Carlos González Vallecillo

"Aborrezco ser un agorero sabihondo que dice a los demás lo que deben hacer. En su lugar, sólo quiero dejaros un par de ideas para reflexionar. Existen señales inequívocas (no sólo el virus desencadenado) de que las cosas no pintan bien para nuestra especie, que nuestras sociedades, economías y comportamientos no son sostenibles. Por otra parte, ha quedado demostrado que cuando la humanidad se pone de acuerdo (no ha sido suficiente para contemplar la inequidad) puede alterar de un día para otro su comportamiento hasta extremos inconcebibles.

Espero, realmente espero, que nuestros responsables y cada uno de nosotros aprendamos lecciones importantes de esta crisis. El futuro de la humanidad, de nuestros descendientes, depende de ello. Y todos, cada uno de nosotros, podemos influir en la senda a nuestro futuro común. No salgáis indemnes de esta prueba, no olvidéis todo en las primeras vacaciones. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, no menos con nuestras opciones políticas."

Carlos González Vallecillo



"Apenas se comienza a conocer esta extraordinaria comunidad en la que ocurren todo tipo de fenómenos sorprendentes como, por ejemplo, que los sistemas radicales de los árboles cuya parte aérea muere (enfermedad, tala, etcétera…) se integran en la red, en general por fusión directa (anastomosis) de las raíces, y son utilizados por otros árboles, incluso de diferente especie. A toda esta matriz básica, auténtica cuna de vida, hay que superponer además toda la fauna del bosque; a su vez, con ilimitadas relaciones de dependencia, tróficas, simbióticas, de comunicación, etcétera… con el estrato vegetal y entre ella. A esta extrema y extraña complejidad aún ha de añadirse la dimensión tiempo. Para seres con vidas tan efímeras como las de los humanos, nos resulta muy difícil aprehender los dilatados periodos en que transcurren los bosques. Los procesos de sucesión (los itinerarios de maduración) de los bosques se miden en siglos y las vidas individuales de muchos árboles se cuentan en milenios. Se estima que el sistema radical (la porción aérea muere y se regenera una y otra vez) de la pícea llamada Viejo Tjikko que crece en la montaña sueca tiene una edad superior a los nueve mil quinientos años. Por su parte, la evolución de los bosques requiere muchos millones de años."

Carlos González Vallecillo
Una señal sobre el umbral de rotura, el punto de no retorno para la humanidad’, El Asombrario, 21 de abril de 2020. Disponible en: https://elasom- brario.com/umbral-rotura-punto-retorno-humanidad/.



"La biodiversidad se está considerando como una suerte de caja que guarda riquezas y amenazas potenciales y cuya irreflexiva apertura (rotura de su integridad) puede desencadenar calamidades inesperadas (pandemias, entre otras). No son advertencias nuevas; hace más de 30 años que organizaciones como WWF y muchos científicos vienen advirtiendo que la apertura sin precauciones y la destrucción de bosques vírgenes, el comercio internacional de seres vivos o el cambio climático que desplaza ecosistemas y especies pueden traer consecuencias fatales para nuestra salud y economía."

Carlos González Vallecillo



"Madrid vivió ayer una gran manifestación en la que, bajo el paraguas de “defensa del mundo rural” –una coletilla que últimamente las fuerzas reaccionarias usan para todo sin tener noción de lo que significa ‘su’ mundo rural–, se coló también la defensa de la tauromaquia y la caza. Compartimos con vosotros este artículo-fábula en el que el autor ha cambiado a los cazadores por ‘museadores’, a los “destructores de la naturaleza” por destructores de los museos. Quizá con la reducción al absurdo se entiendan mejor algunos argumentos de quienes critican tal apología de la caza y reniegan de la crisis climática. En la manifestación de ayer, el líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, autoerigido en defensor del ‘campo-barbour’, llegó a decir que “el mundo rural ha sido criminalizado por el Gobierno, que se ha puesto del lado de la religión climática”.

Al sur del remoto continente Atropa se encuentran la tierra de Hispalandia, un país agraciado por excelente clima, larga historia y muy rica diversidad cultural.

Estas características hacen que Hispalandia posea la mayor cantidad y diversidad de museos de todo su continente.

