Emil von Schönaich-Carolath

Alemania

Bajo la fachada nibelunga,
una clara y noctífuga luz
ignora la razón de tal conmoción.

A la luz de la lámpara
una joven contempla el luminiscente remanente;
suspira, llora, siente la más dulce canción.
La joven maternidad y el lenitivo filial duermen
en medio de la prez.

La pensativa mirada de un anciano
atisba los bordes de Selene
como burdas y descoloridas flores.
Las estrellas brillantes refulgen,
los árboles parecen soñar
en la profundidad del sueño.

Alemania, tierra extranjera,
tesoro áureo labrado por la mano divina,
anhelas la vida en la más profunda paz.
Mantén la adoración en la fe perpetua,
extrae de la historia tu ancentral piedad
Hoy y siempre. 

Emil von Schönaich-Carolath



Primavera marchita

La húmeda niebla fluye a través
de los verdes días de Junio,
el oriol canta con una dulce lasitud,
mudas y serenas florecen las rosas.

En lo hondo del parque un ruido sordo
de ocho hojas liberan el ensueño,
como una felicidad grávida a través
de la suave lluvia de primavera.

Los sueños aéreos se desvanecen
como la risa lánguida que flota
en el verde joven de una rubia fragancia.

Sin temor ni miedo
una ráfaga de viento dormita en el parque
y aguarda la severa caída de las hojas.

Mi corazón es el santo y el sueño de
las flores quebradas,
el eternamente amante y amado.

Emil von Schönaich-Carolath













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