João Ubaldo Ribeiro

"Brasil está lejos de ser el paraíso –o de ir camino del mismo– como muchos europeos imaginan. Incluso los taxistas en Europa me preguntan sobre Brasil, fascinados por su crecimiento. Pero nuestro país tiene problemas serios. Hay desvío de recursos, no sólo por corrupción, también por incompetencia administrativa. La inseguridad en las calles, la falta de un sistema penitenciario adecuado. La situación en el noreste, la maquinaria administrativa hinchada, la falta de saneamiento, los terribles problemas de infraestructura, los cuellos de botella en la exportación de nuestros productos. De pronto parece que la paciencia se agotó y la gente salió a la calle."

João Ubaldo Ribeiro




"Cuando llegó, se detuvo justo debajo del arco de la sala, sin nada debajo de la arpillera de los pantalones cortos. Inmediatamente vi que se trataba de una vestimenta apresurada, una fuerza irresistible empujaba la tela casi en el medio del muslo izquierdo. Cruzó las manos en una posición que ahora podría parecer divertida, pero que connotaba seriedad. Sentí un cosquilleo en el vientre. No estaba segura de por qué aquel hombre de color sabía que me habían insultado. ¿Y si sólo le enseñara a atrapar pájaros y leer algunas letras del alfabeto? Sólo recuerdo que pasó mucho tiempo y que mi respiración se aceleró. Luego vino la violación, una violación innegable. Su nombre era Domingo. Mis ojos miraban hacia las paredes, en medio del amargo recuerdo del sacerdote Vitorino en la clase infantil de catecismo, diciendo que el Domingo significaba el día del Señor, Dominus Vobiscum et cum spiritum tuum Introibo ad altare Dei ite missa est. Así se rezaba. Me sentí invadida por un torbellino, mis oídos zumbaban, pero me levanté la falda y le pedí que me acariciara. No recuerdo lo que me dijo. Recuerdo que escupió a un lado y dijo que nada de eso. Recuerdo que me miró y vio el lugar comúnmente bautizado con nombres de lo más ridículos, que disfrazan una realidad vestida con la única conformidad de las letras desnudas y desvergonzadas. Él ya se sentía satisfecho y yo lo apreté contra mis piernas en un ejercicio de inaudita audacia. Volví a pedirle que me acariciara, con una voz plena de salvaje instinto. Hablé enérgicamente y el déjo caer su cabeza de tal forma que tenía incluso dificultades para respirar. Al terminar se deslizó hasta el suelo, se apoyó contra la pared con las piernas abiertas, tratando de degustar cada detalle del placer, mientras algo fibrilar se expandía por mi boca, nariz, ojos, lengua y cabeza."

João Ubaldo Osório Pimentel Ribeiro
La casa de los budas dichosos




"Los brasileños siguen tan absorbidos por el fútbol como antes, pero tal vez con más madurez. Ya no dependen de él para afirmar su orgullo nacional, pero siguen considerándolo una de las alegrías de la vida."

João Ubaldo Ribeiro



"Pero, para Tertuliano, nada era incierto o dudoso en cuanto a su octava hija Belinha. Su ser femenino malentendido tendría que sufrir las circunstancias triviales del destino, denuncia sin esperanza o valor. No albergaba duda alguna acerca de las sutiles señales que iluminaron aquel rostro ofendido por la ignorancia. Acarició el vientre de Belinha, que hizo un mohín. Tertuliano recordaba haber estado anteriormente presente en varios partos, pero era aquella la primera vez que realmente era sorprendido por la predicción de Altina. Su pecho palpitaba y no sabía cómo afrontar el descrédito de la irreprimible ciencia, que es signo del amor divino, gracia y atributo del Espíritu Santo, frente al exiguo orgullo humano que deja expedita la senda de Lucifer. Desde ese día, no había un instante de aliento, tratando de desenredar las suposiciones, las precarias palabras, que dejan pequeños fragmentos aquí y allá."

João Ubaldo Ribeiro
El albatros azul














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