Abdourahman Waberi

"Creo que la diáspora es a la vez una desgracia y una oportunidad. Además el pueblo somalí es monolingüe y monocultural y tiene graves problemas con los clanes. El hecho de salir aminorará la violencia interior. Porque, aunque es un solo pueblo que tiene una sola religión y la misma lengua, el somalí es un pueblo fratricida. También es cierto que siempre vivió aislado, solo, consigo mismo, y que subdividía su sociedad en clanes y esto generaba violencia interna. Ahora habrá que negociar la diferencia. Esto significa que habrá somalíes que hablarán catalán y otros que hablarán belga y que esta mezcla producirá una nueva identidad que será menos violenta. Porque ser fiel a tu clan tiene un precio. Habrá que conservar los elementos que unifican, como la lengua y la cultura, y desprenderse de esta tradición mortífera, de este sistema de clanes."

Abdourahman Waberi



"En realidad, el mundo es demasiado grande para saber qué pasa en todos lados. Quizá tenemos la sensación de que vivimos en una aldea global, pero lo cierto es que la información real no pasa. Los medios ofrecen entretenimiento, pero todo lo que requiera análisis, una realidad que sea difícil de explicar no tiene cabida en los medios."

Abdourahman Waberi





"Entre 1998 y 1993 acaeció la denominada ´Primera Guerra Mundial de África´, tal como fue definida por un alto rango del Departamento de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de América y que enfrentaba a ocho ejércitos en una contienda que deparó la muerte de unos cinco millones de seres humanos en el Zaire, con el riesgo añadido de propagarse por todo el África Central y Meridional, desde Angola hasta Tanzania, desde Chad hasta Sudáfrica.
Desde finales del mes de octubre de 2008, las tropas de Joseph Kabila (FARDC), con el apoyo de diversas milicias paramilitares, han mantenido una dura pugna contra el depuesto general Nkunda, un congolés de la etnia tutsi, con la ayuda de Ruanda. Nkunda afirmaba estar debatiéndose en favor de la minoría tutsi (a la que él mismo pertenecía) contra las sangrientas y voraces huestes de la etnia hutu, que han estado muy activas en el área de la República Democrática del Congo desde el fin del genocidio de Ruanda; Kigali trataba de establecer una zona de seguridad en la parte occidental, por lo que resultaba necesario actuar con extrema cautela. Nkunda acusa al régimen de Kinshasa de discriminar a su minoría étnica y amenaza con derrocar a Kabila con el supuesto respaldo de Angola.
Las luchas por el poder con sendas connotaciones de tipo étnico no son las únicas causas de la guerra, evidentemente. La zona norte de Kivu dispone de importantes recursos mineros; oro, estaño y coltán son muy codiciados y despiertan brotes de avaricia.
Así es la vida, llena de grandes logros y retos, en Ruanda y en torno a los Grandes Lagos."

Abdourahman Waberi o A. A. Waberi
Ruanda: La llama de la esperanza



"Hace tres días que estuve allí. Regresé a Yibuti por motivos meramente profesionales, no para darme un festín en el banquete de la nostalgia o para reabrir heridas ya cicatrizadas. Tengo veintinueve años y sólo he firmado un contrato con una empresa norteamericana; me pagarán generosamente. He de entregar los resultados de mi investigación y éstos no pueden dejar de satisfacer su pantagruélico y desmedido apetito: un archivo completo, con sus notas, mapas, croquis y fotografías, todo ello dispuesto para ser entregado en la oficina de Denver lo antes posible. Tengo algo menos de una semana para finiquitar este asunto. Me pagarán con dólares canadienses transferidos a mi cuenta de Montreal. Luego, la empresa ya no me cubrirá. Su consejero legal me dejó muy claro, frunciendo el ceño como Frida Kahlo, que será llevado a cabo por mi propia cuenta y riesgo. Me deseó buena suerte, giró sobre sus talones y se marchó. Me encaminé al aeropuerto con mi pequeña maleta de viaje.
Así que aquí estoy ahora de misión en mi tierra natal, la tierra que no quería o no podía darme todo lo que necesitaba. He de admitir que no poseo talento para la tristeza. Odio las despedidas y los reencuentros. Odio el universo de los sentimientos. El pasado me interesa menos que el futuro y mi tiempo es muy precioso. Tiene justo el color de un dólar. En el mundo del que procedo, el tiempo no se elonga ante ti en medio de la niebla. El tiempo es dinero. Y el dinero mueve el mundo. El dinero se halla en el mercado de valores, con sus continuos flujos de píxeles, algoritmos, cifras, materias primas, productos manufacturados, índices calificativos, ideas, sonidos, imágenes o modelos de simulación que aparecen en pantallas repartidas por todo el mundo. Es la fuerza que da vida al Universo, de modo que se trata de aniquilar la competencia y acaparar el codiciado mercado."

Abdourahman Waberi
Pasaje de lágrimas



“La dictadura en Yibuti morirá por sus propias contradicciones.”

