Jorge Volpi

“A nadie le importa ya contar los muertos en México.”

Jorge Volpi


"Arrepentido, me envió con la doctora Galindo, quien sería la encargada de resolver la duda. Una joven recién titulada, bella, con la sonrisa afable del médico que todavía se siente por encima del dolor. Mientras me conducía a través de interminables corredores me hablaba de su trabajo, del contacto con los enfermos y del otro estado de conciencia que nosotros no alcanzamos a vislumbrar en ellos. Charlaba con desenfado, sin permitirme intervenir —yo sólo quería saber si alguien podría ayudarme—, explicándome su manera de ver la locura.
Su visión optimista se desvanecía en la aséptica desolación del lugar: mosaicos verdes y rojos me repetían como si fuesen espejos, los barrotes y andaderas de cromo y las lámparas e imágenes en los muros no poseían siquiera una brizna de polvo, de impureza. Sin embargo, la impresión general era de vacío, como si la dirección del plantel deseara que su gente no se contaminase con el exterior. Una Montaña Mágica al revés: el sanatorio como refugio contra la maldad de afuera.
Por fin salimos al patio y la doctora me condujo a un amplio jardín de setos y arbustos con una fuente al centro. Habría apenas dos o tres árboles y, pese al cuidado extremo y la belleza artificial de los rosales, la vista de bardas altísimas no permitía pensar más que en encierro.
—Los locos son poetas estrangulados —dijo ella citando a no sé quién sólo para advertir mi complacencia.
Yo casi no había podido hablarle de mi proyecto, y de cualquier modo dudaba que hubiese oído de Cuesta, pero su disertación parecía expresamente formulada para él. La doctora arrancaba la grandilocuencia a sus pacientes, esos lánguidos cuerpos que se perseguían unos a otros en una imposible carrera alrededor del patio.
En torno a la fuente docenas de enfermos, enfundados en vestidos grises, marchaban con lentitud dentro de un tiovivo imaginario. Nada los obligaba, aunque era difícil no pensar en un capataz inexistente, una furia, una tristeza infinita."

Jorge Volpi
A pesar del oscuro silencio


"Como apuntó el historiador mexicano Edmundo O’ Gorman, nuestro continente no fue descubierto por los conquistadores españoles, sino inventado por ellos. O, en el mejor de los casos, reinventado conforme a los dictados de la imaginación medieval: hábitat de monstruos y prodigios, utopía e infierno tropical, espacio fuera del tiempo, refugio de locos y poetas al margen de la civilización. Y todavía hoy, cuando se dibujan las fronteras de Occidente —Estados Unidos y Canadá, la Unión Europea y anexos y, olvidando cualquier precisión geográfica, Australia y Nueva Zelanda—, se excluye sin temor a América Latina, haciendo caso omiso de nuestras reivindicaciones de ser, en palabras de Octavio Paz, una porción esencial, aunque excéntrica, de ese reino (o al menos el “Extremo Occidente” al que se refería el diplomático francés Alain Rouquié). Si nadie nos acepta en ese exclusivo club, no se debe a nuestros problemas de desarrollo o a nuestro pasado indígena, sino a la perenne voluntad europea de mantenernos como receptáculos de sus frustraciones y deseos. De sus fantasías.
No es éste el lugar para discernir las minucias académicas que separan al realismo mágico de lo real maravilloso y otras nomenclaturas semejantes: basta subrayar cómo una categoría artística se convirtió de pronto en una etiqueta sociopolítica. La definición canónica establece que, a diferencia de la literatura fantástica tradicional, donde no escasean la magia o los milagros, la característica esencial de su vertiente latinoamericana es la indiferencia ante lo extraordinario. Una muchacha vuela por los aires, y nosotros alzamos los hombros; un cadáver pregunta por su padre, y bostezamos; el tiempo corre en sentido inverso, y hacemos un mohín de fastidio; los niños nacen con cola de cerdo y, ay, preferimos una telenovela. Como la sinrazón nos gobierna, lo que en cualquier otra parte —más civilizada, habría que añadir— sería considerado antinatural y desataría curiosidad, pasmo o morbo, aquí apenas nos distrae. Cuando los críticos de Cambridge, Harvard o París se llenan la boca con el término realismo mágico, nosotros imaginamos una variante del realismo socialista.
¿En qué papel nos deja esta tesis? Una vez más aparecemos como buenos salvajes, dominados por la superstición y el misterio, habituados a convivir con lo sobrenatural o, en el otro extremo, como un pueblo primitivo que demuestra su apatía ante lo insólito. La interpretación social de un recurso literario adquiere, así, un matiz político perturbador: a los latinoamericanos no nos distingue nuestra fantasía, sino nuestra resignación. Una resignación de turbio origen católico que explica el conformismo que nos convierte en súbditos dóciles, en bien dispuesta carne de cañón, en sucesivas víctimas del colonialismo, el imperialismo, el comunismo, el capitalismo."

