Henri Troyat

"El alcoholismo hace estragos en todas las clases sociales. Un hombre con lo q hay q tener bebe como una esponja. Luego se echa la siesta. Los comerciantes cierran la tienda a la hora de la digestión. Los hombres llevan barba, símbolo de su poder y su situación."

Henri Troyat
Iván el Terrible



"La fatalidad que regula las fases de la historia tiene una apariencia militar, mortífera y serena."

Henri Troyat cuyo verdadero nombre era Levón Aslani Thorosian o Lev Aslánovich Tarasov
Tolstoi



"Más lejos, en otra mesa, había señoras. Jóvenes y viejas. Todas tendidas hacia el mismo cálculo. Fascinadas. Inhumanas. Ricas. Y queriendo serlo más todavía."

Henri Troyat



"Siguió leyendo. Gérard, contemplaba aquel rostro que la luz del techo aguzaba en triángulo: «un Greco», hubiese dicho Paul Aucoc. (So pretexto de que visitaba museos durante sus viajes de vacaciones, aquel imbécil asignaba a cada rostro un parecido con algún cuadro conocido.) Si Luce hubiese podido ver a Lequesne en aquel momento, no cabe duda de que habría admirado aquella máscara sombreada en las sienes, en la barbilla, en las órbitas, aquella mirada plena, negra, inteligente, que se filtraba a través de las largas pestañas de muchacha. Por lo demás, ya le agradaba. En el casamiento de Elisabeth, Gérard había sorprendido en los ojos y en la voz de su hermana una ternura juguetona cuyo secreto adivinaba perfectamente. Pero, así como otro hubiese aprovechado la ocasión, Lequesne se batió en retirada. A Gérard le hubiese agradado que el muchacho cortejara a Luce, que la liberase de su marido, que hiciese reñir para siempre el absurdo matrimonio Aucoc. Y este deseo le parecía una prueba irrefutable de su propia buena fe. ¿Cómo se le podía acusar de egoísmo, cuando él deseaba que la joven esposa abandonase a su marido, no para volver a vivir en su casa, sino para ligarse a un muchacho digno de ella? Obraba verdaderamente en interés de Luce. Era verdaderamente la dicha de ella lo que perseguía. No sabía, sin embargo, qué repugnancia le impedía ser totalmente engañado por sí mismo.
[...]
Muebles modernos de superficies heladas como carrocerías, aparecían dispuestos a lo largo de las paredes. El piso estaba cubierto por una alfombra rubia como hojaldre tierno. De las paredes, pintados con grumoso color de serrín, colgaban cuadros muy pálidos que representaban raíles bajo la lluvia y recodos de acera. Y, en el hueco de un almohadón amarillo coñac, dormía un pequeño caniche blanco. Aquel decorado semejaba preparado para alguna exposición de grandes almacenes, inmóvil en espera de maniquíes de cera, deshabitado, inhabitable, muerto."

Henri Troyat
La araña













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