Abdourahman Waberi



"Sí, es cierto que en apenas diez años –desde 1994- he escrito unos ocho libros y muchos artículos. Tuve la oportunidad de ser publicado muy deprisa. Conocí la revista “La Serpent à plumes”, ellos editaron mis primeros relatos. Y cuando la revista se convirtió en editorial me preguntaron si podía darles algún libro y, como tenía una serie de relatos y ellos ya me habían publicado tres, pues no tuve tiempo de dudar. Me encontré de un día para otro en una editorial. Yo empezaba a nacer como escritor; entonces era todavía estudiante. Así que mi primer libro, Le pays sans ombre, se publicó en París en 1994. Además, cuando regresé a Yibuti, me di cuenta de que el libro había tenido una gran acogida: al cabo de seis meses se había convertido en un clásico, no porque yo fuera genial sino porque Yibuti es un país pequeño, allí no hay escritores; el primero que hubo, William Joseph Farah Syad, escribió en 1959 un libro con un prólogo muy bello de Senghor, pero después este autor desapareció de la escena literaria, trabajó como diplomático y hoy no se le conoce. De modo que mi libro, que me concierne de manera muy directa -porque habla de hechos reales, nostálgicos, de mi barrio, de mi vida- tuvo un éxito inesperado y en Yibuti se convirtió en una obra para los niños. Me di cuenta de que estaba más allá de mis intereses literarios, de mis trabajos experimentales: yo representaba algo que tenía que ver con Yibuti y entonces me dije: ”Como Yibuti no existe en los anales literarios es necesario hacer algo, este puede ser mi objetivo”. Y empecé a pensar en una segunda obra del mismo estilo, otro conjunto de relatos, Cahier nomade, que se publicó dos años más tarde, en 1966, y que obtuvo el Gran Premio de Literatura de África negra. Considero estas obras como una trilogía.
Poco a poco fui concibiendo el proyecto de decir un país, de elevarlo al rango literario, y este segundo libro de relatos no era suficiente. Así que escribí una novela, Balbala, que también fue premiada dos o tres veces. Me sentí como depositario y fui acariciando la ambición de reunir una biblioteca yibutí y de ser yo uno de sus representantes más visibles; no sólo yo, claro, en Yibuti hay algunos más.
Yo formo parte de lo que ha dado en llamarse la nueva generación africana. Simplificando un poco, Senghor es representante de la primera generación, después Kouroma impulsó una segunda generación y hay una tercera generación de gente que tiene ahora algo más de cuarenta años, como Ken Bugul o Véronique Tadjo, y que participan del espíritu de esta joven generación. Pero, por otro lado, en Yibuti yo formo parte de la primera generación, porque allí no hay otras generaciones . Puede que mi frenesí pueda explicarse como compensación. Además he tenido suerte, porque en París entre la generación gloriosa y las nuevas generaciones la situación editorial empeoró, algunas editoriales prácticamente desaparecieron, como la Editora Nacional y “Présence Africaine”, que también sufrió. Esto supuso un problema para muchos autores de los años setenta y ochenta, que trabajaban, pero que se encontraron con esta crisis económica; por ejemplo, Mandé Alpha Diarra, que publicó un libro en 1981 y después se vio obligado al silencio. Yo en cambio disfruté de una renovada actividad editorial francesa. “La Serpent à plumes” lanzó a muchos escritores, yo mismo ejercí de consejero editorial y le proporcioné nombres, por ejemplo Kourouma, que había que reeditar porque había desaparecido durante diez años de la escena."

Abdourahman Waberi



"Soy un escritor de la fuga y de la distancia. Mi deseo de escribir nació de la nostalgia. Hace veinte años que fui a estudiar a Normandía. Y visito mi país regularmente, pero no puedo vivir allí. Si volviera a mi país me faltaría el estímulo y no podría escribir. Esto de que la distancia pueda ser un impedimento a la creatividad es una pregunta interesante, pero muchos autores trabajan sobre su interior, su imaginario, su niñez, tienen suficiente materia almacenada. Estar lejos es relativo hoy en día, porque hay internet. Leo los periódicos de Yibuti. Además yo últimamente he acogido a un prisionero político, un escritor, activista y periodista que se ha convertido en la bestia negra de Yibuti, y yo lo alojé en mi casa, es amigo mío. Yo podría volver puntualmente a Yibuti, pero no trabajar ni vivir allí. En los últimos ocho años he ido entre cuatro y seis veces para estancias de menos de un mes, esto me basta para recoger impresiones.
Por otra parte, ahora existe una diáspora en Yibuti que sigue los pasos de la diáspora de Somalia. La gente vive en Canadá o en Noruega y mi otro proyecto es seguir los pasos de esta diáspora, porque hay otro Yibuti fuera. Minnesota se ha convertido en un país somalí; los países pobres están condenados a tener la mitad de su población fuera y la otra mitad dentro.
Pienso que mis contradicciones me sitúan sobre un terreno más fértil para el imaginario. Me digo: “Vivo en Normandía, tengo dos identidades, soy un escritor normando porque llevo ya dieciocho años de mi vida en Normandía, enseño allí, mis hijos son medio normandos”. El hecho de que yo provenga de un país pequeño, pero esté abierto al mundo y tenga diversas contradicciones hace que me encuentre en un terreno especialmente fértil. Si fuera un escritor francés sería distinto, porque Flaubert, Balzac, Proust … ya lo han escrito todo, entonces no sabría qué podría decir yo, pero yo soy de Yibuti y puedo hacer una biblioteca yibutí; no hablo de los resultados, sólo de las intenciones."

Abdourahman Waberi



"Todo el teatro moderno africano en lengua extranjera se basa en la pantomima, en el teatro francés e italiano. Pero en el caso concreto de la región somalí se trata de un teatro de pantomima del ejército inglés que fructificó sobre un sedimento árabe. Y el lenguaje es el de la poesía tradicional con una miniescenografía de origen militar. Aunque ahora la gente no es consciente de ello ; yo lo sé porque leyendo he recuperado esta historia."

Abdourahman Waberi




















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