Hussein Habasch

Cantar

Cuando se enferma el kurdo, canta.
Si le entra la fiebre y el delirio, canta.
El canto es el paradigma de su alma
en el camino de sus dolores.

Hussein Habasch


La diferencia entre tú y yo

La diferencia entre tú y yo
es que tú pones pierna sobre pierna
y tomas ahora tu copa de vino con placer.
En cuanto a mí, me envuelvo sobre mí mismo
tragando al mismo tiempo la copa del dolor 
en el hospital.
Tú subiendo en Facebook la foto de tu madre nonagenaria en plena juventud!
Y yo recordando ahora las facciones de mi madre septuagenaria llena de arrugas!
Tú la ves todos los días y le pones un beso sobre la mejilla
Y yo desde hace ya veintidós años no la he visto más que dos veces,
y beso todos los días su foto de tanto anhelo.
Que Dios salve a nuestras madres.
Tú ves todos los partidos de fútbol.
Te ríes, comentas, gritas y animas a este equipo contra aquel otro
mientras yo sigo todas las amarguras de mi gente en Afrin.
Lloro, me deprimo, maldigo y me aflijo por lo que le sucede.
Tu hermana tiene una maravilloso hogar en pleno corazón de la ciudad
en cuanto a mis dos hermanas ya son errantes sin hogar, ni refugio.
Una familia de «Ghouta» apoderó de la casa de la primera
y otra familia de «Qalamoun» ocupó la casa de la segunda. 
Tú sientas con tu único hermano
discuteis la forma de repartir la enorme herencia que ha dejado vuestro padre
en cuanto a mí, pienso en los asuntos de mis hermanos dispersos en los cuatro puntos cardinales de la tierra, desterrados o huidos,
y no tengo en mano ninguna argucia para reunirlos o llevarlos a la orilla de la salvación.
Tu país es Alemania
y el mío es Kurdistán
y tanta diferencia hay entre los dos.
Alemania florece y crece en cada momento, en cada minuto,
mientras Kurdistán es degollado y asesinado en cada centello, en cada segundo.
¡Tu país exporta tanques Leopardo para asfixiar lo que queda del aliento en el pecho de mi país!
Los hijos sobrevivientes de mi país huyen milagrosamente de la máquina de la muerte,
piden en grupos asilo en tu país.
Tú naciste con una cuchara de oro en tu boca
y yo nací con una copa del jugo de tuera en la mía.
Es lo poco de lo abundante de las diferencias entre tú y yo
y no seguiré contando el dolor que me acompaña como mi gemelo desde mi nacer.
Y a pesar de las diferencias que ves entre nosotros,
entiendo perfectamente por qué celebras la vida
¡Y nunca entendí la razón de desesperarme de ella!

Hussein Habasch



La ilusión de la llegada

Serán los bienaventurados, quienes no llegan a nada, serán los bienaventurados, los perdidos siempre

Ellos dejaron sus patrias,
se llevaron sus ilusiones,
sus recuerdos dolorosos como una carga pesada.
Agitaron sus pañuelos a la ausencia que se derritió.
Engañaron a la muerte y se arriesgaron en la
inatención
En sus hombros levantaron lo que quedó de las gacelas de esperanza
Voltearon sus cabezas hacia países donde nunca
llegaron.
Caminaron mucho,
Caminaron hasta que la barba se extendió bajo
sus pies.
Nadie dijo, nos cansamos, tomemos un tiempo de contemplación.
Se perdieron en el camino, se dieron cuenta que no hay solución ni esperanza, ni un guía que les
proteja de la pérdida.
Se sentaron en el temor, relataron sus cuentos
tristes a las montañas que se estremecieron.
Se durmieron por cansancio, no despertaron. Pero a través de las pesadillas seguían las esperanzas del camino.
El camino que devoró sus sueños, que defraudó y humilló sus rodillas.
Murieron dejando en sus pechos perforados, las fotografías asustadas de sus niños
y el resto de sueños viejos que inspiraba su imaginación como una ilusión eterna.

Hussein Habasch



Manada de ciervos mueren de sed

Dejamos a nuestras espaldas una manada de ciervos muertos de sed.
Inventamos cuentos,
volteamos las caras a los exilios lejanos detrás de
los mares,
olimos la alienación que se familiarizó con
nosotros,
olvidamos las flores de nuestro primer amor, allá,
en los orificios de los árboles,
y ya no recordamos los tendederos que extrañan nuestras ropas,
ya no repetimos la cariñosa palabra “Madre”.
Nos resecamos,
saquearon nuestras fuentes
en las mesas de la jurisdicción,
nos dolieron las cartas,
no son cartas de familia o amigos,
ya no nos gusta el “buenos días”,
ya no nos gustan los carteros:
Dejamos a nuestras espaldas una manada de
ciervos muertos de sed.
Nos tocó la herrumbre
y no advertimos que habíamos fallado en la mitad
de nuestra edad,
que descendemos a la ausencia y nuestras almas se mezclaron con el hambre y el vacío.
¿Algún día nos extrañarán los pájaros
que dejamos allá?
¿Extrañaremos la necedad de la infancia?
¿Extrañaremos nuestras familias y la imagen de la hermana mayor?
Ya no estoy seguro
Ya no sé de dónde viene esta pereza en nuestros
huesos
Ya no estoy seguro de nada
Porque dejamos detrás de nuestras espaldas,
una manada de ciervos que mueren de sed.

Hussein Habasch



No entres al ataúd

Carga tu ataúd siempre
No pienses nunca en la muerte
Pero si de repente te ataca
Pon tu ataúd en el suelo
Engaña a la muerte
Si tu muerte fue inevitable
ve en busca de tu tumba
acuesta tu espalda
no te encierres
duérmete todo el día
y en la noche
fija bien tu estrella.

Hussein Habasch




Poemas kurdos tristes

Leo un triste poema kurdo
Ayer vi un pájaro
muerto en la calzada
Lo llevé suavemente en mi palma
que enrollé con la mano en forma de nido
Lo traje al cementerio
Lo enterré en una tumba pequeña
Hoy vi una rosa aplastada
Llevé sus pétalos arrancados suavemente
Los puse en la tumba del pájaro.
Probablemente, continuaré
leyendo los poemas tristes.

Hussein Habasch




Una flor a la vida

Nuestra demencia nos lleva a dibujar
Nuestra demencia nos lleva a escribir
Nuestra demencia nos lleva a ordenar cada día,
una flor para la vida
Nuestra demencia nunca ganará, amor
Su demencia los lleva a pelear
Su demencia los lleva a matar
Su demencia los lleva a tirar cada día
una bala al corazón de la vida
Su demencia ganará, amor
Perderemos, amor,
Yo sé.
Ellos ganarán.
Tú lo sabes
Sin embargo,
Dibujaremos, escribiremos y le daremos cada día
una flor a la vida.

Hussein Habasch







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