Jorge Luis Volpi Escalante conocido como Jorge Volpi
El insomnio de Bolívar



"El cráneo de Hofstadter muestra cómo un objeto puramente material podría ser capaz de elaborar un mapa del mundo de manera similar a como lo hace nuestro cerebro (desmantelando, de paso, las reservas de los escépticos de la “inteligencia artificial fuerte”, como el filósofo John Searle, quien piensa que la conciencia jamás podría surgir de la materia inanimada.
Observado desde este punto de vista, dicho mapa parece estar formado sólo por ideas inmateriales. Pero las ideas inmateriales surgen, de manera evidente, de la materia: de las paredes del cráneo y del metal de las pelotitas. Por supuesto, también sería posible realizar el procedimiento inverso: tomar el mapa del mundo trazado por el cráneo y tratar de deducir, a partir de él, su estructura interna. En otros términos: podemos interpretar el mundo a partir de las ideas que nos hacemos de él a partir de los sentidos, o bien podemos tratar de deducir cómo funciona el cerebro con base en nuestras ideas sobre el mundo.
Aún no hemos llegado, sin embargo, a la conciencia. Esta está formada con ideas, por supuesto, pero ideas de una categoría especial: ideas autorreferenciales. Memes que son capaces de referirse a sí mismos. En palabras de Hofstadter: “En el cerebro maduro existe cierto tipo de estructuras o patrones que dan lugar a la sensación de un yo”. Esas estructuras o patrones se identifican con una estructura matemática, los denominados bucles extraños, que Hofstadter analizó con profusión en su obra maestra.
¿Y qué es un bucle extraño? Algunos ejemplos rudimentarios: un espejo frente a otro, una cámara que graba la propia televisión a la que está conectada o, algo mucho más sofisticado, un cuento o un poema de Borges en el cual un escritor descubre que él también está siendo escrito por alguien. (Hay cientos de casos mejores en Gödel, Escher, Bach, es decir, en Gödel, en Escher y en Bach.)
Por sorprendente que parezca, el universo está plagado de estos insólitos bucles o rizos en dominios que van de la fontanería al drama. A principios del siglo XX, el retraído matemático húngaro Norbert Wiener fue uno de los primeros en señalar la importancia de estas serpientes que se muerden la cola pues reconoció que, al hacerlo, parecen buscar un objetivo determinado, como si las animara una suerte de voluntad propia —y ese fue el origen de la cibernética. Invitemos a comparecer aquí al modesto e imprescindible WC. La cisterna contenida en su interior está diseñada de tal manera que, cada vez que el agua se escapa —por culpa de nuestra incontinencia—, una válvula se abre y permite que el tanque se vuelva a llenar. No pretendo sugerir que el wc posea algo similar a una conciencia por el simple hecho de perseguir el nivel óptimo del agua, pero no podemos negar que este primitivo mecanismo parece dirigirse hacia una meta -y, por ende, sugiere cierta vida interior."

Jorge Volpi
Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción



“Hay algo muy interesante en el sentido de justicia que tienen los niños. Los niños desde muy pequeños empiezan a desarrollar ciertas ideas de justicia que también tienen los primates. No nos pertenece solo a los humanos, los chimpancés también tienen ideas de justicia y cuando ven que la desigualdad es enorme, también reaccionan a ella. El problema -enfatiza Volpi- es que, además de que haya una especie de ética natural en el ser humano, el entorno y las desigualdades pueden bloquearla y provocar que ese sentido innato de justicia o empatía, se rompa y se desate la violencia.”

Jorge Volpi



“Hay muchas teorías distintas de cada miembro del grupo de neurocientíficos que tratan de relacionar este asesinato con otros momentos de la historia donde de pronto se desata la violencia, como, por ejemplo, en la Edad Media o en los genocidios del siglo XX. Investigan también cómo se comportan los simios, que son nuestros parientes más cercanos, y que son esencialmente violentos. También descubren que tiene que ver con los condicionamientos genéticos, psiquiátricos, neurológicos, psicológicos y, desde luego, el entorno. El ambiente de violencia que se vive en México está normalizado: existe violencia contra los migrantes, violencia del crimen organizado y del narcotráfico, violencia del ejército y la guardia nacional, violencia de los medios de comunicación, violencia de las redes sociales, violencia de los videojuegos. Todos esos son elementos que contribuyen a encontrar una respuesta sobre el origen de esta violencia juvenil. El libro es también una metáfora para preguntarse por qué un país como México puede convertirse de pronto en un país tan violento.”

