Francisco Ynduráin Hernández

"El caso es que cuando queremos penetrar en la mente de Muriel y conocer la formación de su carácter e ideología, apenas se nos dan datos directos, que se insinúan apenas, como antecedentes de la acción en que el joven revolucionario se halla empeñado. Las cualidades de Martín se nos dan por crédito, no en evidencia, salvo en muy contados casos no demasiado convincentes. Los años de su educación quedan diluidos en vaguedades imprecisas: "En los primeros años del siglo presente, lo mismo que en los últimos del anterior, se habían extendido, aunque circunscritas a muy estrecha esfera, las ideas volterianas. La revolución filosófica, tarda y perezosa en apoderarse de la masa general del pueblo, hizo estragos en los tres principales centros de educación: Madrid, Sevilla y Salamanca... Pero donde más prendió el fuego del volterianismo fue en Andalucía, cuya raza impresionable y fogosa, es inclinada a la rebeldía así política como intelectual y se deja conmover fácilmente por las ideas innovadoras." Y cita a Marchena, White... En ese ambiente (pero cómo o cuándo, no se ve) se formó Muriel, y se impregnó del "espíritu de protesta, que al principio fue puramente religioso, pasó después a ser social"... y se convirtió en "odio contra la nobleza y el clero". El espíritu revolucionario "se mostró en él rudo, implacable, radical, sin la depuración que después han traído el estudio y el mejor conocimiento del hombre".
Todo lo que falta de presentación directa y convincente de las ideas y de la capacidad proselitista de Muriel, precisamente en los momentos en que era más indicado -preparación de los amotinados- no nos es compensado por algún pasaje, raro, en que nos enfrenta el autor con un hombre de ideas políticas y sociales coherentes y fundadas. Uno de estos momentos, nótese el carácter popular, es el de la fiesta campestre en que se encuentra con Susana, la aristócrata hija de su peor enemigo, y a la pregunta de ella, contesta Martín con un parrafazo que trasciende a la pluma del autor, y pasa revista a los males del país en sus distintas clases y estamentos, para quedarse con la plebe, pese a todos sus vicios, no sólo por lo que en ella encuentra de bueno, sino porque odia lo que él mismo aborrece."

Francisco Ynduráin
Galdós entre la novela y el folletín



"No quiero comparar la poesía de Holmes con la de Unamuno, pues me parecen más los rasgos que las diferencian que no los que las aproximan, pese a notas de semejanza nacidas, creo de la comunidad parcial de época y si se miran con una larga perspectiva. Más bien creo que las afinidades están en la raíz de la poesía, en su justificación como actividad y entrega. En Unamuno falta enteramente esa veta, tan sostenida, de la poesía de ocasión, que hallamos en Holmes. En cualquier caso, ni la personalidad del vasco, ni su apasionamiento tienen paralelo en la psicología del otro. Unamuno ha leído, al parecer, con gusto los poemas de su autor, y ha citado incidentalmente uno de ellos, aquel "sentidísimo... en que hablando de un anciano a quien conoció en Nueva York, anciano que vivía y vestía a la antigua usanza, le compara con aquella última hoja amarilla y seca que sin acabar de desprenderse del árbol donde nació y de que vivió, llega a caer cómo en ese árbol nacen las nuevas hojas de primavera, llega a sentir su amarillez del pasado al toque del verdor de porvenir del nuevo follaje" (La mosca bicentenaria, Caras y Caretas, 29-IV-1922). Esta clase de acierto poético, tan buscado y logrado por Holmes, la ingeniosa comparación en imágenes sensibles con aplicación moral, revela en la admiración manifestada por don Miguel una estética, afortunadamente no la de que salieron sus mejores versos. Digamos que Holmes tuvo como ideal poético a Pope. (...) Y Unamuno, no sé cuánto tiempo de esta lectura, recoge un texto de Malón de Chaide -que no precisa, ni he identificado- en que se dice la misma nostalgia de la tierra, sentida en la mansión de los cielos: "dice en alguna parte que hasta el día de la resurrección de la carne, los bienaventurados no son del todo felices, por el deseo que sienten de la carne que aquí abajo dejaron" (OC, X, pág.613)."

Francisco Ynduráin Hernández
Afinidades electivas: Unamuno y Holmes









No hay comentarios: