Gabi Martínez

"Algo que tengo muy claro es que las personas ayudan a contar los lugares. No puedes prescindir de las personas porque estamos escribiendo para otras que van a ser quienes van a interpretar lo que ofrecemos. También la necesidad de ser preciso expresada con los sustantivos: ir al sustantivo correcto te aproxima al lugar de una manera mucho más auténtica porque estás siendo exacto, porque el sustantivo también contiene la naturaleza, la esencia del lugar que estás expresando. 

Y el tiempo. Cuando yo era más joven, el tiempo se me antojaba algo que había que exprimir y vivir a tope; ahora creo que eso era consecuencia de la sociedad en la que vivía. Ahora creo que el tiempo te debe llevar más que tú intentar forzarlo, que debe estar dentro de ti un tiempo que se ajuste al lugar en el que estás y de esa forma todo se equilibra."

Gabi Martínez



"Creo que en la literatura española se ha notado mucho el escoramiento de los autores. Así es muy difícil conciliar. Estamos muy polarizados en todos los sentidos y si los propios escritores no escuchan al otro, no vamos a crear un relato en el cual la gente crea que el otro tiene también una voz. Por supuesto que yo voy a estar en contra de algunas voces que son absolutamente radicales y que no voy a compartir jamás, pero sí que creo que hay que darles incluso voz."

Gabi Martínez



"Después de la pandemia hemos cambiado muy pocas dinámicas, y los que antes manejaban el mundo, lo manejan más. A la misma vez, sí que creo que se han abierto focos de resistencia; hay grupos de gente que están pensando mejor en cómo enfrentar los desmanes de los que tienen el dinero y el poder. Me cuesta creer que nuestra especie resistirá mucho tiempo porque creo que el relato tecnológico no se sostiene. Es demasiado fuerte lo que viene en contra, pero tampoco puedo dejar de creer que algunos elementos de la especie van a ser capaces de salir adelante y creo en el poder del arte para cambiar imaginarios. Desde el pesimismo, soy un vitalista."

Gabi Martínez





"He nacido y crecido en Barcelona y viajado mucho por España, sobre la que también he escrito, pero sintiendo siempre que estaba postergando la incursión que debía permitirme profundizar en las aún demasiado inciertas raíces de mi madre. Quizá porque, intuía, esa experiencia podría esclarecer alguna cuestión importante, y quería estar preparado, tener un cierto contexto mundano, antes de aquel viaje al fondo de nuestra tierra. Así que, si al fin me decidí a conocer las dehesas y estepas de su infancia, quizá fue por el deseo de obtener al menos una respuesta sincera lejos de unos meollos urbanos contaminados hasta hacer daño, con la polución, la injusticia y la hipocresía compitiendo por hacernos olvidar que existe un equilibrio natural.
Algo románticamente, de acuerdo, creí que la naturaleza aportaría un poco de aire puro, vi el hueco para respirarlo e imaginé que pastoreando ovejas me aproximaría a los orígenes de aquella parte de la familia, y que ahondaría en su historia y en nuestro vínculo observando cómo se relacionan otras madres con sus crías.
Hoy, con la piel atezada, una barba más larga de lo habitual y las manos morenas y robustecidas que hace medio año yo mismo habría atribuido a otra persona, el discurso natural se ha impuesto como de costumbre a la lírica fantasía y me ha traído hasta un corral estepario rodeado de avutardas y langostas. Cambio sobre cambio sobre cambio y cambio. Ésa es la realidad.
Ya es verano, los pastos han cambiado de color pero aún pienso cada día en la luz. En los efectos de su imperio y su ausencia. Hay buenos motivos y un rebaño para explicar semejante fiebre. A centímetros de mis pies desnudos cae el sol a plomo mientras recuerdo cómo la luz me cegó hace meses, aunque es ahora cuando entiendo que el deslumbramiento empezó con mi madre. Ella fue quien me enseñó que hay tanto color como seas capaz de ver. Que buscar la alternativa es una opción. Recuperar un pedazo de la naturaleza que ha inspirado su vida era un anhelo viejo que a lo largo de los años ha ido cobrando la dimensión de necesidad, como si en su forma de crecer y relacionarse con el mundo palpitara esa respuesta elemental que en realidad yo sabía, que todos sabemos, y sin embargo estaba perdiendo de vista."

Gabi Martínez
Un cambio de verdad



"Hemos entrado en el tiempo líquido donde todo se desvirtúa y de repente, cuando antes tú tenías en un banco a un interlocutor, ahora lo tienes que hacer en una máquina. Poner nombres, tenemos personas de referencia, es importante. Por eso La Administración, que es una especie de interlocutor. Lo que nota esta gente es que ese interlocutor te olvida porque solo eres 25.000 votos, porque estás en la periferia. 

Tienes un sentimiento de frontera en el cual tú eres muchas cosas a la vez y ninguna, y por eso creas tu propio carácter y acabas siendo tu propia supervivencia, sin esperar que te vaya a dar nadie nada nunca."

Gabi Martínez



"Nuestra especie no resistirá mucho tiempo porque el relato tecnológico no se sostiene."

Gabi Martínez




























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