Marcos Sastre

"La enseñanza pública primaria, en ninguno de sus grados, ha atendido hasta ahora a la instrucción política de los que algún día tendrán que ejercer las importantes funciones que les asigna la democracia. El sistema republicano que nos rige pone en manos de los pueblos su propia felicidad; luego es de absoluta necesidad que cada individuo comprenda ese admirable mecanismo social en que cada uno coopera e influye sobre la felicidad y seguridad de todos, asegurando de ese modo la suya propia. No debería salir de las escuelas ningún alumno sin el conocimiento de la organización política de su país y de los deberes y derechos del ciudadano argentino 

Uno de nuestros hombres públicos, antes citado, observa que “el más grave inconveniente que existe entre nosotros para hacer efectivo el sistema federal son nuestras tradiciones de raza, y el contacto inmediato con libros y con hombres que no creen en la fuerza y en la voluntad de los pueblos. Nuestra tarea, pues, es de luchar contra esos errores, ilustrar las masas haciéndoles conocer los principios de nuestro sistema político, el más bello y más grande de todos los sistemas inventados, porque es el gobierno del pueblo por el pueblo, a toda hora, y a todo momento, solo a costa de pequeñas delegaciones, sobre las cuales aun se reserva el derecho de vigilancia y enmienda. Según la educación política de nuestros antepasados, el labriego como el hombre de la ciudad son incapaces de hacer nada por su propia felicidad; es preciso pedírselo todo al gobierno. No existe el orden, el progreso industrial, las escuelas, la religión etc. etc. si el gobierno no hace todo eso» 
Mucho antes, una de las primeras capacidades argentinas nos había reprochado ya ese fatal descuido de la ilustración política del pueblo, con estas punzantes palabras:

“¿Cómo podrá considerarse la soberanía del pueblo, es decir, la acción incesante del pueblo en el gobierno, el orden y el progreso social, con la absoluta ignorancia del pueblo que ejerce esa soberanía?

¿Hará jamás buen uso de la potestad soberana quien no sabe lo que es patria, libertad, igualdad, fraternidad, ni derecho de sufragio y representación; el que no tiene en suma noción alguna de los deberes del hombre y del ciudadano?

La soberanía de un pueblo semejante ¿no es a un tiempo un contrasentido ridículo, un horrible sarcasmo, y una burla de los principios más sagrados?

¿Hay otra garantía de orden y estabilidad para el porvenir, otro remedio para el mal que nos devora, que la inoculación gradual de los principios de nuestro credo social en las cabezas tiernas de las generaciones que aparecen?

“Los que dicen que han trabajado y trabajan por la patria, los que se afligen y desesperan, no viendo término a sus males, ¿cómo es que no han pensado en echar mano del único recurso que podría remediarlos: la educación de la niñez encaminada a la democracia?”

Las instituciones sociales adquirirán tanto mayor fuerza y estabilidad, cuanto mayor sea el número de ciudadanos que las comprendan y penetren su espíritu. Ya que tanto admiramos y tomamos por modelo las instituciones de la república norteamericana, debiéramos principalmente inquirir las fuentes de donde emanan. Allí la educación primaria y la instrucción política son los más firmes y más eficaces apoyos de la democracia. Puede decirse que en los Estados del norte no se encuentra un solo individuo que no sepa leer y escribir, y que no posea además un conocimiento exacto de su sistema de gobierno. Debe llamar nuestra atención la observación que han hecho varios estadistas europeos que han visitado la Unión americana: a saber, que en todas las escuelas públicas y particulares o privadas se les explica a los niños con la mayor claridad los derechos que cada uno tendrá algún día que hacer valer en la sociedad, y sus deberes para con ella; y no puede darse el caso de una escuela en que falte la enseñanza de la constitución del Estado. “De lo que resulta (dice un escritor moderno) que todo ciudadano, de cualquier condición que sea, conoce las instituciones a cuyo amparo vive, y no superficialmente sino con claridad y exactitud, porque no se ha cesado de explicárselas desde su infancia». 5

En el curso de nuestros estudios y nuestros trabajos hemos puesto particular empeño en examinar y comparar el estado de la instrucción pública en las principales naciones del globo, y en ninguna parte, en ninguna de ellas hemos visto un conjunto de sacrificios pecuniarios, de apoyo popular, de cooperación oficial, y sobre todo, de resultados obtenidos, tan remarcable y tan sorprendente como en los Estados Unidos.

Hace ochenta años que Jefferson dirigió estas palabras a su patria: “La instrucción del pueblo es la única base sólida de un gobierno libre”; cuarenta años hace que estamos repitiendo un apotegma análogo de Rivadavia, ya convertido en una verdad vulgar; y sin embargo, estamos todavía empeñados en levantar con una mala mezcla esa base sólida."

Marcos Sastre
La educación popular en Buenos Aires. Memoria. Presentación al Consejo de Instrucción Pública por el Inspector General de las Escuelas, D. Marcos Sastre, Buenos Aires, Imprenta Argentina de El Nacional, 1865, págs. 26-29.




"¿Qué compañeros más útiles del hombre que son los árboles, que a la vez que amenizan su mansión, mantienen la fertilidad del suelo que cultiva?
Los árboles protegen las vertientes, impiden la pronta evaporación de las aguas, y atraen las lluvias y los rocíos.
Los árboles depuran la atmósfera de los gases perniciosos, exhalan el oxígeno que nos da la vida, depuran y fecundan el suelo que los nutre, después de colmarnos de sus dones.
Los árboles nos dan alimento, medicina, vestidos, casas, muebles, utensilios, embarcaciones, vehículos de toda clase y mil productos necesarios para las artes todas.
Los árboles nos refrigeran con su aroma en el verano y mantienen el fuego del hogar en el invierno; nos protegen contra el huracán y contra el rayo; ofrecen abrigo a las aves y forraje a los ganados; proporcionan recreo a nuestros ojos, melodía a nuestro cuerpo, y elevación a nuestro espíritu."

Marcos Sastre
Los Árboles











No hay comentarios: