Beppe Salvia

A escribir yo aprendí de mis amigos,
 pero sin ellos. Ustedes me enseñaron
 a amar, pero sin ustedes. La vida
 con su dolor me enseña a vivir,
 pero casi sin vida, y a trabajar,
 pero siempre sin trabajo. Ahora,
 ahora yo he aprendido a llorar,
 pero sin lágrimas, a soñar, pero
 no veo en el sueño más que figuras inhumanas.
 No tiene límites mi paciencia.
 Ya no tengo paciencia para nada, nada
 permanece de nuestra suerte.
 Hasta a odiar he debido aprender
 de los amigos y de ti y de la vida entera.

Beppe Salvia



Ahora tengo una nueva casa, bonita
 aunque no le he metido mano
 todavía. Toda gris y destartalada,
 las ventanas rotas, los vidrios hechos
 añicos, los marcos podridos. Pero bonita
 por el sol que toma y su terraza
 que aun está toda llena de chatarra,
 y porque de aquí se puede ver casi
 toda la ciudad. Y a la tarde, al crepúsculo
 parece una batalla lejana la ciudad.
 Yo amo mi casa porque es bonita
 y silenciosa y fuerte. Parece haber
 aquí en la casa otra casa, de sombra,
 y en la vida una otra vida, eterna.

Beppe Salvia



De lumen blanco ahora me reúne
encantada y pobre y suave luz esta
tierra de muertos donde al ascenso
ya de días escondo, me ha abierto
la ventana no sé cual de los vientos
me ha visto por allí quizás un raro
niño muerto, yo duermo en un pesebre
de fango y lucernas, a este amanecer
en el hielo una lista de sombra me aclara
por medio y en mi mora, esquiva llama
a estos ojos en la cara hace señas
ceniza de rímel, la anima, clara
es la vida y toda viva a este mar mío
en el medio de un mí verdadero y doliente,
cuyo cartel en un cielo negro oscurece.

Beppe Salvia




Hay quien, a diferencia de mí, no desespera,
que con salud y fuerza y virtud y buena
suerte, se llegue a morir después de
muchos días bonitos, llenos de muchísimas
cosas de este mundo o de otro mundo,
o dopo muchos días a esa alegría solo
pobre de días. Yo soy feliz,
en este mundo, solo de esto y espero
que a mi el destino procure con sus
plagas y la piedad y sus dolores
un solo día mejor de todos estos
míos dolorosos días ; o de este
dolor mío se olvide por un solo día.

Beppe Salvia



Tenemos en el corazón

Tenemos en el corazón un solitario
amor, nuestra vida infinita,
y en nuestros ojos el cielo por nuestro cambiante
camino. Las playas y el cielo, la orilla
con piedras y barrancos y el solitario
esquiseto, colinas de hierbas, frondosos
distritos, ciudades desplegadas como
hermosas banderas, y desnudas prisiones.
Esta es nuestra vida. Estos nuestros
rostros vagabundos que se parecen entre sí como
caras de perros. El viento
el sol y las corolas rojas y azules,
los sueños nunca soñados son nuestros sueños.
Esta es nuestra vida y nada más. 

Beppe Salvia












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