Isidora Sekulić

"¿Aliento? ¿No habrá algún error de impresión en el título? En vez de aliento, ¿quizá debería estar la palabra espíritu? No hay error de impresión ni de escritura. Usted seguramente continúa con la pregunta; puesto que se trata de poesía, usted introduce en la palabra aliento un sentido figurado: potencia, vibración, ligereza, la continuación del movimiento de los versos… Usted tiene en mente la técnica; nosotros, la idea. La técnica es un hecho; la idea, una energía. En la palabra aliento hay que incluir las manifestaciones físicas y las metafísicas: la función de la respiración y la función de la inspiración. Aquí y ahora se trata del aliento que puede quedar, tal vez eternamente, encerrado en la obra artística; exactamente como el hombre puede detener la respiración por mucho tiempo. Aquí y ahora se trata del aliento exhalado desde el pecho, sacado, esparcido; del aliento de los pulmones que crea la densidad plástica de las vocales y las consonantes. Pero se trata, además, de una bella palabra: el ánimo; el ánimo como una energía sintetizadora, mediante la cual las palabras del poeta emergen como una serie de estallidos melódicos del corazón o de la mente del artista. Se trata de una especie de aliento mítico en el hombre con vocación; se trata de la energía del aliento y el habla en el hombre, cuando tal hombre aspira a alguna luminosa y salvadora creación. Es el aliento que en Njegos eslabonaba, y sigue eslabonando, los pensamientos poéticos fecundos en la cadena de un monólogo gigante. Hasta ahora, nadie ha sabido continuar este rapsódico monólogo de Njegos entre nosotros y ninguno de los diversos traductores –la gente de diferentes alientos y hablas– ha logrado reproducirlo. Solamente traducir, transmitir, pasar, recontar, pasar los versos libremente, reelaborar, referir: –¡ah!– no fueron más lejos los traductores. Las palabras y las sílabas de una traducción no tienen aliento; el ánimo en ellas se ahoga por la falta del mismo […] Laza Kostic creó en el poema “ Santa Maria della Salute” una síntesis del aliento y el oído cuya reproducción, hasta ahora, no fuimos capaces de experimentar siquiera nosotros, los serbios, ni mediante la declamación ni mediante la música. Fíjense bien, aprehendan fuertemente con el oído la cadena de las palabras de Njegos o de Laza, y cada palabra, como una antorchita, resplandecerá con su flama, y nuestra lengua, hermosa pero desatendida, nuestra lengua bastante desaliñada, (re)sonará como una vez las campanadas de Pascua. Las campanadas de nuestra campana que repican que sabíamos escribir y hablar, que teníamos una poesía de gran aliento, que teníamos un oído el cual, al parecer, ya no tenemos."

Isidora Sekulić
Sobre el aliento, el oído y la vista en la poesía de Njegos y Laza Kostic


“No fui feliz. Lo acepté. Existe una felicidad cósmica que determina a la gente. Si usted no es amado, en vano tratará de que lo amen.”

Isidora Sekulić



“No pienso que haya diferencia entre vivir la vida como escritor o como escritora. Pero se está lejos de admitir que una escritora sea ante todo una mujer que ha consagrado su vida a la escritura y que no ha tenido lugar para otras ocupaciones llamadas femeninas. Por ejemplo, se me ha reprochado mucho el no haber tenido hijos, mientras que nadie se lo ha reprochado a usted, aunque sea tan normal para un hombre como para una mujer tener hijos y quererlos, tanto siendo padre como madre. Pero el reproche ha caído sobre mí porque se piensa que una escritora es, ante todo, una mujer que se distrae escribiendo, lo que no es cierto, porque es el conjunto de una vida que está estructurada por y sobre la escritura y, por tanto, aquello implica montones de renuncias, montones de elecciones también, y este ha sido mi caso. He vivido verdaderamente en la medida en que quería escribir.”

Isidora Sekulić



"Se inclinó [Vronsky] e iba a entrar en el vagón, pero sintió la necesidad de mirarla [a Ana] otra vez, no por su belleza, su elegancia ni por la sencilla gracia que emanaban de toda su figura, sino porque la expresión de su rostro encantador, cuando pasó junto a él, era especialmente dulce y delicada. Al volverse Vronsky, también ella volvió la cabeza. Sus brillantes ojos grises, que parecían oscuros por las espesas pestañas, se detuvieron en él con una mirada amistosa y atenta, como si lo reconociera, e inmediatamente se desviaron sobre la muchedumbre, como buscando a alguien. En aquella rápida mirada Vronsky tuvo tiempo de observar una expresión de viveza contenida, sus ojos brillantes y la sonrisa apenas perceptible de sus labios rojos. Parecía que un exceso de algo llenaba todo su ser y, a pesar suyo, brotaba tan pronto de su mirada luminosa, tan pronto de su sonrisa. Veló intencionadamente la luz de sus ojos, pero ésta se traslucía, a pesar suyo, en aquella leve sonrisa."

Isidora Sekulić


“Yo era retraída y vivía entre los libros; él no entendía que no hay verdadero nacionalismo sin internacionalismo. Amo a otros pueblos de manera nacionalista.”

Isidora Sekulić









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