Kjell Westö

"Creo en el valor de la literatura y la memoria histórica."

Kjell Westö



"Es un problema de la humanidad que nos resulte tan difícil ver la realidad como verdaderamente es, y deberíamos aprender a hacerlo, porque esta disposición al escapismo que tenemos es peligrosa: si uno no comprende lo que está ocurriendo de verdad en el mundo, es ciego o sordo, y en los tiempos en que vivimos somos demasiado ciegos y sordos. Yo también, porque ver el mundo tan cruel como es exige mucho valor y dureza. Es así que vivimos en un mundo en el que hay más entretenimiento que nunca y al mismo tiempo, por ejemplo, la riqueza está repartida entre cada vez menos personas. Si esta no es una locura, entonces no hay locura."

Kjell Westö



"... este es un tema en todas mis novelas. La memoria y si podemos confiar o no en ella, tanto desde lo individual como desde lo colectivo."

Kjell Westö



"La mayoría de los granjeros locales afirmó que Levonen era un hombre inofensivo y decrépito a quien habían obligado a alistarse a la guardia revolucionaria por la fuerza y que una vez metido sólo había llevado a cabo simples guardias. Pero alguien le había oído fanfarronear durante una borrachera a base de aguardiente casero en la que animó a unos revolucionarios más jóvenes a deshacerse de todos los amos de Santanummi, mientras que él, por su parte, prometía cargarse de un tiro al sacerdote de la parroquia a cambio de diez marcos y un capazo de avena. Esa información fue suficiente para el sargento del Batallón de Nyland Occidental Julius Enerot y le sentenció a pena de muerte. Tuvieron que encargarse ellos mismos de la ejecución, porque los habitantes de Santanummi gruñeron y refunfuñaron y se negaron a aceptar la sentencia. Tras la primera ráfaga el viejo Levonen todavía se mantenía en pie y graznó: «Ampukaa paremmin, perkeleen hurrita», a ver si tenéis más puntería, suecos de mierda.
O aquel padre de seis hijos, Hissa de Sammatti. Había sido juzgado y ejecutado en Västankvarn a pesar de que todos los testigos de su localidad afirmaban una única cosa: que era un hombre humilde y justo. El único agravante que salió a la luz fue que Hissa había participado en los combates de Svidja y Sigurds. No se dieron explicaciones y nadie, a excepción del juez de guerra Hallenberg y los oficiales, tuvieron acceso a su acta.
Y luego estaba aquella madre de siete hijos, Anna Hemström de la aldea de Alkula. Su marido había caído en Tampere, y su hijo mayor tenía dieciocho años y había formado parte de la guardia roja de Virkby. Para empezar, Anna se negaba a revelar el paradero de su hijo escondido; además, había entrado en los almacenes de avena y grano de los granjeros sin permiso siquiera de los rojos. «Tenía que darles de comer a mis niños», había dicho llorando durante el interrogatorio. Sin embargo, los campesinos de Alkula y el comerciante de la aldea dijeron que era una mujer entrometida y lasciva que tuvo su primer hijo a los dieciséis años de padre desconocido. Cedi Lilliehjelm, quien dirigía la expedición de Alkula, la sentenció a muerte. En Alkula las ejecuciones se llevaban a cabo con una metralleta que los hombres de Västankvarn habían escondido en un matorral próximo a la recién excavada fosa común. Los prisioneros, incluida Anna Hemström, tuvieron que quitarse las botas y desnudarse de la cintura para arriba antes de bajar a la fosa. Los fusiles de los soldados de Västankvarn estaban escondidos a unos metros de allí y algunos de aquellos rojos de Alkula creyeron que eso les daba la oportunidad de escapar. Tuvieron tiempo de llegar al borde de la fosa y hasta de dar unos pasos fuera de ella, ya que los dos chicos de Kyrkslätt a quienes se les había encomendado la ejecución quedaron momentáneamente cegados por el sol poniente y dejaron pasar unos segundos antes de poner en marcha la ametralladora de la marca Maxim. La ametralladora Maxim era un arma muy poco precisa y la mayoría de los prisioneros, entre ellos Anna Hemström, yacían gritando y gimiendo en convulsiones cuando Cedi se aproximaba para darles el tiro de gracia."

Kjell Westö
Por donde una vez caminamos



"Pienso que la literatura y la memoria histórica tienen un valor singular. Sin embargo, me temo que no es fácil reinvindicar la memoria y que tampoco es sencillo aprender de la historia. Con el paso de las generaciones tendemos al olvido. Este hecho es algo trágico de la condición humana y su consecuencia son la violencia y la crueldad. Siempre ocurren de nuevo porque olvidamos que la guerra es una atrocidad indescriptible. Ahora lo estamos viendo en todas partes: Europa, Estados Unidos, el mundo islámico. Si no vamos con cuidado, podemos llegar a la situación de Siria en un momento. Pero no creo que la historia se repita. Creo que la historia, al igual que que la vida, es como una corriente y por eso no puedes bajar dos veces por el mismo río.

El escritor americano Mark Twain escribió que la historia no se repite, pero a veces rima. Si queremos, podemos aprender de ello."

Kjell Westö



"Que haya escrito tanto sobre la guerra civil finlandesa no es casualidad, pero es más casual que el hecho de que escriba tanto sobre las clases. Eso es un gran interés mío, y creo que se debe a diferentes razones, pero la principal es mi trasfondo personal. La familia de mi padre, antes de que él se fuera a estudiar y tuviera éxito, era muy pobre: mi abuela tenía seis hermanos y hermanas, mientras que la familia de mi madre era mucho más burguesa, porque en los años 20 uno de mis antepasados había fundado una fábrica de cuero, y tenían un muy buen pasar. Así que siendo un niño pequeño viví esas dos realidades, y aunque, por supuesto, no tenía términos para analizar nada entonces, eso me influyó mucho."

Kjell Westö



“Soy mejor escritor en sueco que en finés.”

Kjell Westö



"Suecia perdió a Finlandia en una guerra contra Rusia en 1809, y después de ese cambio pasamos a ser un Gran Ducado con bastante autonomía; fue así hasta 1917, cuando conseguimos nuestra independencia.
El 6 de diciembre de 1917 se declaró la independencia y sólo un mes y medio después caímos en aquella guerra civil, que a la vez fue la que nos liberó finalmente de Rusia. Todavía hoy, en Finlandia, la manera en que uno nombra a esa guerra dice dónde está parado políticamente: si uno es de derecha, muy patriótico, la llama Guerra de la Libertad, pero si uno es muy de izquierda –aunque no hay mucha gente así en Europa hoy–, dirá que fue una guerra de clases. Yo utilizo el término “guerra civil”, que es el que los historiadores han recomendado, porque es más neutral y porque aquel enfrentamiento efectivamente tuvo todos los rasgos de una guerra civil."

Kjell Westö





















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