António José da Silva

"Dom Tibúrcio. Sevadilha, ahora que estamos solos, quiero pedirte un consejo.
Sevadilha. Si vuestra merced piensa que se lo puedo dar, proponga que yo resolveré.
Dom Tibúrcio. Sabes muy bien que vine para casarme con una de mis dos primas. Ambas son hermosas pero necesitaría conocer los defectos de cada una para elegir el mal menor.
Sevadilha. Señor, ambas son muy jóvenes. La señora Cloris es perfecta. Sabe cómo preparar huevos blandos muy bien. La señora Nize tiene muy buen juicio, mucho asiento y una gran capacidad cuando no está de levante; Y tanto es así que siendo una rapaz le nació la muela del juicio, pero por condición es una víbora desvergonzada.
Dom Tibúrcio. No sé, Sevadilha, qué hacer en este caso.
Sevadilha. No se case con ninguna de las dos.
Dom Tibúrcio. ¿Para qué entonces vine aquí?
Sevadilha. Sólo digo lo que entiendo en mi conciencia.
Dom Tibúrcio. Si pudiera casarme contigo, Sevadilha, porque sólo tú me caíste en gracia.
Sevadilha. ¡Qué gracioso! Dígamelo otra vez.
Dom Tibúrcio. No bromees, que no estoy lejos de hacer yo mismo una necedad.
Sevadilha. No sería la primera.
Dom Tibúrcio. ¿Quieres que huyamos? Siento la tentación de hacerte la dueña de mi lar.
Sevadilha. Me gusta lo que dice.
Dom Tibúrcio. Sevadilha, no pierdas esta fortuna.
Sevadilha. ¿Qué fortuna?
Dom Tibúrcio. Soy yo, que te quiero.
Sevadilha. Sí y la fortuna será inconstante.
Dom Tibúrcio. ¡Ay! ¡Qué mujer me hablará equivocadamente! Eres discreta.
Sevadilha. Ahora, váyase con su fortuna."

António José da Silva
Las Guerras del romero y la mejorana



"-Vida del grande Don Quijote de la Mancha y del gordo Sancho Panza-
Sancho: Alguacil, envaine la espada. Yo no me burlo de la justicia. Dios sabe y todo el mundo que quiero ponerme a bien con su espada.
Alguacil. Puesto que vuestra merced habló de la espada y de la justicia, dígame por qué la Justicia aparece pintada con los ojos vendados, con una espada en una mano y una balanza en la otra. Dudo acerca de esto. ¿Podría vuestra merced tan sabio en todo explicármelo?
Sancho: Para tu buen provecho, préstame atención, alguacil. Has de saber primeramente que esto de la Justicia es una cosa pintada y que no existe tal mujer en este mundo. No tiene carne ni sangre, como por ejemplo la señora Dulcinea del Toboso; ni más ni menos; sin embargo, como era necesario tener esta figura en el mundo para asustar a la gente grande como el hombre del saco de los niños, fue pintada una mujer vestida a lo trágico porque toda justicia termina en tragedia y le taparon los ojos porque dicen que era bizca y que daba un ojo por el otro. Y como la Justicia tenía que ser diestra, sus ojos fueron rápidamente cubiertos con un velo.
Un hombre. Señor Gobernador, pido justicia.
Sancho. ¿De qué quieres que te haga justicia?
Un hombre. Quiero justicia.
Sancho. ¡Otra vez lo mismo! Hombre del diablo, ¿Qué justicia pides? ¿No sabes que hay muchas clases de justicia? Hay una justicia diestra, una justicia torcida, una justicia ciega y finalmente una justicia con cataratas en los ojos.
Un hombre. Señor, sea cual sea, yo reclamo justicia.
Sancho. ¿Pero contra quién pides justicia?
Un hombre. Pido justicia contra la misma Justicia.
Sancho. ¿Pero, borrico, acaso no sabes que no existe esta otra justicia si no es en pintura?"

António José da Silva
Vida del grande Don Quijote...











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