Al mismo tiempo, Hispalandia tiene una antiquísima tradición de museadores, que se dedican a destruir museos. La museomaquia que practican dichos museadores es uno de los deportes más practicados del país.

Los museadores están federados, tiene carnets oficiales y permisos de herramientas de demolición y destrucción con las que atacan a los museos. El acceso a los mejores museos está acotado y es preciso pagar altas tasas por los derechos de destrucción de edificaciones y ejemplares de sus colecciones. En la práctica, estos codiciados trofeos están restringidos a la gente rica y poderosa, que aprovechan las grandes batidas para relacionarse, hacer negocios y cometer excesos de modo discreto.

Las mejores herramientas de destrucción resultan, así mismo, carísimas y constituyen símbolos de estatus. Los ricos museadores suelen presumir de sus relucientes instrumentos de alta tecnología, desde taladradoras laser portátiles a potentes lanzallamas de espantoso poder calorífico.

Para enfado de los defensores del orden tradicional, desde hace algo más de un siglo ha surgido una nueva conciencia y un fuerte movimiento social por la protección de los museos, con incontables ONG que se oponen a la destrucción de los museos y pretenden conservarlos en buen estado.

Las federaciones de museadores  y los partidos conservadores se hallan completamente indignados por lo que consideran un ataque frontal a los valores y las tradiciones culturales hispalandesas, que amenazan con la desintegración del propio país.

El presidente de la federación nacional de museeros, de insignes y largos apellidos compuestos, en un extenso y alambicado discurso con motivo de la última asamblea anual, dijo entre otras muchas cosas:

“Los museeros hispalandeses, nosotros, grandes patriotas, somos los auténticos defensores de los museos. De no ser por nuestro imprescindible papel controlador del equilibrio museístico, los museos desaparecerían abrumados por un exceso de piezas y por el caótico e ilimitado crecimiento de sus edificios y colecciones. Promovemos la renovación y hacemos posible el desarrollo de los jóvenes creadores. Los museos nos necesitan para no extinguirse. Resulta ofensivo y completamente falso que nuestro antiquísimo y depurado arte esté destruyendo nuestra historia y cultura, como pretenden los enemigos de la patria”.

La asamblea se clausuró con el gozoso y solemne derribo del ala este de la Pinacoteca del Césped de la capital del Estado.

Por su parte, el presidente del partido Gazuluz Volks acaba de pasar una propuesta de ley para proclamar la museomaquia patrimonio cultural de Gazalucía, alardeando de que su tierra ostenta el récord nacional de museos arrasados, ensalzando el ejemplo paradigmático del incendio que calcinó hasta los cimientos el museo regional de la historia del libro gazaluz.

Por las mismas fechas, en un multitudinario mitin del partido ultraconservador Consonantex, su exaltado secretario general se refirió también a  la museomaquia y acusó a los inmigrantes y a los “desviados sexuales” organizados de intentar destruir el país y extinguir a la población autóctona ya que, según él y sin señalar fuentes científicas fiables, el abandono de la práctica de la museomaquia produce en el varón hispalandés una catastrófica disminución de la calidad seminal que conduce a la infertilidad.

El escándalo de las autoridades atropeas por toda esta situación en Hispalandia y la inacción de su gobierno ante la persecución de las ONG protectoras de los museos, así como la práctica desaparición del arte hispalandés de su siglo de oro, no ha sido suficiente para que el gobierno federal de la nación salga de su condescendencia con los bárbaros destructores de sus museos…

NOTA, RECONOCIMIENTO Y DEDICATORIA

Pues, amigos, aunque me tachéis de exagerado, esto es la caza en nuestro país. Por supuesto, utilizar la destrucción de los museos como una metáfora de la destrucción de la naturaleza no es mía. Pido indulgencia y expreso mi agradecimiento a su inventor y a los muchos conservacionistas que la han utilizado. Me gustaría dedicar estas líneas con enorme agradecimiento y cariño a todos los compañeros repartidos por los cuatro rincones del planeta con los que compartí más de 20 años de luchas e ilusiones en esa generosa y magnífica fuerza de la naturaleza que es el WWF."

Carlos González Vallecillo
Del artículo ¡Viva la caza! ¡Viva la destrucción de los museos!















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