Horacio Vázquez-Rial

"Allí, en ese rincón perdulario, vino al mundo en una madrugada de frío hiriente Cristóbal Artola, hijo de una lavandera de rostro próximo a la hermosura y de un rufián de paso que le ofreció hacer la calle bajo su experimentada tutoría, y ante la negativa firme de la mujer, la dejó encinta y nunca más volvió."

Horacio Vázquez-Rial
Historia del Triste



"Cada gesto, cada deseo, cada proyecto, de los incontables que forman parte del individuo, tiene una historia, es hijo de millones de experiencias precedentes, de normas, hábitos y costumbres seculares que nos componen sin que seamos siquiera conscientes de su existencia, y que determinan conductas e identidades en un plano no racional. La historia se encarna en todos y cada uno de nosotros."

Horacio Vázquez-Rial



"El 11 de septiembre de 2001 sabía ya, por ejemplo, que la izquierda tradicional, fuese comunista, socialista o socialdemócrata, era antisemita, explícita o implícitamente, de forma consciente o inconsciente, pero ignoraba hasta qué punto. Sabía que esa izquierda no se había hecho cargo de problemas como la inmigración, el funcionamiento democrático o las relaciones entre países, asuntos en los que había salido al paso con respuestas tan ridículas como inadecuadas, del tipo del multiculturalismo, la política de masas o el pérfido imperialismo, cuando no con alianzas perversas con gobiernos de países expulsores de emigrantes como Cuba o Marruecos, pero no conseguía distinguir con claridad, o me negaba a ello por oscuras razones afectivas, que esas respuestas eran producto de un odio a Occidente –a la cultura de la que nació el pensamiento progresista, a la cultura de la Ilustración y la razón, y a las sociedades abiertas en las que prosperó– rayano en lo patológico y, desde luego, profundamente irracional. Sabía, en suma, que la izquierda había devenido reaccionaria, pero desconocía la medida real de su reaccionarismo. Pero entre el 11 y el 20 de septiembre de 2001, aproximadamente, esta se definió con toda precisión."

Horacio Vázquez-Rial
La izquierda reaccionaria 



"El hombre duro es una especie en extinción. Yo lloro por él. Pero, ¿necesitan las mujeres hombres así? El hombre duro tenla miedo, pero sabía manejarlo: el coraje del hombre duro consistía precisamente en hacer lo que tenía que hacer a pesar del miedo, contra el miedo. Hoy, sim­plemente, tenemos miedo. Los hombres y las mujeres. Y no lo podemos manejar porque no sabemos qué es lo que tenemos que hacer, por nosotros mismos o por los demás, ni qué es exactamente lo que tememos."

Horacio Vázquez-Rial



"El trabajo por sí mismo no libera a nadie, ni a hombres ni a mujeres. Sólo el saber libera, a hombres y a mujeres, uno a uno, una a una."

Horacio Vázquez-Rial




"Elena Vargas arreglaba algunas citas, por lo general nocturnas, para Mila. Conocía figurones, y hombres y mujeres verdaderamente poderosos, a los que invariablemente atraía la promesa de una hembra muy joven. Eran encuentros furtivos en pisos del Ensanche o en hoteles de tercera, alguna fiesta en que tenía que atender a más de una persona y donde la retribución solía ser muy generosa, o visitas piadosas a damas necesitadas de compañía y de consuelo que se extendían sobre sus carencias con la señora que les echaba las cartas.
Mila Solé conoció a Fernando Eguren en mayo, por obra de un acuerdo decidido por Elena. Debía ir a una celebración, el festejo de un hecho impreciso, y pasarían a recogerla después de las ocho. Eran condiciones habituales.
Un aire helado y húmedo se le pegó a la piel cuando salió a la oscuridad de la calle. Había ido por ella un chófer de uniforme, y ahora le seguía hacia el automóvil, estacionado a dos manzanas. Marchaba cuatro o cinco pasos detrás del hombre, que no se volvió en ningún momento para asegurarse de su presencia.
El coche era enorme, con la parte trasera separada de la cabina del conductor y aislada del mundo por unos visillos que cegaban todos los cristales. El lacayo abrió la portezuela y se hizo a un lado para dejarle paso.
[...]
El recorrido no fue corto. Nadie les había dicho a dónde les llevaban. Cuando el automóvil se detuvo y alguien abrió la portezuela desde fuera, vieron un cielo estrellado y sereno, y les alcanzó el sonido de una guitarra triste. Pusieron los pies sobre un sendero de grava. Abajo, a lo lejos, el mar respiraba con lentitud. Olía a pinos.
Una mujer les guió hacia la casa, una mansión de indiano, de las tantas que prosperaron en el Maresme, construidas con el sudor y la sangre de miles y miles de negros vendidos para el trabajo en los ingenios azucareros y en las plantaciones de café y algodón de América. Luces tenues se repetían en los lustres de las caobas de muebles y revestimientos. Al cesar la guitarra, sólo quedaron grillos: el silencio se oía con una claridad de camposanto. La criada les precedió por una escalera sin quejas y les hizo pasar a un salón."

Horacio Vázquez-Rial
La reina de oros






"La opción sexual no existe. Nadie elige ser el que es sexualmente. Nadie elige su deseo, ni su objeto de deseo, ni en un sentido amplio, ni en un sentido limitado."

Horacio Vázquez-Rial



"Las palabras, dice don Francisco Rodríguez Adrados, de la Real Academia, son como el chicle: todo lo tapan. Pero, al mismo tiempo, son el único medio por el que algo nos es revelado, de tanto en tanto."

