Adelina Gurrea

A España

Las páginas de la historia
de ti, madre, siempre hablaron
y los poetas lanzaron
al mundo un canto de gloria
estrofas que a tu memoria
dedicó el fiero talento
en un sublime momento
en que llora el corazón
y viene la inspiración
a crear un monumento

Del esplendor del pasado
del valor de tus guerreros
celo de tus misioneros
o la industria de tu arado
habló el pensamiento alado
habló América, habló Flandes
hablaron también los Andes
y la luz esplendorosa
que emana, crece y rebosa
del cerebro de tus Grandes….

¡Todo canta tus grandezas!
Mas de tus penas divinas
de tu corona de espinas
solo puede hablarte, España
la de los bosques de caña
mi patria, mi Filipinas

Una soledad nos baña
añorando tu regazo
tráenos el calor y el lazo
de la niñez arropada.
¡Lazo que no obliga nada
será nuestro eterno abrazo!

María Adelaida Gurrea Monasterio




Con tañido de campana

Niebla sobre la ciudad,
humo del aire y del frío,
infinita soledad
del azul corazón mío.
Niebla sobre la ciudad.
Sudor de atmósfera plena
en la tristeza de enero,
difumino de la antena
vegetal y del sendero.
Sudor de atmósfera plena.
Invitación a ensoñar
langores del corazón,
a desprender del telar
los hilos de la razón
Invitación a ensoñar
Con tañido de campana
de mi torre azul bermeja
aquella historia temprana
que está quedando vieja
Con tañido de campana

Adelina Gurrea



Me voy, me voy a las playas
a escuchar las resonancias
de caracolas malayas.
Y atalayar, de muy lejos,
tras fulgores y neblinas,
las espumas de mi cuna
sobre arenas filipinas

Adelina Gurrea




Mis relojes

Se han parado mis relojes
—siempre se paran de pronto—.

El retrepar a las nubes
me pierde entre los espacios
y los olvidos del tiempo.

Y cuando vuelvo a la tierra
tengo que ajustar de nuevo
la medida de los ritmos.

Me han despojado de todo…
¡Pero me quedan mis sueños!

Adelina Gurrea



Playa filipina

Dice su amor a la espuma
una canción de palmeras;
el beso de luz del trópico
incandece las arenas.

Mil caracolas lo gozan,
mil conchas de cien colores
y hay un renovar de ritos
bajo rodares salobres.

El aire suspenso y quieto
va durmiendo los cocales,
las ciegas fosforescencias
bañan su ronda en los mares.

Gayo se va haciendo el cielo
con pinceladas de ocaso
que ennegrecen las siluetas
sobre el fondo iluminado.

Una pantalla de nubes
vela las luces de horizonte
y avanzan las soledades
sobre el llano de la noche.

Saturaciones sensuales
trae la luna, sin vientos.
¡Cuánto amor tiene el Amor
prendido en su encantamiento!

Adelina Gurrea




Rebeldía nostálgica

Ya nada suena a entonces, nada suena..
Todo chirría ahora su estridencia,
la música es bramido de tambores
ahogando suavidades de cadencia.
Sólo aguijón contiene la colmena,
la miel no se hizo o se secó en las flores.

El cerebro encabrita su pirueta
con rebrincos hacia lo original
y ambicionan la gracia del poeta
agrias caricaturas de verso existencial.

Ya nada suena a entonces, nada suena.
La charca tiene ranas, ranas, ranas,.
Y todo es charca… sin lagos y sin mar;
mar con su luna llena
o rocío en la luz de las mañanas.
Sólo charcas…,
charcas con su croar, croar, croar.

Ya nada suena a entonces,
hasta el ultramoderno genial predicador
exhorta con cornetas y con bronces,
sin esquilas que llamen al amor.
Se pretende rezar y no se reza
pues la oración reclama aquel acento
sencillo de la paz de la pobreza,
lejos del tono agrio y del resentimiento.

Ya nada es como antes,
la humanidad se entorbellina el corazón
con locuras de títeres tremantes,
los unos se hacen cientos, los cientos se hacen miles
para un solo rebaño en frustración.

Todos somos iguales,
se extinguió la ordenada variedad.
Todos queremos molicies, carnavales…
todos somos iguales…

Adelina Gurrea



San Juan de la Cruz

Mas que hombre, poeta;
más que poeta, místico;
más que místico puro,
del puro misticismo la quimera…
Más que corcel, saeta;
más que saeta, elíptico
trazado del raudo proyectil,
y aún más… velocidad suprema de la luz
arropada en la estratoesfera,
y más y más, el rito
de lo eterno y de lo infinito.
¡San Juan de la Cruz!.

Pero firme en la Tierra.
El se bajó su Cielo
para gozarlo en pena de nostalgia,
en dolor de embeleso,
desvelando su amor con clara gracia
junto al césped verdal de la pradera,
junto al regato que estira su canción
sobre el declive en flor de la ladera.
Y el viento, el mar, la nube,
la aurora, el mediodía o el ocaso,
cabezal nada más para el romero,
etapas de jornada hacia Jesús,
estaciones del viaje de su espacio,
abastecimiento espiritual en vuelo.
¡San Juan de la Cruz!.

San Juan, San Juan, San Juan,
tres veces santo.
Por su paso de ardores sobre el hielo,
quemándose y quemando su respiro,
desmenuzando el corazón con llanto
de impaciencias en vilo..

Por sus sueños, soñados en silencios
de comunión con la naturaleza:
retozos de aves, corzos y gacelas,
gemidos, ¡ay!, de amores, y preces bajo
templos
de boscaje —vegetales santuarios—,
urgiendo en duermevela presencias del Amado
sobre los «sin caminos» de espinosas veredas..

Y por su vuelo…,
rayo de abajo a arriba, espiral
de la cima a la luna,
de la luna a la estrella;
siempre de Dios a Dios.
Angel al fin, en órbita, descentrado y centrado
en torno al Creador,
satélite inmortal
por el vacío de ensombrecida luz.
Girar, girar, girar,

¡SAN JUAN DE LA CRUZ!

Adelina Gurrea




Te estoy queriendo

Te estoy queriendo, tú no sabes cómo,
te estoy queriendo, tú no sabes cuánto,
en esta noche en que el deseo es romo,
en esta noche en que el ensueño es llanto.

Te quiero en el aroma de la rama,
en el misterio obscuro del jardín,
en el vacío blanco de mi cama
y en la blancura nieve, del jazmín.

En la nube que alumbra su contorno
con la plata encendida de la luna,
en el aire pesado del bochorno
y en el bochorno gris de mi fortuna..

En la hoja movida por la brisa,
en el siseo de la voz del viento,
en la quietud de mi inquietud sumisa
y en el silencio de mi pensamiento.

En esta noche en que el deseo es romo
te estoy queriendo con amor de llanto,
y me pregunto cómo, cómo, cómo
se puede querer tanto, tanto, tanto.

Adelina Gurrea












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