Inger Hagerup

Creo

Yo creo en muchas cosas. En la sangre. En el fuego.
Creo en senderos donde uno puede perderse.
Creo en sueños a los que uno pertenece.
Camino a ciegas. No me lleves a casa.
Deja que la noche me guíe siempre hacia adelante.
En algún lugar en la oscuridad hay una puerta entreabierta.
En algún lugar en el límite entre cuerpo y alma,
un lugar donde el propio tiempo dice detente
-es allí donde tal vez ardería mi corazón?

No me escuches. Todas mis palabras
son peligrosos profetas, falsas pistas.
Soy bastante diferente de lo que tú crees.

Inger Hagerup



El niño loco

Al niño loco de la casa de al lado
lo tenían atado. Por la noche le oíamos
aullar. Y yo le susurraba a mi almohada:
¡Gracias, Dios mío! Al menos yo estoy libre.

El niño loco ya no grita.
Sin embargo el grito me despierta
en las noches negras sin estrellas.
Así que no es el niño. Soy yo.

Inger Halsør más conocida como Inger Hagerup




La hormiga

Pequeña?
¿Yo?
En absoluto.
Soy del tamaño perfecto.
Encajo perfectamente
a lo largo y a lo ancho
y de arriba abajo.
¿Acaso tú eres mayor
que tú mismo?

Inger Hagerup



La peste

Icemos una bandera negra sobre los países
y dibujemos una cruz en nuestra puerta,
pues una gran peste asola la tierra.
Ha recorrido la árida tierra de Africa
sobre pies amarilleados por la fiebre.
Ha desfilado por las calles de Berlin
al compás de tambores y música de viento.
En los conventos de España ha contado como los ancianos
el deslizante rosario de las ametralladoras,
y en las afueras de Madrid escondió su terrible rostro
en una máscara de gas último modelo.
Ha echado sobre sus apestosas heridas la capa del dictador
y ha cubierto su vientre hinchado con una casulla roja de obispo.
Un día la nombraron catedrático en Jena.
Y ella habló con una boca picuda y astuta detrás de sus libros.
En Shangai ahorcó a trescientos cuíes que pedian pan
y cuando tuvo la oportunidad de arrancarle las unas
a un viejo judio, se partió de risa.
Ha mirado a los seres humanos con ojos sanguinolentos
golpeándoles la ceguera, para que ya no cultiven cereales en la tierra.
sino granadas en las fábricas
para que ya no construyan ciudades alzadas hacia el cielo,
sino que las quemen
para que ya no saluden a su hermano
sino que lo maten.
Icemos una bandera negra sobre los países
y dibujemos una cruz en nuestra puerta
a causa de la gran peste.

Inger Hagerup


Soy ese poema 

Yo soy el poema nunca nacido
Soy la carta que alguien rasgó

Un camino por el que nadie camina,
Una melodía sin canción.

Soy una oración que nadie escucha,
Soy el hijo de una mujer sin hijos.
Una cuerda que ninguna mano ha tensado,
Un fuego que no se enciende.

Déjame,
Liberame,
déjame huir
¡De alma y cuerpo, roca y árbol!
Pero nada responde cuando suplico.
Soy esas cosas que no tienen éxito.

Inger Hagerup













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