Jorge Volpi




"La ciencia es un juego, pero un juego con la realidad, un juego con los cuchillos afilados...Si alguien corta con cuidado una imagen en mil trozos, puedes resolver el rompecabezas si vuelves a colocar las piezas en su sitio. En un juego científico, tu rival es el Buen Señor. No sólo ha dispuesto el juego, sino también las reglas, aunque éstas no sean del todo conocidas. Ha dejado la mitad para que tú las descubras o las determines. Un experimento es la espada templada que puedes empuñar con éxito contra los espíritus de la oscuridad pero que también puede derrotarte vergonzosamente. La incertidumbre radica en cuántas reglas ha creado el propio Dios de forma permanente y cuántas parecen provocadas por tu inercia mental; la solución sólo se vuelve posible mediante la superación de este límite. Tal vez esto sea lo más apasionante del juego. Porque, en tal caso, luchas contra la frontera imaginaria entre Dios y tú, una frontera que quizás no exista. Erwin Schrödinger.
"Un error mío", musitó Charles la primera vez que perdió, encendiendo un habano para demostrar su espíritu deportivo, "aunque de cualquier modo no jugaste mal". Pero al día siguiente no esperó a que su hijo lo invitase al tablero. Al regresar de la escuela -entonces ya había cumplido los ocho años-, el chico lo encontró acomodando las piezas sobre el tablero, no sin antes limpiarlas con un paño como si le pasase revista a un escuadrón insubordinado. "¿Empezamos?" Frank aceptó; arrojó su mochila al suelo y se dispuso a encarar no ya una batalla, sino una guerra a muerte. Después de varias horas, el saldo final beneficiaba al más joven: ganó la primera, la tercera, la cuarta y la quinta partidas. El ofuscado padre, sólo la segunda y la sexta, aunque al menos se reservó el consuelo de ser el último en triunfar, aduciendo que era muy tarde y tenía mejores cosas que hacer.
Frank descubrió el significado de obtener una victoria pírrica en este rasgo autocomplaciente de su padre. La paulatina serie de descalabros que Charles comenzó a sufrir no hizo sino acrecentar la acidez de su temperamento y, a la larga, contribuyó a la depresión crónica que lo aquejaría meses más tarde. Al abatirlo, Frank observaba la mirada impotente del viejo y no podía dejar de regocijarse en esa mínima revancha. Pero el ánimo de su padre no estaba diseñado para soportar la vergüenza. Después de un año en el cual su porcentaje de pérdidas superaba con mucho al de sus aciertos, decidió no volver a enfrentarse a su hijo. Unos meses más tarde, Charles murió de un infarto. Frank nunca supo si aquel hombre, receloso y mezquino, en alguna ocasión se había sentido orgulloso de él. Hasta los nueve años, su nombre nunca le había incomodado. Su madre siempre lo llamaba Frank o Frankie, en su afán por integrarlo a la frívola sociedad de Nueva Jersey y, desde la muerte de su padre, nadie había vuelto a mencionar ese molesto Percy que se había entrometido en su fe bautismal. Sólo los documentos oficiales, donde debía cargar con la inicial P. como si se tratase de una marca de infamia, le hacían esperar que nadie le preguntase por su significado. En el colegio todo cambió. Un maestro del primer curso fue el primero en notarlo. "¿Francis Bacon?", exclamó en voz alta, casi riendo. "Sí", repuso él, sin comprender qué ocurría. Su deseo de pasar inadvertido resultó inútil. A partir de ese momento tuvo que soportar que profesores y alumnos, al encontrar su nombre al inicio de curso, se divirtiesen a su costa.
Al principio, constatar que su nombre no era único no le pareció tan grave: muchos Johns y Maries y Roberts le servían de consuelo. Incluso, el segundo esposo de su madre se llamaba Tobías Smith, y él no parecía molesto de compartir su apellido con miles de compatriotas. "¿Supongo que usted también será un genio, señor Bacon?", le preguntaban con sorna. Lo peor era que él creía que era cierto. Pero ¿quién iba a aceptar que un segundo Francis Bacon pudiese ser un científico brillante? La primera coincidencia parecía desterrar para siempre la idea de que aconteciera una segunda, más improbable todavía. Él trataba de defenderse, demostrando sus habilidades pero, al escuchar la soberbia con la cual presentaba los resultados que había obtenido, sus preceptores no podían contener la risa. Era como si quisieran convencerlo de que su destreza era una excentricidad o una manía y no un genuino talento. En cualquier caso, no dudaban en compararlo con el verdadero Bacon, como si él no fuese más que la errabunda y apócrifa copia de un original perdido. Decir que la infancia y la adolescencia de Bacon fueron solitarias, sería casi un eufemismo. Demasiado consciente de los atributos que lo diferenciaban de los demás, se mostraba reacio a cualquier contacto humano fuera de lo estrictamente indispensable. Sus constantes migrañas, que lo sumían en un estado de catatonía en el cual no soportaba la luz ni el ruido, tampoco hacían que la convivencia con él fuese sencilla. Pasaba incontables horas en su habitación, pergeñando fórmulas y teoremas, hasta que el padrastro subía en busca suya y lo bajaba al comedor casi arrastrando. Su madre casi estaba arrepentida de haberle enseñado a contar: no sólo era impertinente y obcecado, sino intolerante con todos aquellos que no estaban a la altura de su inteligencia."

Jorge Volpi
En busca de Klingsor


“La cultura me parece uno de los trabajos centrales de la humanidad. La cultura no es un accesorio, no es un simple entretenimiento, no solo es una porción de la vida; es algo que transforma vidas, transforma las sociedades, permite reconocer la complejidad de lo humano, hacernos preguntas, cuestionarnos, enfrentarnos a la realidad, enfrentarnos al poder, y todo esto me parece imprescindible. No creo que la cultura pueda acabar con la violencia dado que siempre han convivido, pero sí es una parte importante para entenderla y disminuirla.”

Jorge Volpi




"La novela es un instrumento que nos permite reflexionar sobre nosotros mismos y sobre el universo. Por más que esté construida como una mentira intencional, no busca perseverar en el engaño, sino construir verdades distintas, autónomas y coherentes con sus propias reglas.”

Jorge Volpi



"La novela es una forma de poner en cuestión las verdades de la vida, y de ponerlas en cuestión a través de la mirada de personajes concretos. Es lo que distingue realmente a la novela. Aunque pueda uno fantasear, como se ha hecho, de novelas sin personajes, en el fondo es el personaje, es la visión de esos otros construidos a nuestra semejanza, de cómo podemos poner en crítica su mundo. Esos egos experimentales, como dice Kundera, que nos permiten imaginar no solamente lo que nosotros creemos, sino lo que podría ser creído por otros y lo que podría ser deseado y amado y odiado por otros, y esta función crítica resulta fundamental para la propia especie humana."

Jorge Volpi



“La única manera de que un escritor se haga a sí mismo sólo puede realizarse en diálogo con la literatura que nos precede y, por supuesto, con la que es nuestra contemporánea.”

Jorge Volpi



“Yo creo que sí tenemos una tendencia genética a la violencia y esa la compartimos todos. Depende de la propia naturaleza darwiniana de los seres vivos, pues la lucha por la supervivencia es en efecto una lucha y en ciertos momentos se vuelve violenta. Y luego el contexto modifica y altera esas tendencias. La violencia en España es distinta a la mexicana en este momento, pero si pensáramos en la guerra civil española pues sería parecida a la que se vive en México actualmente. Simplemente que, y esto es una gran esperanza para México, España pasó de ser una sociedad hiper violenta en los años 30 y 40, a convertirse finalmente poco a poco en una sociedad que controla bastante bien la violencia explícita. Ahora, no deja de haber otro tipo de violencia. En España sigue habiendo mucha violencia intrafamiliar y mucha violencia de género. Pero los otros tipos de violencia son infinitamente menores que en México.

Aún así, todo indica que estamos, como dice Steven Pinker, en la época menos violenta de la historia en términos generales. Pero eso no significa que en ciertas sociedades, en ciertos lugares, la violencia no sea incluso mayor de la que ha habido en el pasado y México es uno de estos casos. Y yo creo que, de cara al futuro, vamos a seguir en esta combinación de sociedades que intentan controlar cada vez más la violencia y que a veces lo consiguen pero donde sin duda van a seguir surgiendo grandes brotes y donde nunca podremos saber, si esos brotes que explotan en un mundo globalizado, y en un mundo que en fondo tiene equilibrios tan frágiles, no pudieran llevarnos a una nueva guerra mundial, que en el fondo no es más que una explosión de la violencia generalizada y global.”

Jorge Volpi





































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