciales; los desertores procedentes del partido moderado y los prófugos que habían abandonado al partido progresista. […] ¿Y todo para qué? Para restablecer el orden político de 1845, obra de los moderados y de que era fundador el general Narváez, jefe legítimo de este partido. […] ¿Y qué diremos de esos ex-progresistas que dieron decidido y declarado apoyo al poder dictatorial del conde de Lucena, que se levantaba sobre las ruinas de las instituciones fundadas por su partido; que hollaba nuestros principios; que restablecía la oligarquía opresiva de 1845, contra la cual habíamos constantemente protestado; que nos arrojaba al rostro hecho pedazos con la punta de su espada el Código donde habíamos consignado los derechos y las garantías de la Nación? Esos progresistas, si aun insisten en el nombre, no serán nunca nuestros amigos políticos. Entre ellos y nosotros hay un abismo. Para Espartero el olvido: para O'Donnell la expiación."

Fernando Corradi
«Sección política. Madrid 6 de noviembre», El Clamor Público, Madrid, jueves 6 de noviembre de 1856, página 1.












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