Mongane Wally Serot

 "Bra Shope se ha ido. Casi murió en nuestros brazos. Cuando eventualmente había fallecido, fue como si el mundo entero suspirara con alivio. Sufrió antes de la despedida. Inicialmente, se negó a ir al hospital. Dijo que quería morir en casa. Durante la primera semana, Teresa y yo nos turnamos para cuidarle. Nos aseguramos de que tomara los medicamentos y se alimentara de forma adecuada y usualmente permanecía en el lecho o dormido. Fue dificultoso y molesto cuando se vio obligado a usar pañales, porque Bra Shope era una persona muy independiente, un hombre extremadamente orgulloso. Pude sentir su humillación cuando le tuvimos que cambiar el pañal. Nunca derramó una lágrima, pero yo sabía que lloraba en su interior.
Seguramente, pensé, no fue sólo una coincidencia que Teresa y yo fuéramos testigos de esto. La necesidad de los pañales le humillaba tanto que intentó prohibirnos la entrada a su dormitorio cuando llegaba el momento de tomar sus medicamentos. Hay una canción acerca de un profundo dolor y compasión uzangikhumbula mhla ungen´a mandla. Yo insistía en entrar, aunque Teresa, siendo mujer, no podía. Allí era saludado por el olor fresco. Cuando fui consciente de lo que había sucedido, se puso de mal humor. Yo insistí en que discutiéramos la situación.
-¿Qué quieres que discutamos? -preguntó él.
-Bra Shope, dije, estás muy enfermo. Trata de reposar tus manos y cooperar para sobrellevar esta situación lo mejor posible.
-¿Qué situación? ¡No hay ninguna situación!
-No tiene sentido negarlo y estoy dispuesto a ayudarte. El doctor vendrá mañana..."

Mongane Wally Serote
Revelaciones



Cuando las luces se apagan

A aquéllos que están recluidos en las cárceles sudafricanas.
Se ciernen las sombras nocturnas
cuando el sol se muestra y se oculta
la luna va y viene
y la voz hastiada penetra en la profundidad del abismo:
¿Cómo sentirse observando y esperando al yugo de cada
instante, a la nada escrita en sangre,
sin saber si podremos despertar mañana y edificar un nuevo día.

Cierras los párpados
y los recuerdos de quienes conociste
te inundan tras la oscuridad clausurada
en álgida espiral
y sólo sabes que una vez hubo esperanza,
que una vez los pasos de la gente sonaban en el horizonte
y ahora el silencio avanza a través del cielo
donde el sol, exhausto, anuncia su deseo de descansar.

Mongane Wally Serote



"No me hablen de la muerte porque ya la conozco."

Mongane Wally Serote




Observaré lo que sucedió…
con el silencio con que las raíces de las plantas
agujerean la tierra

Mongane Wally Serote




"¿Por qué había sido perdonado? ¿Por qué no había muerto en la guerra como muchos de sus camaradas? Los recuerdos comenzaron a girar como una película en su mente desde el día en que fueron acorralados por unos agricultores en lo que ahora era la provincia de Limpopo. Recordó el rápido ruido sordo de los balas avanzando sobre su cabeza, cada vez más potentes, impidiéndole moverse. Recordó cómo Oupa lo cubría. Su AK47 sonaba diferente a sus R5, entregándose confiada a la vida en su mano derecha y frenando el duro asalto de la artillería enemiga, la cual comenzó a lanzar andanadas inciertas. Al estar escalonada, Kele se había escurrido y rodado hacia la izquierda con el propósito de recargar el arma. Y como el sonido de los aullidos de los perros era más cercano, abrió fuego a la vez que Oupa. Voces distantes comenzaron a aproximarse. Y la voz de su adiestramiento, ese duro adiestramiento en las montañas nevadas, sonaba continuamente en su mente: el duro entrenamiento, lo más fácil era la batalla. Esa voz penetraba en su interior como un leopardo: ágil, fuerte, enérgica y feroz, arrastrándolo sobre su miedo y, de algún modo, a través de su fuerza interior y alguna otra cosa -¿suerte, instinto, coincidencia?- pronto estuvo fuera de peligro.
El siguiente día la portada del periódico vespertino clamaba: Terroristas golpean el corazón de una granja. Podía verse un cuerpo cubierto por una sábana, asomaba el borde de un rostro blanco y un perro tristemente acurrucado a su lado, ojos que miran la cámara. La fidelidad del perro al lado del cuerpo de su amo le había conmovido, al igual que al fotógrafo. Él y Oupa habían contemplado la foto e intentado escudriñar el rostro sin éxito.
La imagen permanecía aún vívida mientras estaba sentado en medio de rumores de voces en la estancia poco iluminada. Se dio cuenta de que Nomsa le estaba mirando.
-¿Quién es esa joven mujer? -inquirió él.
-¿Ya estás de vuelta? -preguntó Nomsa. Él le devolvió la mirada. A veces pareces un asesino y otras ejecutivo, dijo ella con cierto asomo de tristeza. Su nombre es Ami, ella es de Mali, estudia y trabaja; creo que tiene una pequeña agencia de viajes.
-Ya veo, dijo él, mientras su atención era atraída de nuevo por las fotos.
Keke ya tenía experiencia bélica entonces con respecto a los países del frente africano del sur del continente. Había atravesado junglas como un elefante cuyo dominio es ilimitado, a través del denso follaje, de los ríos, el sol, el viento y la lluvia, bajo cielos a menudo atronadores y amenazantes y montañas que habían permanecido desde tiempo inmemorial, silenciosos como la misma eternidad."

Mongane Wally Serote
Rumores



Una mañana...

Una mañana
mi pueblo estará pendiente
de un amanecer...
nos enfrentaremos al sol...
dejando atrás
tantos muertos,
heridos,
locos,
tantas cosas absurdas,
habremos enterrado el 
apartheid -¿Cómo nos 
daremos la mano,
cómo nos abrazaremos 
ese día? ¿Cuáles serán 
nuestras primeras palabras?

Mongane Wally Serote







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