Horacio Vázquez-Rial



"Mirjana era croata, como el mariscal Josip Broz: había nacido en un pueblo de las inmediaciones de Zagreb en 1927, de modo que, para cuando llegó la guerra, tenía trece o catorce años. Por esas fechas, finales de los treinta, principios de los cuarenta, ella ya vivía en la ciudad, ciudad cuyo nombre yo había asociado únicamente, hasta hacía poco, a una célebre orquesta de cámara: hasta hacía poco quiere decir hasta mi entrada en la juventud comunista, donde tanto aprendí. En el momento en que conocí a Mirjana, hacía poco que había iniciado mi relación con el comunismo, de tan largas consecuencias para mí, porque sin ella nada, absolutamente nada de lo que sucedió a lo largo de mi trayectoria personal hubiese sucedido de la forma en que sucedió, sino de otra, cualquiera, no sé cuál, pero otra.
Porque la historia no ocurre de la misma manera para todos, y no lo digo porque haya, como hay, víctimas y verdugos, vencedores y vencidos, y toda una larga lista de pares contradictorios, a una de cuyas mitades acaba uno adscripto a pesar suyo, o con el propio beneplácito, según lo que salga a la hora de hacer balance, y permíteme señalar que, por mal que suene a los oídos de esa izquierda reaccionaria, sí, resueltamente reaccionaria, ni tan siquiera populista, aunque sea ése el ropaje más frecuente, por mal que suene a los oídos de esa izquierda, que ha dominado en la mayor parte, si no del pensamiento en su conjunto, sí del pensamiento impreso, o del papel impreso, o del fárrago de consignas tan huecas como peligrosas, desde esa íntegra tontería de la imaginación al poder hasta el reconocimiento sádico de patria o muerte, socialismo o muerte, revolución o muerte, que es una de las señas de identidad de la segunda mitad del siglo XX, por mal que ello suene a los oídos de esa izquierda reaccionaria, decía, lo cierto es que esos pares contradictorios a los que me refería no poseen en cada escalón un sentido constante, o sea que, y por no salirme de los ejemplos que yo mismo he propuesto, víctima y vencido no tienen por qué ser categorías indeclinablemente ligadas, aunque nos hayamos habituado a ligarlas hasta el punto del reflejo imbécil, hasta el punto del movimiento intelectual incontrolado y hasta del movimiento físico incontrolado, hacia arriba y hacia abajo, el movimiento afirmativo, y afirmativo con todo el cuerpo, de los autistas, un movimiento afirmativo que no afirma nada, nos hemos habituado a pensar las dos categorías, víctima y vencido, juntas, y a comunicarlas juntas, por obra de una convención limitadora, constrictiva, la única que nos garantiza una identidad pública progresista, según el canon aceptado al respecto. Pues bien: yo he aprendido que se puede ser, por no salirnos del ejemplo, simultáneamente víctima y vencedor, verdugo y vencido, víctima y verdugo, vencido y vencedor. La historia no ocurre para todos de la misma forma, que a eso iba, y de ello resulta que un verdugo comunista no es igual a un verdugo nazi, ni a un verdugo católico, ni a un verdugo islámico, y en cada uno de los casos, por afinar apenas un poco más, sólo un poco más, porque se podría llegar mucho más lejos, en cada uno de los casos, están los matices que impone una opción sexual, según el verdugo sea, amén de comunista o nazi o católico o islámico, hétero u homo, paidófilo o violador con licencia, asesino nato o funcionario de la solución final como asunto de fe, o de la revolución socialista mundial como asunto de fe, o inquisidor o terrorista de la guerra de Alá. Si quieres seguir, sigue: considera en idénticos términos, por ejemplo, los matices debidos a un acomodo en lo social, según el verdugo, después de ejercer como tal, regrese a un hogar con mujer, con hijos, sin hijos, con madre posesiva, etcétera, etcétera. Ningún verdugo es igual a otro verdugo. Franz Fanon, a quien tal vez tú recuerdes como autor de una de las piezas cumbres de la izquierda reaccionaria, un libro para el que Sartre, en uno de sus alardes populistas, escribió un prólogo, prólogo que apareció en las primeras ediciones pero que después, ya muerto Fanon, y a causa de unas declaraciones del filósofo estrábico de las que se deducía un cierto apoyo a Israel, fue separado, excluido, anatematizado, censurado, borrado de todas las ediciones posteriores por la familia del autor: tal vez tú recuerdes a Fanon por ese libro, que se llamaba Los condenados de la tierra y fue una suerte de devocionario para los que participaban, participábamos de la revolución socialista imaginaria mundial, y causó daños irreparables en las cabezas de incontables jóvenes de buena voluntad, indefensos ideológicamente, en todo este hermoso planeta nuestro, en el que millones de hombres, hoy mismo, están sin comer porque, a todas las injusticias acumuladas a lo largo de miles de años, se ha sumado la oposición de los ecologistas a los alimentos transgénicos: tal vez tú recuerdes a Franz Fanon por ese libro, o por su activísima militancia, clandestina y célebre, célebre por su clandestinidad, en el proceso de independencia, no de descolonización, sino de independencia, de Argelia, y tal vez recuerdes, aunque esto ya es más improbable, que Fanon era psiquiatra."

Horacio Vázquez-Rial
Revolución



"No hay diferencia sostenible sin igualdad ante la ley: o se es diferente en la individualidad del ciudadano, o entramos en la carnicería generalizada. Pero tampoco hay igualdad sostenible sin diferencia: o se es individuo, o no se es ciudadano, sino zombie. Por eso no hay utopía que no sea totalitaria."

Horacio Vázquez-Rial




“No, no tengo miedo a la muerte. Ninguno. Soy agnóstico (…) pero he vivido según la norma pascaliana 'como si Dios existiera'.”

Horacio Vázquez-Rial



"Todo mito genera su opuesto, su contrapartida, su reverso."

Horacio Vázquez-Rial
























No hay comentarios: